Capitulo 1 El comienzo de todo

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Hace un milenio de años...

Un hombre de unos 20 años de  edad, da vueltas a fuera de una puerta, se encuentra preocupado, pues su mujer ya lleva 12 horas de labor de parto, no entiende porque se está complicando tanto todo, puede escuchar como grita de dolor su esposa, y se siente tan impotente de no poder hacer nada, no ha podido ayudarla ya que su cuerpo repele su magia; en momentos como este es cuando se pregunta -¿De qué sirve tener ese don único? Para nada ayuda la tormenta que se está desatando a fuera, pareciera que el cielo estuviera molesto,  hay tormenta eléctrica, él sabe que hoy es un día especial, pues en unas horas más, cuando caiga la media noche, será la alineación de los planetas, él siente que es un mal presagio, que no hubiera dado él porqué no fuera el día en que naciera su primogénito. Pareciera que cada vez los truenos caen más cerca del castillo, como si buscaran algo.

Pasadas otras dos horas, escucha un grito desgarrador que le parte el corazón, corre a la puerta de la habitación donde se encuentra su mujer, habré sin importarle que sea impropio. Acaba de dar a luz, puede ver en las manos de una de las parteras, un pequeño bulto lleno de sangre, se le congela el corazón al ver que no se mueve ni llora como hacen los recién nacidos, se acerca lentamente hasta la partera, ella al darse cuenta de su presencia lo voltea a ver y le extiende el pequeño bulto.

—Es preciosa señor  — le dice la partera —.  Mientras ve con dulzura a la bebe, solo que está dormida, el parto también ha sido agotador para ella.

— ¡Es una niña! — dice, mientras sostiene a su hija. —A pesar de estar aún llena de sangre parece hermosa, como si brillara con una luz propia, tiene abundante cabello negro y lacio, su piel es en extremo blanca, tanto así que varias de sus venas se traslucen, sin duda se parece mucho a su madre, pasa una mano por su pequeña mejilla y en ese momento la pequeña abre sus ojos y valla sorpresa la que se da, sus ojos son grandes, con pestañas largas y chinas, solo que uno de sus ojos es color azul como el zafiro y el otro verde como una esmeralda, eso le parece realmente extraño nunca ha visto unos ojos similares aun así le parecen hermosos.

— ¿Cómo esta Ellen? — mmm este señor el parto ha sido muy doloroso para ella, nunca había presenciado uno tan complicado como el de la señora. —Dice mientras mira hacia a la cama con la voz apenada por lo que dirá a continuación. — creo que solo le quedan unos minutos más de vida.

El corre hacia la cama con la bebe en brazos, la mira y no puede creer que hasta en esos momentos se vea hermosa, está llena de sudor y se ve muy agotada, tiene los ojos cerrados, se sienta a lado de ella sosteniendo su mano. — ¿Cielo?—le dice con tristeza. — Mira, nuestra hija es hermosa, se parece a ti — le dice mientras coloca a la bebe cerca de su rostro para que la mire. Ella abre sus ojos lentamente como si esa acción le causara dolor y sonríe.

Te amo — le dice en un suspiro mirándolo a los ojos.

Estarás bien solo necesitas descansar — el trata de evadir la situación, sabe que se está despidiendo, puede sentir en su mano que tiene sujeta como su pulso es débil y como pareciera costarle mucho esfuerzo mantener los ojos abiertos — también te amo, no nos dejes por favor — unas lagrimas empiezan a recorrer sus mejillas no puede creer que la esté perdiendo justo ahora que comenzaban una familia.

Cuídala —y con esta última palabra abandona la vida.

Con mi vida —presiona su mano a forma de gesto que hace una promesa, besa por última vez los labios de su esposa, se seca sus lagrimas y se levanta, entrega a su bebe a la partera para que la bañen y sale de la habitación, decidido a cumplir a toda costa esa última promesa a su esposa.

15 años después

Una mujer corría por el castillo, estaba preocupada no le gustaba ser portadora de malas noticias y últimamente esto ya era común, esa niña era inquieta y escurridiza, siempre rompiendo reglas y cosas. Ya tenía 4 horas que no sabía de ella, justo al doblar una esquina se topo con la persona que menos espera ver en ese momento. Era un señor alto de un porte indiscutible y a pesar de los años, muy guapo.

—Alicia ¿Por qué estas corriendo por el castillo como niña de 8 años?—pregunta el hombre mientras observa a alrededor de la nana — ¿Por qué no está aquí contigo?

—Este señor o lo siento solo la deje unos minutos sola en lo que iba al baño y cuando regrese ya no estaba la niña —miraba al piso sabia que el señor estaría molesto, sabía que el odiaba que la niña estuviera sola, solía ser demasiado protector.

— ¿Hace cuanto tiempo? —intentaba mantener la calma él.

—Mmmm 1 hora señor

— ¿Hace cuanto? — volvió a preguntar sabia que la nana siempre la estaba cubriendo pues le tenía mucho aprecio, era su nana desde que nació.

—4 horas señor.

Salió como torbellino, ya sabía a dónde le gustaba ir a su hija y con qué clase de plebeyos se juntaba, no entendía ese afán de su hija por buscar a ese chiquillo de pacotilla, pero ya era tiempo de poner un alto, ella ya era una señorita y no podía tener ese tipo de comportamientos y amistades, no era nada propio.

Lejos de ahí en la orilla de un lago.

—Ya vas a decirme tu nombre — preguntaba un joven  mientras observaba ese par de ojos que lo hipnotizaban.

—Vamos Salazar no le quites lo divertido al asunto — decía ella mientras acariciaba la serpiente que él tenía dibujada en su brazo izquierdo. — Me encanta, se ve tan real.

—Lo es muñeca — es así como el se refería a ella. — Anda, esta es la cuarta vez que nos vemos — lo dijo con reproche, desde que la conociera él venia a ese lugar diario con la esperanza de verla.

—Sabes que me es imposible escaparme, ya me imagino el castigo que me dará mi papa cuando se entere, pero sorpréndeme si quieres que te de mi nombre — dijo juguetonamente.

— ¿Es un trato? — quería que se lo confirmara, sabia como la sorprendería

—Claro — dijo con asombro, a sus 15 años dudaba que algo la sorprendiera, había visto a su papá hacer tantas cosas y ella misma también podía hacer cosas que dejarían a cualquiera con la boca abierta.

—Ok solo no te asustes — se puso de pie y la observo una última vez. Esperaba que no se asustara, sabía que se estaba arriesgando mucho pero sentía que con ella podía ser sincero y real, ella le inspiraba confianza.

—Waooooo — ella se llevo las manos a la boca no podía creer lo que veía, en un segundo Salazar se había convertido en una serpiente como de 2 metros, pero se veía hermoso, sus escamas brillaban, y sus ojos parecían piedras brillosas, se acerco sin miedo y acaricio la cabeza del reptil. — Realmente me sorprendiste — en ese momento se dio cuenta que ella y su papa no eran únicos.

Y como si pareciera que lo acababa de invocar sintió que la presencia de su papá se acercaba, tenían este don de sentirse el uno al otro aunque estuvieran a un kilometro de distancia, sabía que contaba con un poco de tiempo para alejarse de ahí, no quería que la encontrara con Salazar pues sabía que a su papá no le caía bien el chico. Se irguió rápido y volteo hacia el bosque.

—Salazar debo irme, se acerca mi papá — en ese momento el chico regreso a su forma natural y ella comenzó a alejarse.

— ¿Te veré pronto?— pregunto él con tristeza

—Si — contesto ella

— ¿Cuando? — exigió el.

— El sábado a la misma hora — dijo ella en vos alta pues ya se había alejado unos metros y comenzaba a correr.

— No me dijiste tu nombre — grito él en un reproche lleno de tristeza.

—Ella paró en seco, dio media vuelta para mirarlo y grito — Samanta, Samanta de Merlín.

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