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3:30

Esa era la hora que marcaba el despertador de su mesa de noche, ambos estaban sentados uno frente al otro en el piso de aquella habitación pequeña. Llevaban horas jugando aquel "entretenido juego" mientras se escuchaban aun las sirenas de las patrullas locales y posiblemente de la ciudad, en los pasillos se escuchaba muy poco al vigilante que llegaba a cierto tiempo, y eso él lo sabía gracias a que los contaba en su mente.

–Gane– susurro sonriendo de lado al ganarle nuevamente– ¿Qué haces para divertirte en este lugar?– pregunto mirando lo poco que había.

–La diversión no existe aquí– dijo suspirando– por eso juego algo tan tonto como piedra papel o tijera.

–Mmm

El castaño se levantó y observo los libros haciendo una mueca, aburrido.

– ¿No escapas a fiestas? En el bosque hacen unas hogueras muy buenas.

–No, no sé qué es una fiesta.

El castaño se volteo mirándola con ojos enormes, daba mucha risa. Era imposible creer aquellas palabras que salieron de su bonita y fina boca- posiblemente virgen-. Rio bajo mientras no podía procesarlo.

– ¿En serio jamás en tu vida has ido a una?– ella negó levantándose– pues deberías escaparte algún día.

–Decirlo es fácil, chico traficante– sonrió de lado por su mueca–si te das cuenta estoy encerrada en una habitación y una estructura muy bien cuidada, no exploro el mundo ya que tengo cadenas atadas a mis pies hasta que decidan soltarme. Cosa que también dudo– suspiro mirando la sábana blanca– no creo que pueda ir a uno en muchos años, o tal vez nunca asista.

–Nunca digas nunca, pequeño girasol– sonrió– tal vez te lleve a una.

–A penas te conozco, entraste a mi habitación..

–Sí, sí. Soy un traficante. – Resto importancia con su mano– de todas maneras puedo llevarte a alguna. Puedo prometerlo.

Amber se le quedo mirando por unos cuantos minutos. Ella no creía en promesas, todas siempre habían sido vacías, de boca para afuera sin tener sentimiento alguno. Lo sabía gracias a las constantes promesas de su superior en ayudarla en un futuro, o de la profesora que prometía sacarla de allí y nunca lo cumplió.

–No creo en promesas.

– ¿No eres religiosa?– pregunto– me ofende que no creas en promesas.

–Eso no...

No pudo terminar ya que se escuchó muchas personas en el pasillo, su puerta fue tocada con fuerza y el castaño se puso delante de ella. La prisa de esa persona era visible.

– ¡Señorita Kim, abra la puerta!– otro golpe– ¡Estamos revisando los dormitorios!

Amber y el chico se miraron por un segundo, el llevo su dedo índice a su labio indicándole silencio. Camino a paso firme hasta agacharse y colocarse debajo de la cama, hizo presión entre sus pies y manos para quedar elevado y pegarse hacia arriba por si a alguien se le ocurría mirar debajo de ella.

– ¡Señorita Kim!– brinco ante el grito y se apresuró con temor abrir la puerta– ¿Qué no oye? Estábamos tocando desde hace rato.

–Lo...Lo siento, estaba en el baño y no se escuchó– rasco brazo algo asustada– ¿Sucede algo?– pregunto al ver varios oficiales y uno que otro guardia del recinto.

–Un criminal, se metió por el jardín y no sabemos dónde está– negó con fingida molestia– puede asustar algunas de la niñas, incluso hacerles algo mucho peor.

–Por lo que verifique no hay nada– dijo un oficial– no está aquí.

–Busquen en todos lados, ese hombre se metió aquí. – Los oficiales asintieron – vaya a dormir señorita, mañana hay clases y usted anda perdiendo su sueño.

Se fue son esperar respuesta dejándola un tanto confusa ¿Cómo no se dieron cuenta que el chico estaba debajo de la cama?

Que eficiencia.

– ¿Cómo no te vieron?– pregunto cuando lo vio sacudirse.

–El hombre que observo debajo– señalo la cama– es de los nuestros, ahora solo debo ver cómo diablos salgo de aquí.

–Ósea que si tienes intenciones de asesinar a alguien y conoces al policía, quedas libre.

El castaño hizo una mueca  termino por quitar la tela de araña en su cabello.

–Debo irme, estoy algo cansado– suspiro– lamento haberte asustado de esa manera.

Camino hasta la ventana y la abrió lentamente dejando colarse al aire, este le sacudió el pelo haciéndolo reír.

–Está muy alto, puedes hacerte daño.

–No lo hare– negó riendo– no es tan alto, estaré bien. Gracias por su hospedaje mi Dama– se inclinó– pero debo dejarla en su humilde lugar para descansar– beso su mano y ella solo lo observaba con ojos brillantes– un placer, Hoseok. Hasta la próxima, girasol.

–Hasta la próxima traficante– susurro cuando lo vio bajar.  

  

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Rapunzel 🌻Jung Hoseok🌻©Where stories live. Discover now