08

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Jimin recordaba que su amigo había estado raro los días previos a la semana de tormentas. No de la mala manera, simplemente... raro. De la forma en que ves que una persona no actúa normal.

Lo atribuyó a lo que sucedía con Minying. Que su amigo se quedara mirando a la nada, o que estuviera callado no podría deberse a otra cosa que a la discusión con su pareja.

Lo notó así un par de días; abatido y perdido. Y no pudo hacer mucho para consolarlo. Hasta que volvió en sí al cuarto día de la discusión. Lo había encontrado en la cocina, silbando una canción.

-¿Todo está bien? -preguntó casualmente, sirviéndose agua.

Jungkook lo miró con una pequeña sonrisa, asintiendo. Jimin le creyó.

Parecía que las cosas habían mejorado. Quiso alegrarse. Realmente.

-Si quieres hablar con alguien, sobre cualquier cosa. Sabes que siempre estoy aquí.

-Lo sé.

-Nunca hablamos sobre sentimientos, pero no tengas vergüenza conmigo. -Jimin palmeó su brazo, juguetón.

Jungkook levantó la vista y clavó sus ojos en él. Jimin pensó que había dicho algo incorrecto, por la forma en que la mirada se oscureció.

-Sí. No lo hacemos. -respondió luego de un momento, y volvió a su tarea.

Y esa fue sólo una de las situaciones extrañas e incómodas que había tenido con Jungkook esa semana.

Ahora, cuando estaban encerrados por el aguacero interminable, y debían pasar mucho más tiempo juntos, Jimin palpaba una sensación en el aire difícil de describir. El pelinegro a veces estaba en la sala, y avanzaba hacia él decidido, pero luego retrocedía, como si lo hubiera pensado mejor. Park fingía no darse cuenta.

Jungkook iría hacia él cuando estuviera listo.

°•°•°•°

Finalmente, la tormenta de nieve llegó y detuvo la mayoría de actividades de los ciudadanos. El jefe de Jungkook, a regañadientes, le dio el día libre.

Ambos se despertaron al mediodía, encontrando sus caras dormidas en el pasillo. Jimin dormía con pijamas largos en ese época, pero Jungkook apareció tan sólo con ropa interior.

Era una de esas veces en que Jimin tenía que controlar a sus ojos de bajar por el abdomen marcado, y recorrer los músculos definidos. Lo había visto varias veces en poca ropa, pero aún no se acostumbraba a la piel reluciente descubierta. Años de entrenamiento le hicieron saber que no debía mirar a la zona sur y encontrar la v en sus caderas si no quería perder la concentración.

-Te vas a resfriar. -dijo, adelantándolo en el camino.

Subió la calefacción, ya que a la noche la bajaban un poco y abrían levemente la ventana para que el espacio se ventilata, como precaución de alguna fuga.

Jungkook tiritó en su lugar, abrazándose a sí mismo. El rubio bufó y le pasó la manta que descansaba en el sillón para que se envolviera con ella. Debía taparlo lo más rápido posible si no quería seguir babeando cada vez que Jungkook no lo miraba.

-Comamos. Hoy tenemos que limpiar el departamento. -dijo. Escuchó a Jeon protestar mientras él iba a la cocina. Una buena cantidad de nieve cubría el alféizar- A mí tampoco me gusta, pero no viviremos en un basurero.

-Bien. Pero te toca el baño, la otra vez limpié yo.

-Genial. -suspiró.

Hoy sería un día duro, empezando por el hecho de que las clavículas del pelinegro se asomaron durante todo su desayuno. Podría ser una maldición o una bendición.

Can I be him?  *Kookmin*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora