Epílogo

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𝖅𝖍𝖆𝖓

- ¡Yibo!

Quería ir con él, salvarle y decirle que todo saldría bien. Sin embargo me encontraba de nuevo maniatado, esta vez por la fuerza de los dos bárpiros quienes me retenían aprovechando mi debilidad. No podía superarlos aunque me estuvieran separando de él.

Las lágrimas descendieron por mis mejillas como su sangre por su piel. Reconocí la sensación, era la misma que sentí cuando mi casa ardía y perdí a mis padres y a mi hermana, esa tristeza incurable que ni el tiempo ni nada puede vencer.

Vi como sus ojos amagaron con cerrarse, como su cuerpo iba sometiéndose al desangro y como empezaba a desmayarse. Además, oí como su corazón bombeaba más lento al no tener líquido suficiente que mandar a través de sus vasos sanguíneos y como su respiración se relajaba.

Antes de caer en la inconsciencia, nuestras miradas se unieron durante un breve periodo de tiempo, tan corto que no pude disfrutarlo tanto como deseaba. Sus labios se entreabrieron pronunciando un "Te amo" insonoro, presente solo en su mente y en la mía.

"Yo también te amo"

Llorando, su cabeza quedó agachada, inmóvil. Su vida lo abandonaba a la par que el primerior continuaba bebiendo su sustancia, sin piedad y sin cansancio. Cualquier humano que perdiera tanta sangre, estaba muerto.

Cuando Hu Bing lo soltó y Yibo cayó al suelo de costado, supe que lo había perdido todo: mi fuerza, mi valentía, mi felicidad, mis ganas de existir...

Durante milenios he vivido encerrado en la mansión, odiando como soy y pensando que no podría ser alguien normal nunca más. ¿Qué es normalidad cuando tienes un instinto demandante de sangre? Sin embargo, con la llegada de Yibo tuve un leve rayo de esperanza.

Él fue el primero en tocarme, en bromear conmigo, en causar un desastre en mi casa... y en mi interior. Es duro sentirte menos muerto y luego un cadáver de nuevo, que una persona venga pintando tu oscuro pecho de un dorado brillante y luego esta se marche ennegreciendolo otra vez.

¿Por qué él? Era valiente, amable, cariñoso, atento y luchador, un ángel. No merecía un final como ese, no a manos de un hijo del diablo, de mis manos.

Nunca debí dejarles quedarse, los tuve que haber echado la primera noche. Mandarlos de vuelta el pueblo y que siguieran con sus vidas tranquilas. Pero no lo hice, quizás fueron sus ojos, sus manos deteniéndome o su voz los que me convencieron de este grave error.

Dejé de poner resistencia, ensimismado con el hilo rojo bajando por su nuez y formando un charco en las baldosas. Solo el tono alegre del líder del castillo hizo dirigir parte de mi atención a otro lugar.

- Ahora me siento más fuerte. Me cobraré mi venganza y acabaré con todos ustedes. Haré que sufrais cientos de años hasta que me dé el capricho de daros la libertad con la muerte.

- ¿Estás seguro, padre? - preguntó An Ke.

- Sí, y a ti... te haré sufrir más por ser la oveja negra de la familia. Ahh - mientras hablaba, un grito de dolor emanó de su garganta.

- De nuevo, ¿estás seguro, padre?

- ¿Qué... qué está...? - casi no podía hablar y su cuerpo temblaba.

- Esto es lo que ocurre... cuando un primerior toma la sangre de un nova puro. Está escrito en un antiguo libro de profecías en la mansión del señor Wu, aunque antes de leerlo, el señor Hao ya me lo advirtió.

- ¡Ahh! - se arrodilló antes de llorar un líquido negro y espeso, el cual también salía de sus orejas.

- Primero el sujeto experimenta un gran dolor, desvaneciendose por dentro. Luego, las funciones motoras dejan de responder, causando parálisis - Hu Bing chocó contra el suelo con pequeños espasmos y sonidos de ahogo leves. - Por último, y tras quedar vacío de todos los órganos, el primerior muere entregando su alma al infierno y sufriendo eternamente en ese lugar.

𝐸𝐿 𝐶𝑂𝑁𝐷𝐸 𝑍𝐻𝐴𝑁 (𝒁𝑯𝑨𝑵𝒀𝑰) /FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora