Capítulo 5 : Hogar dulce hogar ❤︎

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Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo.
Romanos 2:1

Romanos 2:1

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22 de Agosto 

17:30pm

En casa. En mi casa.

Pero nada volverá a ser como antes. La violación lo cambió todo. No importa las veces que he tenido sexo antes, aquello fue violento y contra mi voluntad. Me siento sucia. 

Ha pasado una semana y los recuerdos no me permiten dormir. Paso las noches entre lágrimas e imágenes marcadas por el horror. 

Me levanto mareada. Por un breve instante todo da vueltas. Camino al vestidor y lo abro. No volveré a usar un vestido negro. Lo juro.

La ropa la tengo clasificada por colores. En el lado izquierdo tengo los bolsos y tacones; en el derecho las camisetas, los pantalones y faldas; en el centro los vestidos. Agarro toda la ropa negra y la descuelgo sin piedad. 

Te lo buscaste 

Grito entre lágrimas sacando todo lo de ese color. Salgo del vestidor, camino con ella hasta la puerta y la tiro. Irá directo a la basura. Jamás en mi vida volveré a usar ese color que me recuerda a aquel monstruo.

Justo cuando me tiro en la cama, llaman a la puerta.

No he tenido ninguna conversación con nadie desde aquel día. Tampoco sospechan nada, siempre fui independiente aunque viva en casa de mi padre. Es tan inmensa que puedo pasearme sin verles.

Me limpio las lágrimas que comenzaron a caer por ese recuerdo cruel y digo que pasen. Pilar entra y lleva una camisa en sus manos que me enseña con una sonrisa. Es de un azul celeste precioso.

—¡Mira lo que te he comprado! Al verla dije: le encantará a Ashley.

Mi madrastra adora malgastar el dinero de mi padre en estupideces. Tanto que hasta se dedica a comprarme ropa. Como si necesitase su compasión.

—No me gusta —miento.

—¡Oh! pensé que quizás... Como es tu estilo...

—No, gracias.

Me mira con una expresión dolida. Luego observa el montón de ropa oscura.

—¿Vas a reorganizar el armario? 

—No. Voy a tirarla. 

—Pero es preciosa... Recuerdo cuando compraste este... —coge un vestido corto negro.

—No la quiero. 

—¿Puedo donarla? Hay una campaña en el barrio que ayuda a madres solteras a…

—Haz lo que quieras, pero vete ya. 

—Le diré a Betty que venga a por ellas y las empaque en bolsas mañana.

Betty es nuestra asistente del hogar. No respondo.

             —Recuerda que la gala es la semana que viene. —Ella sale sin decir nada más. 

Recuerdo que pronto volveré a clase. El próximo curso del Mare Nostrum será aún peor que el anterior y volveré a escuchar palabras como zorra y similares. Todos me consideran una cualquiera por vivir mi vida libremente. Pensamientos retrógrados y anticuados para pleno siglo XXI. 

Busco páginas feministas en redes sociales. Pienso que quizás lo mejor sería denunciar. Recuerdo a la bañada en lejía de la universidad Ocean's Wave. Ella es reconocida por luchar por los derechos de las mujeres, así que busco su perfil. Se llama Shirley y es albina. Veo sus videos, leo sus argumentos. Me empapo de lo que dice. 

"Denuncia, nosotras te creemos" coloca en una imagen. 

Sollozo. 

Los recuerdos van a volverme loca. Mi piel arde de los recuerdos de aquellos dedos sobre ella. Me agarro del pelo deseando que acabe.

Te lo buscaste.

El comentario mordaz de Víctor no se va. En realidad solo era una de las últimas flechas de las tantas que ha lanzado. 

Alguien llama a la puerta. Seco las lágrimas y sorbo mi nariz. 

—¿Qué quieres? —pregunto con la voz más dura que puedo.

—Quiero que veas mi nuevo vestido —habla con voz dulce mi hermanastra.

—No en…

Ya es tarde, la niña ha entrado y da vueltas con un vestido blanco. 

—Lo llevaré para el concurso de belleza —dice—. El corte barco me sienta de lujo ¿Qué opinas? 

—Te queda bien.

—Mamá dice que seré modelo, pero yo quiero ser enfermera.

—¿Por qué no vas a estudiar? Tengo muchas cosas que hacer, enana. 

Charlotte sale con el sigilo con el que ha entrado. En sus ojos hay una profunda tristeza. Quiero a mi hermana, pero prefiero mi soledad. 

Enciendo de nuevo la pantalla del  teléfono. La imagen del símbolo femenino sobre el fondo morado aparece.

Te lo buscaste.

Entonces tomo una decisión radical. Nunca jamás le diría a nadie quién me ha violado. Víctor mi examigo de la infancia no lo entendió. Nadie lo hara. Me llevaré el secreto a la tumba. Nadie debe saberlo. 

La denuncia por muy real que sea, no quitaría el desgarro de mi alma por lo sucedido. Ni pausaría los recuerdos. Denunciar no cambiaría lo ocurrido. 

Aunque millones de mujeres me crean. Es más. Si lo descubren, todo iría a peor. ¿Quién sabe las cosas que puedan decirme? Quizás incluso Víctor lleve razón, yo me lo busqué. 

Me tumbo temblando. Mi mano tapa mis labios ahogando un sollozo. 

Mi teléfono suena. Dejo que siga vibrando hasta que quién sea, decida colgar. 

Efecto de Recencia © ✔︎ 2.5 (Élite 2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora