Capítulo XX

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Capítulo XX:

"Entonces ¿Cómo planeas sobrevivir sin mí, cuando fui yo quien te puso en ese pedestal?"

⸻⊱♡⊰⸻

Cuando Dipper se despertó, su mundo se sumió en dolor, un dolor abrazador que lo calcinaba de adentro hacia afuera, con un sentimiento caliente, casi hirviendo, indescriptible y difícil de pasar por alto, imposible de acallar aunque su voz sea casi inexistente, porque como cada vez que cae en enfermedad, comprende que no hay ayuda para darle cura, que su voz no le iba ni le sirve de nada, pero en esos momentos, le obliga a desgarrar sus cuerdas vocales en un alarido, lo más alto que su pobre condición le deja, gritos de agonía y dolor, gritos de ayuda que se rebotan entre las cuatro paredes de su habitación, ecos que exclama sufrimiento, sellados con las marcas de sus lágrimas que caen por sus mejillas, como gotas de rocío que se escurren por lo vidrios de las ventanas cada noche de neblina, perladas gotas de sal que nunca abandonan sus ojos, que bajan de ellos y los limpian, noche tras noche. Pero Dipper no puede concentrase en eso y ni en nada, solo piensa en el calor emanando de su cuerpo arqueado y contorsionado en el colchón, la humedad entre sus piernas, en el olor a petricor que va llenando el aire de la habitación y la horrible sensación que algo estaba cambiando.... Cambiando dentro de él.

Y el pánico inundó a Dipper porque él no se quería seguir sintiendo así, él no quería que algo, sea lo que sea, cambiara, porque eso significaría que su inocencia se corrompería, que lo abusarían y desecharían, que sería diferente.

Porque él aprendió que lo diferente era malo, y ya tenía muchas cosas malas en su vida.

La vida de Dipper se basaba en ser el hazmerreír de su hermana, un títere para el eterno entretenimiento, porque Dipper no tenía amigos, no tenía vida, voz y voto, pero sobre todo, él no tenía memoria, no tenía esa parte esencial que lo hacía ser él, no se tenía, y cuando más lo necesitaba, cuando el dolor de ser persona se volvía insoportable, no podía ahondar en sí mismo, sumergirse en los recuerdos felices, en los momentos brillantes, en el porqué de su personalidad que desesperadamente buscaba crear, dejar de ser un cascarón vacío en el plano existencial, porque a veces, soñar le costaba, caro, demasiado caro, perdido en la amistad creada en el subconsciente, en el mundo ideal, en su utopía.

Porque el dolor lo volvía loco, porque el dolor le hacía llorar, suplicar y buscar refugio, porque sabía que no duraría mucho. Sus ojos se giraban a su cabeza, cuando corrientes de algo, corrientes eléctricas, explotaban desde sus caderas a su cabeza, y el mundo le parpadeaba, negro y blanco, blanco y negro, manchas grises uniéndose a la pizarra, colores revueltos que pierden sus tonalidades, degradándose a la nada, la nada misma que lo absorbe, la nada misma que le reclama, porque sabe que pertenece ahí, porque él no es y nunca será, nada.

Y es que Dipper sigue luchando contra la inconsciencia mientras se planeta si este es el final de su vida, de su tiempo y el camino a la felicidad, se plantea si ese dolor, será el dolor final que sienta en su vida, si será todo, si ya no habrá más, porque él desea que ya no haya nada más, cero dolor, cero sufrimiento, cero tristeza y melancolía, extendida por sus huesos, como enredaderas en las paredes de la cabaña que definitivamente extrañaría, enredadera plantadas por él, por el amigo que su mente proporcionó en el momento de desesperación, el amigo que nunca tuvo, el que le enseñó a reír, amar y apreciar, lo que nunca realmente tuvo.

Porque definitivamente lo extrañaría a él, sin importar nada más.

Extrañaría a William

Extrañaría a su Bill

Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill, Bill.

Ojalá estuviera ahí con él, porque Dipper lo deseaba con tanto fervor, tenerlo a su lado, tenerlo siempre a su lado, porque sabe que siempre está con él y eso le agrada, lo extraña, lo extraña, lo extraña demasiado. Y Dipper sonríe, porque sabe que cuando queda inconsciente, lo único alojado en su mente es él, él y su sonrisa, él y sus bromas, él y su gracioso sombrero de copa, abrazándolo en un calor reconfortante, sólo estando ahí.

Y tal vez, así, la oscuridad ya no le asusta ni le aterra, porque sabe que en la oscuridad encontrara un consuelo.

⸻⊱♡⊰⸻

Pero Dipper no sabe que él es el ojo que todo lo ve.

Y Dipper tampoco sabe, que él todavía sigue obsesionado con el niño que compartió alguna vez, un hilo dorado.

Un hilo que cambió su destino para bien y para mal, un hilo que los conecta y moldea, porque sólo aquel que sabe el sufrimiento del niño, teme por que hay algo saliéndose de sus manos.

Sus destinos, escapando de las manos viejas y cansadas del propio Destino...

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𝐃𝐞𝐬𝐝𝐞 𝐋𝐚 𝐎𝐬𝐜𝐮𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝 | 𝐁𝐢𝐥𝐥𝐝𝐢𝐩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora