CAPÍTULO XXII "Infancia"

230 24 22
                                    

"Infancia"

Patrick Leister:

Según los espetos aquello nos define y nos moldea para el día de mañana es nuestra crianza o infancia. Es una parte fundamental para el desarrollo de nuestra personalidad y vida. De este fundamento creció la frece maquiavélica, " Los monstruos no nacen, son creados". En lo personal difiero de este pensamiento hasta cierto punto. Nuestra infancia si es fundamental, pero a veces algunos ya nacen con el monstruo adentro, nuestra crianza solo nos demuestra si debemos sacarlo o no a flote ante la sociedad.

Agarré la pluma que estaba sobre el escritorio de pino blanco y saqué de la cajonera bajo candado uno de los tantos diarios que escribí. Esta actividad fue ordenada por mi terapeuta hace años para poder desahogarme emocionalmente sin ningún tipo de vergüenza. Apunte la pluma en el borde de la página y me detuve un segundo pensando las palabras, ¿Como me sentía hoy?, ¿Hoy era una victima o un monstruo?.

Solté un suspiró, está era la peor parte de la escritura, el comienzo.

Comencé a indagar en mi mente y el tema sobre el que quería hablar vino a mi mente por si sólo, "paternidad". Apreté con fuerza la pluma y salteando el título cómo siempre.

Se dice que generalmente para ser buenos padres se necesita un buen ejemplo de como ser uno. Mi ejemplo fue un alcohólico y vicioso hombre que nos obligaba a escondernos con mi hermana y a mi, cuándo nos encontraba nos golpeaba hasta quedar inconscientes, para él era un juego, para nosotros una pesadilla viviente. De mi madre no puedo decir mucho, la amé, pero aquello no quitaba el resentimiento que sentía por ella a veces. Una mujer amable y sumisa que permitía que su pareja nos golpeará, como dije, la quise, y en parte la entendía, al final también era una víctima de mi padre, pero con Jo éramos unos niños y ella una adulta. Ella debía protegernos sin importar nada, no viceversa.

Ahora es mi turnó de hablar de mis pecados, de la propia paternidad que yo apliqué.

Lissy. Mi pequeña, Lissy.

Intenté hacer lo mejor que pude; jugué con ella y no negaré que el niño en mí que no pudo disfrutar esa parte de la vida se alegró, de una rara forma mientras criaba a Lissy compartí experiencias que no tuve. A mis diez años aprender a andar en bicicleta no era mi prioridad por desgracia. No negaré que cometí errores porqué lo hice, se que me faltó tacto al hablar con ella de ciertos temas o en ciertas ocasiones, al quedarme sin paciencia por algún berrinche de ella, explotaba fácilmente. Cuándo te crías en un ambiente basado en la violencia es difícil aprender a dejarla atrás.

Recuerdo cuando tenía siete y rompí un plato, mi padre me enseño a puñetazos que debía tener más cuidado. A Lissy tuvieron que consolarla toda una tardé porqué en un acto de impulso le levanté la voz cuándo rompió una estatuilla de vidrio. Ver las lágrimas de mi pequeña hija evaporo cualquier impulso que sintiera de levantarle una mano. Incluso generaba horribles náuseas en mí porqué resaltaban que en ocasiones me volvía como él, y porqué aún después de muerto permitía que me siguiera jodiendo. También cabe relatar que en aquella ocasión mi Tammy me mando a dormir en el sillón por levantarle la voz a nuestra hija e incluso, por poco me echa a patadas de la casa. Estos detalles también son importantes, Tamara no era como mi madre, y si en algún caso yo me volvía como éltenía la certeza de que ella jamás permitiría que yo le hiciera a Lissy todo lo que mi padre me hizo a mí.

Cada momento que tuve con mi hija, cada juego, sonrisa o momento me demostraba que yo no era como ella y Tammy, a veces eran breves, pero igual existían. Yo estaba roto, y mis heridas aunque no lo deseara, se contagiaban y agrietaban a los que quería... Por eso aunque me replanteara mil veces el pensamiento, estaban mejor sin mi a mi lado... Más seguras, más sanas y más libres.

Los Secretos De La Familia Fox- EDITANDOWhere stories live. Discover now