Capítulo 10

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*Vacío*
*Gael Mackenzie*

¡Ah! Estaba hecho un lío. Era como si sintiera que arrancaran una parte de mí. Estaba con mis padres y mis padrinos despidiendo a Diana en el Aeropuerto Internacional MCcarren.
Didi tenía puestos unos jeans blancos ajustados y un pulóver cortito holgado de color rosa.

Sus ojos estaban rojos, porque no ha parado de llorar. Si tan solo supiera cuánto odio que llore. Besaría cada una de sus lágrimas hasta deshacerlas con mis labios, hasta volverlas una sonrisa.

Dos maletas de color violeta estaban a cada uno de sus lados. Las personas me pasaban por en frente y por alguna extraña razón yo sentía mi pecho apretujado, porque no estoy preparado para una despedida y lo reconozco, Diana Dawson se volvió una de mis personas favoritas.

Yo traía puestos unos jeans de color gris y una sudadera blanca. Mi cabello despeinado por todas las veces que pasé los dedos entre él con frustración. Hoy me había puesto unos Tenis Nike más toscos.

__Hija, te hecharé de menos. __le dijo Marcela entre sollozos mientras la apretaba entre sus brazos.

__Y yo a tí, mami__ le respondió Didi.

__Pronto estaremos de vuelta en casa contigo, pequeña, lo prometo__ prometió Daniel Dawson antes de dejar un casto beso sobre la cabeza de Diana.

Mis padres la abrazaron al mismo tiempo cuando Daniel se separó de ella.

__ Pórtate bien princesa hermosa. Gracias por haber venido. __ le dijo mi madre mirándola con ternura. __Yo muero por ir a Los Ángeles, de hecho, aunque nosotros nos la pasamos viajando la mayoría del tiempo, nos queremos establecer oficialmente en Los Ángeles, comprar una casa preciosa para criar con estabilidad a mi bebé. Cero viajes por mucho tiempo. __mi madre le sonrió.

Y yo también sonreí ya que estaba tan sorprendido como ella. Mamá no me había dicho eso, pero siento mucho alivio. Diana Dawson no podrá deshacerse tan fácil de mí y podría apostar cualquier cosa a que no quiere hacerlo.

Sus ojos buscaron los míos y le sostuve la mirada y, entre toda la gente, solo nosotros dos entendimos las mil razones ocultas detrás de nuestras sonrisas.

Entonces, desgraciadamente una voz femenina por los altavoces del aeropuerto anunció que los pasajeros de su vuelo ya podían subir a bordo y me congelé. No podía apartar mis ojos de los suyos, aún sabiendo que los que iban a apartarse éramos nosotros.

Mis padrinos rápidamente la abrazaron de nuevo. ¡¿Y mi turno para cuándo?!

Cómo si el universo me respondiera ellos por fin se apartaron y, cuando volvimos a mirarnos sentí como si una energía se apoderara de mí y mi alrededor no existiera, y caminé hacia ella a una velocidad sorprendente, aunque para mí todo estaba pasando en cámara lenta. Ojalá sonriera ahora. Amaría ver su sonrisa de nuevo para grabarla a fuego en mi mente. Es tan linda...

«Y tú tan cursi desde hace un tiempito»

Oh, vocesita de mi consciencia, Te voy a mandar a volar bien lejos y estamos en un aeropuerto, ¡Mira qué suerte tienes!

Tendré que pedirle a mi madre que me lleve a ver un loquero de esos, o psicólogo, lo que sea, porque no creo que sea normal discutir con sí mismos.

Abracé a Diana tan fuerte como pude, y me sorprendió que ella en lugar de quejarse por mi fuerza, me devolviera el abrazo con toda la fuerza que tenía. Respiré profundamente, inhalando el olor a caramelo de su cabello y el olor a lavanda de su ropa.

__Te hecharé de menos, niñata hermosa__ susurré en su oído con la voz ronca.

__Y yo a tí, idiota Mackenzie.

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