Capítulo 1

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Aunque nadie puede volver atrás y lograr un nuevo comienzo, cualquiera puede empezar ahora y lograr un nuevo final.
—Carl Bard

FRANCESCA

4 AÑOS DESPUÉS
Ekaterimburgo, Rusia. 5:37 a.m.
0537, quinientas treinta y siete horas.

Se dice que cada quien elije su destino, cada quien elije su futuro y donde quiere estar, yo creo que según las opciones que te da la vida elijes la menos jodida y ese es tu destino, si, en teoría si elijes, pero es una elección de opciones antepuestas. Mi elección me llevó hasta aquí, justo en el lugar que no quería estar, pero así debía ser.

La oscuridad es lo único que me rodea junto a los sollozos de veinte mujeres, intento mantenerme serena, no quiero perder la cabeza pero es difícil estando en esta situación, no tengo una noción exacta del tiempo, pero estimo que llevamos cerca de veinte o veintidós horas encerradas aquí.

La puerta principal de la habitación se abre abruptamente y por primera vez algo de claridad entra, algunas gritan ante la acción tomándolas desprevenidas y cuando un grupo de hombres entra, todas nos movemos al rincón de la habitación con un miedo increíble, sabemos que nada bueno se viene.

—¡Prendan las luces! —grita uno de ellos y asumo que es el líder.

Enseguida nos vemos envueltas en una claridad enceguecedora luego de horas de oscuridad, él se acerca a nosotras y todas retrocedemos temerosas de lo que vaya a suceder.

El sujeto nos mira de pies a cabeza y una sonrisa morbosa se desliza por sus labios.

—Que buena pesca tuvieron, no creo que ninguna vaya para desarme, Madame Victoria estará contenta de ver esto, ¿de donde las sacaron?

—Ya sabes, las mujeres entraban gratis en el bar del centro, cuando eso pasa se llena de chicas y nada de hombres. Chicas ebrias y solas no es una buena combinación —se burla con sarcasmo.

—La semana pasada trajeron doce y ocho se fueron para desarme, tenemos que revisar bien a estas.

—Si señor, enseguida nos encargamos de eso.

—Si no hay problemas las arreglan y se las llevan a Madame Victoria, ella les terminará de dar el visto bueno, el señor llegará en una hora y las quiere listas.

—Entendido.

Las chicas tiemblan y una de ellas me toma de la mano apretándome fuertemente debido a su temor, muchas de ellas no debieron entender lo que dijeron ya que los tipos no hablaron en ruso, sino en inglés, pero se nota que la chica que tomó mi mano entendió perfectamente.

El líder nos da una repasada con la mirada y noto que una de las chicas llama su atención ya que se acerca a ella.

—No eres de por aquí, ¿verdad? —le pregunta levantando delicadamente su mentón con el dedo índice.

Esta vez habló en ruso pero la chica no le contesta, solo se limita a sollozar mientras su barbilla tiembla y sus ojos se vuelven a empapar en lagrimas.

Evidentemente no es de por aquí, todas las chicas excepto ella y yo, miden del metro ochenta en adelante aproximadamente, aunque yo paso mucho más desapercibida que ella ya que notoriamente no debe superar el metro sesenta.

—Te hice una pregunta —insiste.

La chica desvía la mirada hasta nosotras, niega con la cabeza y nos dedica una mirada suplicante en señal de ayuda, el tipo deja la sutileza y la toma del cabello fuertemente.

Última Batalla de Roma | [Roma #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora