Katherine Pierce & Rebekah Mikaelson

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—No nos puedes hacer esto— dijo Stefan, molesto.

—Ya les dije— murmuré sentada en la silla favorita de Damon, bebiendo de su bourbon— Me importa una mierda la vida de Elena. Me dejaron muy en claro que no es Katherine pues no me importa nadie más que no sea Katherine.

—¡La van a asesinar!— gritó Damon, histérico.

—¿No se casan de enamorarse de las mismas mujeres, ustedes dos?— les dije señalándolos a ambos, Damon rodó sus ojos y Stefan suspiro, molesto.

—____, no quiero morir. Por favor— susurro Elena, llena de miedo.

—A ver, les repito. Klaus, fue como un hermano para mi cuando ustedes dos no estaban en mi vida. Me importa una mierda lo que el quiera hacer para la basura de sus híbridos. Le debo lealtad, es mi familia también.

—¡Nosotros somos tú familia!— gritó Stefan. Furioso golpeó la mesa, casi haciéndola pedazos.

—¡Los Mikaelson también lo son!

—¡Ding, ding! Bingo. Esto tiene que ver con la rubia... ¿Como es que se llamaba? Rebekah— mencionó Damon, con su clásica sonrisa arrogante.

 ¿Como es que se llamaba? Rebekah— mencionó Damon, con su clásica sonrisa arrogante

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—No la menciones— hable entre dientes.

—No tiene que ver con Klaus, tiene que ver con la rubia ¿cierto?

—Basta, Damon— me levante de la silla, tirando el vaso al piso con fuerzas. Los pedazos de vidrios se esparcieron por el piso y con la velocidad que mi poder sobrenatural lo permitía tome a Damon por el cuello, estampándolo en una de las paredes de la casa. Haciendo que temblara el lugar por el golpe.

—Rebekah...— murmuró divertido mi hermano.

Golpee su rostro constantemente hasta que las manos de Stefan me separaron de el.

El rostro de Damon lleno de sangre y aún así, una sonrisa adornaba su rostro.

—No vas a permitir que Elena muera. ¿Escuchaste? Puede que Katherine este bajo una tumba pero Rebekah debe estar más cerca de lo que pensamos y te juro que si dejas que le toquen un mechón de cabello a Elena. Primero me acostaré con la rubia asquerosa y luego le clavaré una daga al corazón— con otro golpe calle sus palabras y el no borraba la sonrisa de sus labios.

—Hablaré con Klaus. Ustedes ganaron. Váyanse a la mierda — respondí yendo hacia mi habitación.

Rebekah... nos conocimos en una elegante fiesta en el 1920.

Nos enamoramos.
Durante siglos vivimos aquel amor intensamente.
Sus hermanos se volvieron los míos.

En 1960, la rubia no estuvo de acuerdo con Klaus en un asunto familiar... la respuesta de el fue dormirla, con una daga en su corazón y guardada en un ataúd donde solo el sabe.

One Shots - Famosas y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora