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Los odio a todos

No puedo creerlo, yo estaba de muy buen humor, organizando las cosas que me llevaría en la maleta para tener todo listo para cuando llegara Mix a recogerme, y de la nada mis hermanos y las chicas se aparecieron en mi recamara para meterme ideas en la cabeza, que jamás se me hubieran ocurrido a mí, y ahora no podía dejar de pensar en que quizás tenían razón y yo era un idiota por no pensar antes en ello.

¿Sera posible?

Sentía mi rostro arder, si así me ponía con solo suponerlo, no quería saber cómo me pondría si en realidad llegaba a suceder, me mordí el labio inferior antes de regresar de nuevo hacia mi cama, y me quede contemplando la bolsa que me había dado P Puimek, negué con la cabeza, tome el regalo y estuve a punto de echarlo al bote de basura, pero Ciize me lo arrebato.

- ¡P! – me grito justo cuando introducía la bolsa dentro de mi maleta, yo intente detenerla, pero me lo impidió dándome un fuerte pisotón con su tacón - ¡Deja de portarte como un niño!

Yo lance un alarido gutural por el dolor, me habia dejado caer en la cama y rápidamente coloque sobre el colchón mi pobre pie herido para darle masajes, tan concentrado estaba en mi tarea que tarde varios segundos en darme cuenta de que Ciize se me miraba en estado de shock.

Le pregunte que sucedía, mas ella parecía perdida en su propio mundo, y eso me asusto, nunca la he visto tan desconcertada por algo, le tome de las mejillas y le hice que me mirara a los ojos, ella tardo un poco en que su vista se enfocara en la mía, pero cuando lo hizo, lagrimas comenzaron a derramarse por sus mejillas.

Me dio un ataque de pánico al verla así, por lo que corrí hacia mi escritorio, tome unos pañuelo, regrese a su lado e intente limpiarle el rostro, mas ella se lo habia cubierto con ambas manos y me imposibilitaba la tarea, incapaz de saber qué hacer, le di unas pequeñas palmadas en su hombro, pero eso hizo que llorara más y que yo quisiera desaparecer, desesperado quise ir en busca de Khao para que el la calmara, no obstante, Ciize al notar que pensaba dejarla sola, me sujeto de la muñeca.

- ¿Desde cuándo? – la pregunta me confundió, yo ladee la cabeza hacia un lado mientras me encogía de hombros, ella soltó mi muñeca y después de tomar una gran cantidad de aire, volvió a mirarme - ¿Desde cuándo puedes emitir gruñidos?

Ante sus palabras caí en cuenta de que cuando me dio el pisotón, me deje llevar por el dolor y fui descuidado, dejando que la voz que estaba comenzando a volver a mí, fuera escuchada por ella, avergonzando por ser descubierto, baje mi rostro e intente explicarle que no tenía idea de a que se refería.

- ¡No me mientas, P Earth! – esa era la primera vez en que mi hermana me levantaba la mano y yo no podía creer que me hubiera abofeteado, sus ojos mostraban mucha ira contra mí – ¡¿CÓMO PUEDES SER TAN EGOISTA?! – me señalo con el dedo - ¿NO PENSABAS DECIRNOS? ¿O QUE DEMONIOS PENSABAS? – más lagrimas recorrían su hermoso rostro y yo dio un paso hacia ella, y como respuesta conseguí que ella retrocediera uno – Has sido muy cruel, P......

- Cii.......ze.... – hice mi mejor esfuerzo para que su nombre sonara coherente, ella me miro con el ceño fruncido – Por...... fa....fa...vor....

- ¿Cuánto tiempo pensabas ocultarlo?

Trague saliva ante la dureza de sus pablaras, tomando aire, comencé a relatarle desde el primer día que me di cuenta de que podía emitir sonidos, que fue algo que me sobrecogió y que no sabía qué hacer, también le conté que decidí no decirles porque no quería que tuvieran esperanzas y solo fuera una falsa alegría, le confesé que en las noches practicaba como hablar y así fue como habia comenzado a mejorar, aunque no era del todo perfecto, pero era mejor que nada y que no me gustaba verla así, porque no lo hice con mala intención, solo quería salvarlos y salvarme de algo que podía ser muy bueno y a la vez podía ser malo.

El Arte de las PalabrasWhere stories live. Discover now