Capítulo XIV

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Capítulo XIV [4/4]: "Un lugar que solo nosotros conocemos"

Y ahí estaba otra vez, parado en la entrada de una curiosa cabaña, con su toque rústico y viejo, con las paredes mohosas y el color desgastado, con el olor del bosque inundando sus fosas nasales, y el murmullo del viento en sus oídos, tan solitario, tan acompañado, la puerta detrás de él se abrió, con delicadeza, asomándose de esta una cabellera rubia, tan rubia como el brillo del sol que se ocultaba tras los árboles, acompañada de unos ojos mieles, dulces y suaves, imponentes y fuertes, tan llamativos, tan hipnotizantes, que con una sola mirada te congelan y te hacen sentir cálido, que con una sola mirada puedes hacer lo que ellos deseen.

Era un chico, el mismo que siempre veía, el mismo que su mente creaba para él, el mismo que le hacía sentir feliz y acompañado, cálido, que lo cuidaba y entretenía, al único que le podía contar sus sentimientos y emociones, la única persona que desea que fuera real, que pase su día con él, como cuando duerme, el mismo que le abrace y apoye, el mismo al que pueda considerar un amigo.

- Hola - Le saludó, girando hacia la entrada de la casa, la sonrisa que se perdía en el mundo exterior se asomaba sutilmente por su cara, con sus cabellos moviéndose acompasado por el aire, todo rastro de molestia que su hermana había provocado esfumado por arte de "magia"

"¡Dipper!" Gritó el rubio saliendo de la cabaña con los brazos extendidos, su sonrisa radiante y la alegría que él a veces siente perdida, dejando la puerta abierta, de donde se escapaba un agradable olor a dulce y piña. "¿Cómo estás?" Lo apresó entre sus brazos, dejando a Dipper disfrutar de su dulce y atrayente olor a miel, sabiendo que no le podría responder, y porque no lo necesitaba, ya sabía como estaba el chico.

Cuando lo soltó unos segundos después donde sintió a Dipper oler sin descaro alguno su cuello, lo jaló de la mano y lo metió dentro de la cabaña, dejando que el olor se hiciera más fuerte, el castaño estaba deleitado con ese aroma, lo sabía identificar y a pesar de todo, le sorprendía que el rubio supiera que es lo que le gustaba.

- ¿Es pay de piña? - Preguntó cuando lo soltaron en la entrada de la cocina, el chico de tez acaramelada asintió.

Dipper veía como se movía el chico por toda la cocina, con elegancia y un toque mágico, guardando en una pequeña cesta para picnic unos refrigerios, platos, vasos, cubiertos y el pay de piña, un jugo de naranja y uno que otro chocolate, siendo todo eso tapado con una manta, los orbes miles se posaron en su ser, su "amigo" le extendió la mano, invitando a cargar la cesta. Salieron de la cabaña entre una amena charla sobre misterios y libros de suspenso, con una pequeña radio reproduciendo canciones del agrado de ambos, tomando un camino vacío, que conocen como la palma de su mano, tan tranquilo y pacífico, tan lleno solo por ellos dos, con el trinar de las aves, que se preparan para ir a dormir, con el viento como una caricia, menos fuerte que antes, con el ambiente repleto de risas y sonrisas, café y miel combinados, como si fueran las únicas personas en ese lugar, como los mejores amigos que Dipper soñaba que eran.

El camino no era largo, tampoco era corto, pero era lo suficiente para que se perdieran en su mundo, las hojas crujen bajo sus pies a medida que avanzan, las ramas forman arcos entre sí, las flores caen, en un danzante movimiento, hipnotizante y bello, como la naturaleza misma, la tierra debajo de sus pies, pasa a ser más clara, cambiando de colores hasta llegar a ser dorado, con el reflejo del ocaso, los árboles van abandonado de apoco el camino, los olores se acentúan, el primero en salir corriendo es el castaño, quien ríe como un niño otra vez, él no había reído así cuando era más chico, dejando la canasta de lado, con cuidado, quitándose los zapatos bajo la atenta mirada de su acompañante, quien reía, y Dipper se llegaba a preguntar si todo era una verdadera mentira, porque al llegar la mañana, la felicidad se quedaba albergada en su pecho, y los recuerdos en la mente, le alegraban, cuando parecía que la solitaria rutina de siempre se hacía presente. Se giró, con los ojos brillando en emoción.

"B...." Le iba a llamar cuando todo se oscureció, la luz del medio día lo cegó, la emoción desapareció de su pecho, su sonrisa igual, él ya no estaba ahí, en ese lugar que le hacía feliz, él ya no existía en ese plano que tanto amaba visitar, lo último que vio de aquel que era su amigo, fue su sonrisa.

"Dipper..." Le sacudió Melody con cariño "Cariño, baja a almorzar" le sonrió, guardando al Sr. Triángulo, justo cuando Mabel entraba a la camioneta feliz en busca de su hermano.

Por que fue ella al final de cuentas quien le despertó

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𝐃𝐞𝐬𝐝𝐞 𝐋𝐚 𝐎𝐬𝐜𝐮𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝 | 𝐁𝐢𝐥𝐥𝐝𝐢𝐩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora