Capítulo 5

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*Lo que pasa en las Vegas se queda en Las Vegas*
*Diana Dawson*

Me miré al espejo por última vez. Tenía puesto un largo vestido con corte de sirena de color rojo pasión, combinado con mi labial. Mamá me obligó a utilizar unos zapatos negros hermosos con un tacón de diez centímetros. A estos suelo llamarlos Destructores de rodillas. Mi maquillaje era sencillo, y había recogido mi cabello castaño oscuro en un peinado elegante y glamuroso, que es lo más apropiado para las bodas. Guardé mi celular dentro de mi pequeño bolso de mano, y ya estaba lista para este día tan esperado.

Entré a la habitación dónde Claudia, la maquillista, se encargaba de dejar a Astrid aún más hermosa de lo que es como si fuera posible. Astrid es mucho más jóven que Caleb, pero es una madre auténtica. Conoció a Gael cuando este tenía cuatro años y desde entonces lo ha protegido y amado como si realmente fuera su hijo.

Mi madre sonreía, pero las lágrimas se agolpaban en sus ojos y ella luchaba contra sí misma para retenerlas y no arruinar su perfecto maquillaje. Estaba realmente feliz por su mejor amiga de toda la vida. Espero que mis mejores amigos y yo sigamos siendo tan unidos cuando tengamos la edad que tienen ahora nuestros padres.
Mi madre salió de la habitación un rato después junto a mí y se sentó a beberse un café en el lobby del hotel junto a mí.

__Mi sueño es ver que tú también te cases. Que seas feliz y me des muchos nietecitos. __confesó mamá para después soplar su café humeante.

__Falta mucho para eso, mamá.__ reí nerviosa.
__¿Y no hay ningún chico por ahí que te llame la atención?

«Sí, tu ahijado»

__ La verdad es que...__intenté pensar en alguna mentira.

__No te esfuerces en intentar engañarme, cielo. Ya he notado cómo tú y Gael se miran.

Sentí como mis mejillas ardían y quise que la tierra me tragara.

__Cariño, Gael es un buen muchacho, pero ese chico no es para tí. Quiero que te alejes de él. Gael está prohibido para tí, es como el fruto prohibido del Edén, no lo puedes morder.

__ No entiendo a qué viene todo esto, mamá.

__Sí que lo entiendes, hija. Y esto es lo más serio que te he dicho en la vida. Aléjate de Gael Mackenzie. No debes verlo de la forma en que lo ves. Algún día quizá entiendas por qué te lo digo.

Mi madre se terminó su café mientras yo permanecía callada, porque al fin y al cabo,
¿Qué podía decir? Lo que sí espero es entender esto algún día, porque ahora mismo no entiendo esta extraña e incómoda situación en lo absoluto. Un rato después se fué, y yo seguía helada. ¿Tanto se me nota lo mucho que me gusta Gael?. Porque sí, es oficial: Me encanta el idiota de Gael Mackenzie.  Pero justo cuando por fin me decido a admitirlo, me sale mi mamá con que no debo verlo de la forma en que lo hago.

[•••]

El sol todavía se estaba escondiendo en el horizonte. Desde la azotea del Enclave podía vislumbrar a la perfección las tonalidades naranjas y violáceas que adoptaba el cielo. Mis padrinos habían elegido este precioso sitio para la realización de su boda porque definitivamente las vistas son más de su estilo. Algunos invitados fotografiaban las montañas cercanas y la franja que desde aquí era posible ver. El suelo de madera estaba lleno de pétalos blancos. Las luces de bistro se encargaban de iluminar el lugar y de adornarlo. Los asientos estaban acomodados en ileras perfectas frente al pequeño altar. 

Me esperaba una boda divertida, pero esta estaba siendo demasiado aburrida. Media hora después, la música de las trompetas y los violines empezó a sonar y mi madrina apareció al final de la azotea con su vestido sencillo de novia, y su impecable ramo de flores entre sus dedos. Todos los invitados nos fijamos en su increíble belleza, y en la cara de nervios y felicidad que tenía Caleb justo en ese momento. De más está decir quiénes eran los padrinos.

Tentación [En Edición]Where stories live. Discover now