𝐎𝐑𝐈𝐆𝐈𝐍𝐒 - 00

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Invierno de 1993, palacio imperial, Washington D

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Invierno de 1993, palacio imperial, Washington D.C.

Cuando el protocolo de coronación por fin había terminado, y el cielo estaba de un hermoso negro acompaño de la luna, la nueva emperatriz entraba a su habitación masajeando su cuello en movimientos circulares, los pequeños espasmos que estaba sufriendo como secuela de estar todo el día de pie y con la frente en alto apenas estaban llegando, pero aún así, con tanto agotamiento físico y dolor presente en su cuerpo la sonrisa que tenía en su rostro no desaparecía por nada en el mundo. Había sido un día importante, por nada en el mundo dejaría que está fuera borrada.

Con la tenue iluminación de la lámpara que reposaba en el mueble de su habitación esta caminó hasta quedar frente al perchero de madera, dejando en este el blazer de su traje oscuro. Dando una leve mirada en la alcoba vió como en su cama, ya vestida con su pijama, su esposa estaba sentada pacíficamente, leyendo un libro del cual desconocía su contenido, pasando hoja por hoja lentamente.

-¿Que estás leyendo? -preguntó, la mujer sentada alzó su vista- Debe de ser algo super interesante dado el hecho de que no me esperaste para ya estar en pijama.

La mayor, dejando el libro de lado se recostó por completo, dejando el lado izquierdo de la cama vacío. Está sonrió ladinamente, disfrutando del pequeño berrinche que la adulta hacia.

-Un manual para la crianza de los niños, me lo dió mi madre hace unas semanas -respondió la mayor, arropandose por completo con las blancas sábanas- ¿Por qué tardaste tanto en venir?

La menor, dejando la actitud infantil de lado se desvistió por completo, tomando un par de prendas básicas de su closet para ponerselas rápidamente. -Estaba despidiendo a mis padres -respondió ella- Se irán se viaje a Europa esta noche como su plan de retiro, así que le estaba pidiendo un par de consejos extras a mi padre antes de que se fueran. Ya sabes...

-¿Aún no te sientes lista para ser la líder de toda una nación? -preguntó riendo, la menor solo bufó levemente- Anda, Haseul, prácticamente te has estado preparando para esto desde antes de tu nacimiento, no será tan difícil como lo crees, eres buena en esto.

-Siempre y cuando tú estés a mi lado apoyándome haré lo que sea -concluyó la menor, está se acostó en el lado de su cama y con un pequeño aplauso las luces se apagaron- Eres mi esposa por algo, ¿No es así, Jo Kahei? ¿O debería llamarte Vivian? ¿Vivi? ¿O simplemente cariño?

Kahei asintió sonriendo, tomando el rostro de su esposa entre sus manos para darle un cálido beso que terminó pocos segundos después. Haseul sonrió estúpidamente antes de soltar un pequeño suspiro.

-Lo soy, llámame como quieras, esposa mía -respondió la mayor- ¿Te fijaste que la bebé estuviera durmiendo, no?

Haseul asintió. -De todos modos, si despierta, su habitación es la siguiente, si o si escucharemos su llanto, estará bien -respondió- También traje ese pequeño aparato de vigilancia parental. Solo por si acaso.

-Excelente. No quiero despertar en la mañana y que la bebé me este mirando con ese ceño fruncido que heredó de mí solo por qué no la escuché u olvidé despertar para alimentarla a mitad de la madrugada.

Haseul largó una suave carcajada ante las palabras de la mayor, atrayendo el cuerpo de Kahei hacia ella por la cintura para luego dejar un tierno beso en su frente. Kahei suspiró aliviada, totalmente enamorada.

-Duerme como un tronco, no despertará hasta que el sol salga -dijo Haseul- vamos, hay que dormir. Mañana habrán muchas cosas por hacer.

Y así, con un pequeño beso de más y en un susurro dónde ambas se desearon dulces sueños las dos mujeres se durmieron, cayendo de inmediato en un profundo sueño. Un sueño tan profundo en el cual ninguna de ellas escuchó como ese aparato comenzó a soltar una pequeña interferencia combinada con leves llantos infantiles.

Siendo la noche y la luna los únicos testigos de aquel suceso.

Siendo la noche y la luna los únicos testigos de aquel suceso

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𝐎𝐑𝐈𝐆𝐈𝐍𝐒 | ˢᵃⁿᵃ ʸ ᵗᵘ Where stories live. Discover now