14

337 61 79
                                    


La tarde había caído de forma lenta, dejando un paisaje naranja a su vista. Sus manos estaban juntas en su regazo mientras permanecía sentada en la ventana, tenía sus zapatos puestos y la sudadera que aquel chico le había dado hace tiempo, sentía que ya era momento, que ya estaría pronto en lo que llamaría hogar.

–Amber– volteo lentamente, una de sus compañeras la estaba llamando desde la puerta– te llama el rector, dice que es un caso urgente.

Amber solo asintió y con todo el miedo que su cuerpo pudo tener camino a paso lento, los pasillos estaban vacíos ya que se acercaba la cena, observaba los cuadros desabridos de miles de directores anteriores; aburrido. Se detuvo frente a la puerta que más temía, no por ella, sino por el hombre que tenía según "SU vida entre las manos", con manos temblorosas toco suavemente rogando porque no hubiese nadie, pero lamentablemente esta se abrió dejando ver a un hombre de lentes redondos y forma regordeta.

El rector.

–Buenas tardes, señorita Kim. Pase y tome asiento– asintió y camino, el despacho olía a cigarrillos– lamento llamarla tan tarde, me entretuve con el padre, quiero que se lleve una buena impresión. – Asintió apretando las mangas– quiero hablar acerca de algo con usted, Kim.

– ¿Si señor?– susurro tímida, sus ojos estaban cristalizándose a causa del miedo.

–Vera, usted y la señorita Kim van cumplir la mayoría de edad– hablo moviendo sus manos– como sabrá se le otorga el derecho de elegir que quieren hacer, dada sus calificaciones y buen comportamiento durante todos estos años quiero decirle que la enviare a la ciudad, para que pueda seguir estudiando– ella parpadeo lentamente– a ambas, eso sí; siempre tienen que tener el nombre de esta institución en boca– junto sus manos en el escritorio– y además de eso les tengo una pareja asignada.

– ¿Q- que...?

El hombre se levantó y dejo entrar aquel profesor que la había amenazado en la tarde, tenía una gran sonrisa y estaba de traje. Ellos hablaban de algo alegremente, pero sus oídos estaban tapados por el miedo, la rabia, la sorpresa y la tristeza de todo lo que sucedía ¿Cómo podían regalarla o venderla de aquella forma? ¿Eso valía? No, claro que no.

Sin importar se levantó de golpe causando que ambos hombre la observara, la silla había caído fuerte cuenta el piso, sus manos estaban echas puño a cada lado mientras su mirada cristalizada los observaba.

– ¿Quién se cree usted para hacer tal cosa?– hablo, su cuerpo temblaba por el llanto–usted no es absolutamente nadie para que tenga el derecho de tomarme como un objeto. ¡No tiene derecho a nada!– grito– ¡Es mi vida, mis decisiones, mis errores y lo que quiera! ¡Usted ni nadie mi impondrá nada, menos a un hombre!

Amber salió corriendo y empujando a todos a su paso, sus lágrimas saladas recorrían sus mejillas teñidas de rojo, su cabello se balanceaba mientras la brisa golpeaba contra ella.

– ¡Wendy!– grito abriendo su puerta de golpe– Wen... ¿Wendy?– su amiga no estaba, todo se encontraba en silencio y ella no estaba.

–Oh, ¿Amber?– se volteo, una pelinegra la observaba– Wendy salió a los jardines, dijo que debía hacer algo.

–Gracias– corrió nuevamente, no le importó las miradas sorprendidas de algunas por salir sin permiso a esas horas, su cuerpo se trasladó hasta los jardines donde ella estudiaba junto a su amiga– ¡Wendy!– grito– Wen...

– ¿A quién buscas?– su cuerpo se tensó, no quería voltear pero sabía quién estaba detrás de ella– estas no son horas de salida, señorita Kim. Vuelva a su habitación.

Amber dio la vuelta lentamente, el profesor de ojos azules estaba detrás con los brazos cruzados y su camisa de botones con las mangas hasta los codos. Su mirada estaba fría y seria, el brillo que le caracterizaba no estaba, solo su mirada neutra y sombría.

– ¿Dónde está Wendy?– repitió– ¿Dónde está mi hermana?

–Señorita Kim, no me haga perder mi poca tolerancia y camine de vuelta a su habitación– señalo– no son horas de estar afuera.

–Yo tampoco lo repetiré. ¿Dónde está mi hermana?– el hombre sonrió y se acercó ella.

– ¿Dónde cree?– sonrió de lado– en su cuarto, o... en el mío.

Amber abrió sus ojos en demasía y lo golpeo corriendo hasta las partes traseras del orfanato, su pecho subía y bajaba estaba agotada, pero debía llegar. La parte de residencia para maestros, profesores e incluso el rector estaban en la parte trasera del lugar. Cuando llego al pasillo observo que cada puerta tenía un apellido y llegó hasta donde quería.

– ¡Wendy!– llevo ambas manos a su boca cuando la miro, estaba atada a una silla en ropa interior. Tenía su mejilla morada y estaba amordazada, lloraba en silencio– ¡Wen!

Amber corrió y comenzó a desatar a la chica, esta negaba mientras seguía llorando.

– ¡Es una trampa!– grito apenas quito aquel pañuelo de su boca, y en efecto lo era. La puerta se cerró con llave y el hombre estaba dentro sonriendo ladino. – ¡Maldito infeliz!

–Necesitan disciplina, ambas– señala con su mano– de eso me encargare personalmente– quito su cinturón y camino hasta ellas– son niñas malas, una me grita sin pensar en sus actos... y la otra tenía la boca muy sucia– agito aquel objeto de cuero, Amber se interpuso cuando lanzo el primero dándole a la chica– ¡Ves lo que pasa cuando interfieres!– grito tomándola del brazo– aprenderás de una vez disciplina, Amber.– la tiro de vuelta al suelo y subió sobre ella tomando un pañuelo de su bolsillo– aprenderás a respetar junto a tu hermana.

Y entonces todo se volvió oscuro. 

 

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Rapunzel 🌻Jung Hoseok🌻©Where stories live. Discover now