CAP 46 "HAPPY END?"

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Volteo para mirar a Adrik y siento una opresión poderosa instalarse en mi pecho.

Ella gira y camina hasta donde está la cabina de vidrio de Adrik.

—¡No! —grito al sentir como ese humo se esparce por la jaula de vidrio de Adrik.

Él coloca sus manos en su nariz y trata de no aspirar ese aire que se esparce, sin embargo, su cuerpo choca con el vidrio y va descendiendo poco a poco hasta llegar al suelo.

Me toco el pecho al sentir como esa penumbrosa sensación inunda mis sentidos.

» No ahora, por favor. —repito con frecuencia en mi mente.

Trato de respirar con calma y controlar el miedo intenso que me nubla el pensamiento.

Amaranta voltea a verme y empieza a reírse, me señala.

—Me olvide decir que presentas ataques de pánico. ¡Que divertido es ver a una persona con esos episodios! —junta sus manos y baja la cabeza.

—Señor padre ayuda a esta oveja descarriada a no morirse ahora. —reza en voz alta y con mucha burla. 

Alza la cabeza y me mira a los ojos.

El vidrio se empaña de sangre por los constantes golpes que doy con mis puños.

» Confío en ti Krasivaya. —las palabras de Adrik hacen eco en mi mente.

Acompaño los golpes con patadas y suelto un largo suspiro al ver solo una pequeña grieta y delgada, en el vidrio. No detengo mis acciones para nada y sigo golpeando una y otra vez, con mayor velocidad, sin embargo, mi cuerpo tiembla y se torna más lento.

Mi corazón siente un apretón fuerte que me deja sin respiración, el ataque de un miedo constante empieza a ahogarme por completo dejándome sumergida en un pozo sin salida. Recorro el lugar y trato de distraer mis ojos dándole otra perspectiva al lugar en donde estoy.

Sonrío al recordar lo que paso hace seis meses:

—No me gustan los tomates. Su sabor es raro. —murmura Adrik haciendo una mueca al ver la salsa roja que acompañara a los tallarines.

Frunzo el ceño.

—Recuerdo que lo comiste en casa de Adler.

Adrik se acerca a mi y acaricia mi mejilla, mueve la cabeza en forma de negación ante lo que he dicho.

—Fue por respeto, pero no me gustan los tomates. Creo que los detesto.

—Así como no te gusta tomar leche o comer pescado.

Él saca la lengua y contrae los músculos de su rostro.

—A ti no te gusta el rábano. —me acusa —. Y odias el hecho de que se metan con tus gustos personales.

Asiento.

—Entonces Dimitri no te dará ni un poco de salsa de tomates.

—Por favor. —ruega y dibuja una sonrisa ladina.

—¿Quieres que convenza a Dimitri que haga otra cosa? ¿Verdad? —pregunto mirándolo con curiosidad.

Él niega.

—Ya debe estar cansado, sin embargo, podríamos decirle que queremos ir a comer a afuera solo los dos, como un almuerzo romántico con velitas y chico tocando violín.

Lo miro a los ojos y siento un remolino formándose en mi estómago.

—¿Chico tocando violín?

Inmarcesible Destino [H.R.M.A. |+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora