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A la mañana siguiente, Jimin no quería salir del cuarto. Tenía hambre y ganas de orinar, pero le daba pena encontrarse con Jungkook por casualidad. No sabría qué decir o qué hacer, y estaba presintiendo que la primer charla que tendrían iba a ser 7 partes de risas incómodas y 3 de chistes mal hechos. Ya que él era así cuando estaba nervioso; se ponía en ridículo.

Pero anoche se habían confesado, y eso potenciaba sus nervios al mil. Seguro terminaría tirándose su café matutino en el regazo.

Por otra parte, Jeon había dicho que lo amaba. Y tal vez eso implicaba que, hiciera el ridículo que hiciera, Jungkook lo seguiría queriendo.

—¡Ah! —Jimin chilló contra la almohada, y pateó las sábanas con bastante brusquedad. Se enredaron en sus piernas.

El corazón se le precipitó a la garganta y de repente estaba listo para correr una maratón, como si hubiera tomado 30 energizantes.

Descansó boca arriba, mirando al techo mientras se tocaba los labios y sonreía.

Estuvo así hasta que las ganas de ir al baño le ganaron a sus ganas de esconderse. Salió de puntitas al pasillo y fue a hacer sus necesidades, aprovechando que no había señales de la otra persona.

En cambio, cuando a buscar comida, no tuvo tanta suerte. Jungkook estaba desayunando.

—Hola. —saludó al pasar por su lado. Normal. Bien controlada la voz. Jimin no le demostraría que se había convertido en el sinónimo de la timidez.

—Mmm. —contestó Jungkook con la boca llena.

Fue a prepararse su café, pero decidió que estaba muy despierto y exaltado como para agregarle eso a la mezcla. Así que decidió que té con leche podría funcionar.

Luego de hacerlo, quedó con la taza humeante en la mano, escondido detrás de la pared porque no podía obligar a sus piernas a caminar hacia Jungkook. ¿Y si lo veía y decidía que anoche fue una completa locura? ¿Y si cambiaba de opinión al ver su rostro mañanero? Jimin no se había peinado y las ojeras por no dormir bien se asentaban en su cara como una sombra permanente.

Jimin tragó saliva y respiró hondo. Era su mejor amigo, por favor. Sin embargo, Jeon poseía una información importante y sustancial, que era que Jimin estaba enamorado de él. De alguna forma, eso lo hizo sentir vulnerable.

¿Y si decidía que le gustaba más Minying, con su cara perfecta y ropa de diseñador? Jimin no tenía muchas prendas costosas, apenas sabía vestirse bien y combinar lo básico.

—Estás comiéndote la cabeza. —una voz dijo a su lado.

—¡Ay, Dios! —gritó Jimin, brincando en su lugar. La leche se derramó un poco en su mano y le quemó la piel. La agitó para secarla.

—Vine a buscarte porque sabía que estarías aquí, inmóvil.

—Yo, ¡eso no es cierto! —pasó por su lado con la barbilla en alto y dejó la taza en la mesa.

—Jimin, te conozco. Además, no podrías tardar diez minutos en hacer eso. —señaló, sentándose a su lado.

Jimin no respondió, pero sus mejillas se calentaron e intentó ocultar el rubor tras la taza. Bien, ya estaba aquí, podría intentar comer. Pero los ojos de Jungkook no dejaban su rostro, por más que lo ignorara.

—Jungkook, basta, deja de mirarme.

—¿Por qué? Ahora tengo la libertad de hacerlo sin esconderme. —puchereó, posando la barbilla en sus manos entrelazadas. Lo miró con ojos redondos y suplicantes.

Algo revoloteó en el estómago del rubio, y necesitó morderse los labios para no sonreír. Se sintió un adolescente nuevamente, emocionándose hasta con las cosas más pequeñas.

Can I be him?  *Kookmin*Where stories live. Discover now