Capítulo XI

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Capítulo XI

"OH ¡VAMOS!" Gritó con todo su ser cambiando de color, del amarillo al rojo, ardiendo en rabia, casi.

"¿Alguna vez has visto a mami luna de día?" preguntaba su cuidadora, una chica de cabellos castaños, con una mirada dulce, el niño de cuatro negó, "Dicen los abuelos que la luna siempre vigila a sus constelaciones, a sus pequeñas estrellas" continuo diciendo, arrullando al niño en un abrazo, mientras caminaban hasta el balcón de la casa, "y que si un día la vez cuando el sol ya está arriba, es porque se le escapó una y la está cuidando igual" le revolvió los cabellos, causando su risita, ella admiraba la marca de nacimiento que el niño curioso de grandes ojos y mirada feliz le dedicaba, su sonrisa de ternura creció y regresó a la casa, jugando con el nene en brazos, mientras la madre luna, junto al padre sol, se reencontraban de nueva cuenta, viéndose con cariño y cuidando a la pequeña constelación que de sus manos había salido y corrió directo a la tierra.

"Su destino está escrito, Luna" Murmuró el sol

La luna le vio, con una sonrisa triste y los ojos cerrados "Lo sé" le contestó tras su velo blanco, "Solo... desearía verlo vivir feliz" Sollozó, el escándalo en la carretera se hacía presente, dos vidas se perdían y otras dos quedaban huérfanas, Miranda acogió la parte de su alma que se escapaba del cuerpo, Arturo hizo lo mismo, tratando de ser fuerte para ella, para su esposa que lloraba mientras desaparecía del azul cielo, dejándolo solo nuevamente, esperando por años su regreso.

Un campo de fuerza le impidió avanzar y llegar al niño, una figura femenina se hizo presente en la habitación, cuidando al pequeño, a su pequeño, "Vete" rugió la dama tras el velo.

Cipher soltó una risotada "¡Miranda! Que alegría verte" comentó con burla, y extendió los brazos, como si saludara a una vieja amiga sus colores regresaron a la normalidad, pero no por completo, quedando en un naranja bajo "¿Qué te trae por aquí, hermosa?" su tono era coqueto y burlesco, un gruñido se escuchó en la alcoba, Miranda agradecía haber detenido el tiempo

Un golpe resonó detrás de ellos, alertándolos, Arturo había tirado la taza del Cipher, quien la vio un puchero algo infantil, "¡Hola!" le saludo como si nada, pero Arturo por dentro deseaba matar a ese demonio.

"Oh Arturo que sorpresa verte por aquí" Su voz sonó irritada sin quitar esa pizca de burla que tanto le caracterizaba y les sacaba de quicio "Es una sorpresa verlos juntos" les guiño el ojo ¿O pestañó? Como sea, los estaba provocando.

El cuarto quedó en un incómodo silencio por algunos segundos, Arturo veía a su esposa con cariño y nostalgia, y algo de enojo hacia el triángulo parlante y ella veía molesta de igual forma al Cipher, y es que tenía que cuidar y proteger a su constelación, a su bella criatura, las risitas del Cipher fueron suficientes para interrumpir el pulcro silencio, "Vamos, Luna, sabes que no puedes interferir" el comentario la sobresalto, el muy hijo de perra había leído su mente "¿No es así como las cosas funcionan?, David hace su trabajo y ustedes solo observan sin poder intervenir en el destino de los demás" Sus carcajadas desquiciadas hicieron acto de presencia, mientras flotaba hacia atrás agarrando su "estomago", más bien, donde sus ladrillos se encontraban, Arturo estaba a punto de golpearlo cuando un chillido llamó la atención de los tres, ¿Cómo era posible que el niño estuviera despierto si el tiempo estaba parado?

"Mason" murmuró la mujer, tratando de acercarse a su hijo, siendo detenida por su esposo quien apareció detrás de ella, abrazándola por atrás, el niño le veía con confusión, sus ojos viajaron por toda la habitación hasta dar con Bill, a quien le sonrío con genuina felicidad, dejando al peluche de lado, estiró sus brazos para que el ser le cargara.

- Señor triángulo – "Exclamó" con alegría, Cipher giró el ojo y su tamaño sorpresivamente se incrementó, y bajo la mirada atónita de Arturo y la afilada de Miranda cargó al niño adaptando un ligero color rosa pastel, combinado con el naranja, el niño se pegó a él, sintiendo vagamente un calorcito recorrer su cuerpo hasta llagar a su pecho, Miranda veía como un lazo dorado conectaba a su hijo con el Cipher, maldijo y estuvo a punto de golpear al ser quien le miraba burlón, pero por tener al niño en brazos ella era la única que vio el lazo, el mundo se sacudió, y todo pareció quedar en una oscuridad, el niño cerró sus ojos con miedo, aterrado de la oscuridad, y los murmullos, Arturo lo durmió, arrebatándoselo al demonio.

"¡3 días!" exclamo una voz profunda "¿No pueden no hacer un desastre tan solo 3 días?" grito un chico de cabellos negros cuando el ambiente tomo un color blanco, David ardía en rabia, sus ojos claros tomaban un color carmín y Arturo tembló de miedo, teniendo una retirada táctica de aquellos dominios para dejar al niño en su cama, David dejó que se fuera, y miró mal a la mujer y al ahora rubio de piel acaramelada que proliferaba maldiciones al aire por que le habían cambiado la apariencia y metido en un saco de carne, suspiro antes de meterle un putazo a Bill Cipher quien se cruzó de brazos sobre su torso desnudo y marcado.

"Quién lo cambió?" preguntó el destino. 


Fin del segundo arco 

𝐃𝐞𝐬𝐝𝐞 𝐋𝐚 𝐎𝐬𝐜𝐮𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝 | 𝐁𝐢𝐥𝐥𝐝𝐢𝐩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora