VII. Reencuentro

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Si alguien comparara al Shen Jiu de la novela con el actual, creería que eran dos personas totalmente diferentes, no por sus personalidades, claro que no, en ese aspecto era totalmente iguales, solo que era ilógico pensar a un Shen Jiu paseando por el mercado cargando a un bebé en una especie de cangurera de telas, y con una mano, jalando de un niño pequeño.

A varias personas siempre les pareció inusual este joven, que venía de vez en cuando y siempre con ambos niños, algunos pensaron de hecho que se trataba de un omega, pero lo descartaban por la fría mirada que desprendía Shen Jiu.

Shen Jiu agradecía, saber ocultar su aroma, obviándose problemas innecesarios, pero, aun así, por su rostro delicado, había quienes creían que se podían pasar de listos, más no esperaban que el omega les terminara dando una paliza. Al final simplemente lo dejaron de molestar.

Si la gente creía que era beta era feliz, porque no correría riesgos y tampoco sus pequeños cachorros, era lo que siempre pensaba Shen Jiu.

En un año, la gente del pueblo ya estaba acostumbrada, a ver a Shen Jiu con los dos pequeños, venir a comprar en el mercado, al menos una vez por mes. Aquellos que al comienzo buscaban pelea con el omega, solo podía alejarse cuando este venia, temerosos de recibir otra paliza, las abuelas del pueblo viendo lo joven que aún era Shen Jiu, y que se encargaba siempre de los dos pequeños, cada que venía al pueblo, se las arreglaban para que aceptar una que otras cosas, como ropitas que sus hijos ya no usaban para los pequeños de Shen Jiu, o incluso una que otra verdura, aunque Shen Jiu siempre los rechazaba, las abuelas se empecinaban en que se las llevara, y siempre terminaba aceptando, porque se ahorraba dinero.

Aunque Shen Jiu no lo supiera, su historia había sido motivo de chisme en todo el pueblo desde que llego.

"Un joven maestro que perdió a su familia y se vio obligado a criar a sus dos hermanos pequeños" La gente es ociosa y se inventa cualquier cosa, Shen Jiu nunca decía nada, y la gente solo se inventaba lo que quería, así que a las finales ese es el pasado que creían tenía Shen Jiu. Sería otra historia si supieran que era un omega, pero a vista de todos solo era "beta"

Shen Jiu, se encargó de tener a sus dos retoños siempre rellenitos y no hambrientos, él sabía de sobra lo que era escarbar en la basura por un pedazo de pan con moho, tener que soportar frio, y pelear en cada momento. Lo que no tuvo el, estaba dispuesto a dárselo a los dos pequeños.

En un año nadie vino a buscar a Binghe, y eso simplemente confirmo las sospechas de Shen Jiu, así que, sí en algún momento alguien viniera a tocar su puerta por el pequeño, con mucho gusto le daría una paliza, y lo mandaría a rodar, ya estaba decidido, Binghe se quedaba con él y punto.

Shen yuan cumplía un año, y Shen Jiu quería preparar algo para su pequeño, aunque solo era un bebé, eso no quitaba que pudiera celebrarlo, tal vez comparándole algún dulce fácil de comer para un bebé, aunque Shen yuan era tranquilo y no pedía nada, Shen Jiu aun así quería malcriarlo, y cada que podía lo consentía al igual que a Binghe.

Como de costumbre tomo a Shen yuan y lo acomodo en la especie de cangurera de telas que se envolvía en la cintura y hombros, para que el bebé no se callera, luego tomo la manito de Binghe, y estuvo listo para ir al pueblo.

Cuando llego al pueblo, todo estaba como de costumbre, todo bien bullicioso, las personas repletas caminando de un lado al otro, charlando de quien sabe que, y como de costumbre solo dio unos pasos antes de ser rodeado por las abuelas del pueblo, Shen Jiu realmente no las entendía, pero aun así no sería descortés con ellas.

—Pequeño, esta vez bajaste un poco antes de lo normal, ¿Se te olvido comprar algo la última vez?

Shen Jiu se tapó la cara con un abanico, que había comprado cuando llego al pueblo, la verdad es que le avergonzaba un poco que alguien lo tratara con cierto "cariño"

La escoria no es tan ¿Escoria?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora