Capítulo 7

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*Malditos celos de mierda*
*Diana Dawson*

No puedo creer que haya tenido el coraje de mentirle a Gael tan descaradamente; de haberle pedido que se aleje de mí aún cuando la distancia entre nosotros sea como una pesadilla hecha realidad. Ni siquiera se esforzó en ocultar la tristeza en sus preciosos ojos cafés. Me miró decepcionado, la desilución era clara en sus ojos. Pero mi madre me pidió alejarme de él, y alguna razón hubo de tener para haberlo hecho.

Además, ahora piensa que tengo un novio en Los Ángeles, piensa que Ken es mi novio cuando en realidad es mi mejor amigo. Ahora que lo menciono, pobre Kenneth, está ajeno a todo este lío, y pobre Gael que se creyó mi mentira,  y pobre yo que me estoy retorciendo en el arrepentimiento.

Todo por ser obediente.

Ojalá yo fuera Elizabeth Bennet. Me gustaría tener su valentía, su rebeldía, su coraje y su firmeza. Pero soy solo Diana Dawson, una chica común y corriente con miedo a hacer lo que su corazón le dice porque su cerebro le recuerda que es mala idea y ella en el fondo sabe que la maldita voz de su consciencia siempre tiene la razón.

Salgo a las afueras del hotel a tomar aire, porque lo necesito. Las lágrimas resbalan por mis mejillas. ¿En qué momento se supone que mi atracción por Gael se hizo tan fuerte?. Apenas nos conocemos hace un poco más de una semana. Me asusta llegar a quererle, porque es un chico divertido, bromista, aunque a la vez también es pervertido y sarcástico, e insoportablemente arrogante. Temo acostumbrarme a sus comentarios sinceros y a sus carcajadas roncas, y en general a él.

Me limpio las lágrimas furiosa conmigo misma por tener un corazón tan sensible y torpe y un cerebro tan estúpido. Y a toda mi desgracia existencial sumarle el hecho de que mi madre me prohíbe acercarme más de lo normal a Gael Mackenzie sin darme una puñetera razón.

Camino pensativa, dando vueltas de un lado a otro. Entonces de nuevo aparece de la nada Gael, buscándome con su mirada brillante. Mi corazón latía desbocado en mi pecho al verle. Todavía traía la ropa mojada y el cabello desordenado. Al parecer no soy la única que necesitaba salir a tomar un poco de aire. Al verme, siguió caminando cabizbajo. Nunca había visto su expresión triste, solo conocía su lado divertido y alegre.

Se quedó de pie a una distancia prudente de mí, y quise lanzarme a sus brazos y besarlo desesperadamente. Decirle que no quiero que se aleje, que no tengo ningún novio en Los Ángeles y confesarle que soy muy cobarde. No sé en qué momento me empezó a importar lo que este chico piense, o lo que sienta, porque nosotros no somos nada. ¿O sí?

__Ya sé qué quieres que me aleje. Yo...sólo...he.... vine a tomar aire. Si hubiera sabido que estabas aquí no hubiera venido.

Sus ojos por primera vez los veía vacíos, sin su característico brillo y sin ese atisbo de diversión que solía tener siempre, y yo estaba ahí reprimiendo las lágrimas. Luchando internamente para no correr a sus brazos. Me duele verle así.

__ Vale, eh, no importa...yo... He, ya casi me iba__ titubeo

Él me mira directamente a los ojos, con una frialdad escalofriante.

__¿Me vas a huir a la cara?, ¿En serio eres tan patética?__ eso fue como una pedrada en el medio del corazón. Tampoco tiene que hablarme así.__ No te creas tan importante, Diana. Yo estoy perfectamente bien por si piensas que salí a lloriquear o esas mierdas. No viene aquí por tí, pero de todos modos ya me voy yo.

Lo miré con los ojos más abiertos de lo normal. Estaba sorprendida. Había vuelto a ser el maleducado y descortés que fue al principio. Se pasó la mano por su cabello con frustración, de modo que se despeinó más. Me miró a los ojos unos segundos sin expresión alguna, parecía una estatua. Entonces una chica apareció de repente a su lado, agarrándolo del brazo.

Tentación [En Edición]Where stories live. Discover now