9. More than Fan

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Me desperté por mi propia cuenta. Mis ojos se abrieron con pereza, mis músculos y mi cerebro se conectaron lentamente y mis sentidos poco a poco empezaron a tomarle atención a mi alrededor.

Esta no era mi habitación.

Me senté de golpe en la cama respirando más pesado, pero manteniendo el silencio. Moví mis ojos de izquierda a derecha examinando el cuarto y volviendo en mi memoria para recordar qué hacía aquí. Automáticamente recordé la noche de ayer.

—Oh, no, no, no, no... —murmuré bajándome a tropezones de la cama. Aún tenía este inmenso vestido puesto y me incomodoba como el carajo.

Harry no estaba ni había rastro de él en la habitación. Agudicé mi oído para ver si percibía algo y logré identificar el ducto de ventilación del baño. Estaba ahí.

—Jodida mierda, van a matarme —susurré nerviosa.

Busqué entre las sábanas mi celular. Apenas tenía veinte por ciento de batería. Mi corazón se detuvo cuando vi que eran más de las once de la mañana. Verifiqué con locura si había un texto de Lucas, pero no había escrito, así que eso me alivió un poco. Solo mamá mandó un mensaje preguntando dónde estaba.

La puerta del baño se abrió suavemente. Alcé la cabeza para encontrarme a Harry con una toalla envuelta en su cadera y su cabello húmedo. En su brazo llevaba algo de ropa y su otra mano cerraba lentamente la puerta detrás de él.

—¡¿Por qué carajo me quedé a dormir?! —chillé.

Mi grito lo asustó. Me devolvió la mirada con confusión y, luego de unos segundos, sonrió un poquito.

—Me olvidaba que no eres un persona mañanera... —fastidió.

—¡Harry! —me quejé lanzando mi celular de regreso a la cama—. ¡Dije que no podía quedarme a dormir!

—Yo no te obligué, tú te dormiste ahí.

Froté mi rostro intentando apaciguar el dolor de cabeza que ya empezaba a molestarme por el estrés.

—Debo irme. El almuerzo es a las dos y ya va a ser medio día... ¿Por qué no me levantaste antes? —reclamé.

Harry alzó sus cejas, aún inmóvil en su sitio.

—Porque me acabo de levantar hace treinta minutos, me tomé una pastilla, me fui a bañar, y cuando salí hace un minuto tú empezaste a gritarme —contestó con tranquilidad.

Él tenía razón. Apreté mis muelas aguantando otra queja y solo me crucé de brazos como si eso fuera a solucionar algo.

—¿Quieres ropa? —preguntó—. Tengo algo que casi debe quedarte.

Le pisé los talones a la par que salía de la habitación. No quería perderme en esta mansión. Iluminada se veía mucho más grande.

—No me voy a poner la ropa de Camille —advertí.

Me miró sobre su hombro sin dejar de caminar por el pasillo.

—No te iba a dar su ropa.

No supe si ofenderme o agradecerle, así que me quedé callada y lo seguí escaleras a bajo al primer piso. Pasando la sala de estar y una oficina, llegamos a dos puertas blancas inmensas. Harry las empujó y una habitación circular se abrió paso. Esta sí es la habitación de Harry, pensé. 

—Tengo sudaderas y chandales que quizá te queden. —Se dirigió a otra puerta en la esquina. Era un pequeño cuarto que usaba de armario.

—Oh, guau. —Se me escapó la sorpresa al ver los miles de trajes, pantalones, y ropa en general que tenía colgados y doblados en todos los cajones y percheros.

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