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La semana de libertad para Jimin había durado un parpadeo. Si bien no tenía que estudiar, debía volver a trabajar. Pero no podía quejarse.

Esos días, Jungkook se había mantenido junto a él como si estuviera pegado a su espalda. Jimin debería haber estado acostubrado a su presencia, pero se había vuelto abrumador pasar de no tener casi conversaciones a estar practicamente unidos la mayoría del tiempo. No es que se quejara; la parte egoísta de Park se regocijaba al saber que Jeon pasaba más tiempo con él que con su novio.

Sin embargo, costaba mantener a raya a su corazón. Así que intentó desconectar sus pensamientos gran parte del día; no pensar en los abrazos repentinos por la espalda, en las risas compartidas que se convertían en lágrimas en sus ojos, en los momentos en que Jungkook lo miraba con cariño y sonreía. Todo era suprimido en el fondo de su mente, para que cuando la realidad destruyera su mundo de fantasía, la contusión en su pecho no sangrara nuevamente.

Por lo que no le afectó tanto cuando Jungkook dejó de perseguirlo los días posteriores a su vuelta al trabajo. Estaba bien. Era lo que iba a pasar. Jungkook volvería a estar junto a su pareja. No era como si Park esperara a que Jeon decidiera que pasar tiempo con él era la mejor opción.

Todo estaba perfectamente bien.

—Jimin, estás un poco distraído.

Levantó la vista sólo para encontrar los ojos de Hoseok. Su amigo era la alegría personificada, pero cuando estaba en el papel de profesional, podría hacer temblar hasta al militar más severo. Su corazón se saltó un latido al ver el ceño fruncido y los brazos cruzados.

—¡Lo siento! Estoy un poco cansado.

Hoseok suspiró pero asintió, señalando con la barbilla hacia una esquina.

—Lo mejor es que descanses. No queremos incidentes.

Jimin apreció que Jung intentara hablar amablemente, aunque sabía que su amigo estaba harto. Había cometido muchos errores desde el principio de la clase, e inclusive había lastimado de un pisotón a uno de sus compañeros. Por lo tanto, decidió seguir las órdenes. 

Mientras se sentaba, la pista de música arrancó nuevamente, y Jung marcó los tiempos con el clásico tarareo. Jimin se sintió profundamente avergonzado, como si hubiera sido reprendido como un niño pequeño por causar desastres. 

Así que inclinó la cabeza y se escondió entre sus rodillas dobladas a la altura del pecho hasta que la clase acabó.

Antes de que pudiera marcharse, fue interceptado por Hoseok, que tenía una mueca apenada en su rostro.

—Lo siento por lo de antes.

—Hiciste lo mejor para el grupo. No estoy enojado.

—Sí, pero... No me gusta perder la paciencia. Sé que todos tenemos días duros.

—Sin rencores ni nada parecido. —Jimin le dio una palmadita en el hombro.

—Gracias. —Hoseok sonrió y sus ojos volvieron a brillar— Noto que te esfuerzas más que los demás en cada coreografía, por lo que si te sientes muy cansado, estaría bien bajar la intensidad de vez en cuando.

Jimin asintió.

—Esta bien. No te retengo más. Ve a descansar apropiadamente. E hidrátate bien. —Jung dijo mientras daba pasos hacia atrás.

—Adiós, gracias por la clase. —saludó él.

Levantó su mochila y la botella con agua y salió a la fría noche. Tenía que caminar un tramo relativamente pequeño hacia su departamento, pero el choque de clima lo hizo resfriarse casi de inmediato.

Can I be him?  *Kookmin*Onde histórias criam vida. Descubra agora