Un dìa tus padres deciden mudarse a una pequeña ciudad, Beacon Hills, por temas de trabajo, hay haras buenos amigos y quien sabe... Quizás te enamores.
Llegue a casa tras un intenso día con los chicos, por primera vez en mucho tiempo habíamos podido salir a dar una vuelta sin miedo a que algo o alguien nos hiciera daño, días después del incidente en el institutos habían encontrado el cuerpo sin vida de Gerard, tiempo después se descubrió que Kate era la asesina y fue ingresada en Eichen House.
Llegue a casa bastante tarde, intenté hacer el menor ruido posible pero al entrar en el salón vi una luz.
- ¿Que haces aquí a estas horas Álex?
- Lo mismo podría preguntarte yo a tí, te dejé con las chicas y mira a qué hora vuelves.
- Hazme hueco anda - me acerque a él y quite sus piernas del sofá lo que provocó que se sentará.
- ¿Qué te pasa? - pregunto sobándose la cara, estaba medio dormido.
- ¿A quién vas a llevar al bailé? - le pregunté echando hacia atrás la cabeza y dirigiendo mi mirada al techo.
- No lo sé, quizás vaya solo - se encogió de hombros.
- Yo no le he dicho nada a Derek todavía.
- ¿Por qué? - me miró sorprendido.
- No sé si quiero ir, además a él esas cosas no le van.
- Bueno ... - iba a seguir hablando pero sonó un golpe arriba.
- JODER - se escuchó gritar a Peter.
- A si, se me a olvidado decirte que Peter está deprimido, vaya nochecita nos está dando a todos - se quejó.
- Iré a hablar con él - en cuanto me levanté del sofá Álex se tumbó de nuevo.
- Suerte.
- Vete a la cama - le respondí subiendo las escaleras - Peter - le llamé mientras daba unos leves toques a la puerta de su habitación.
- No quiero hablar - se le escucho decir.
- No crees que eres mayorcito para comportarte así - abrí la puerta.
- ¿Me estás llamando viejo? - pregunto mientras se comía una cucharada de helado, estaba tirado encima de la cama sin abrir aún con la ropa de calle puesta y algo desaliñado.
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- ¿Estás bien? - le pregunté mientras quitaba los cojines del lado de la cama en el que él no estaba para poder sentarme.
- Si - contesto comiéndose otra cucharada de helado.
- Peter - le llamé sería.
- He discutido con Melissa - agachó la cabeza.
- ¿Qué has hecho?
- Yo nada.
- Peter - le volví a insistir.
- Puede y solo puede - puntualizó - que la invitará a cenar y unos estúpidos niños me sacarán de quicio, me transformará en hombres lobo y les amenazara con descuartizarles a todos.
