[ ꜰ ɪ ɴ ᴀ ʟ ɪ ᴢ ᴀ ᴅ ᴀ ]
Minatozaki Sana es la primera ministra electa de Japón, subestimada y menospreciada únicamente solo por ser la primera mujer en la historia en obtener este cargo.
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Hwang T/n es una huérfana que regresa a su país de orige...
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Ambas mujeres miraban a distintos tipos de hombres comunes y soldados fuertemente armados caminar de un lado a otro en el enorme avión de carga. Tan solo había pasado una semana desde que T/n y Sana habían sido secuestradas, y, casi después de lo que pareció ser una eternidad, por fin las habían sacado de ese terrible lugar oscuro y frío. Las dos estaban amordazadas, pero de manera irónica las tenían en una especie de lugar acolchado, y además de estar siendo vigiladas constantemente también las atendían para cualquier necesidad que tenían, eran una carga valiosa, no podían permitirse dañarlas.
T/n cerró sus ojos al sentir como el avión se sacudía violentamente, la azabache menor sabía que las turbulencias fuertes eran algo normal, pero al ser la primera vez que había tomado un vuelo en contra de su voluntad y en calidad de rehén las cosas eran muy diferentes, cualquier cosa podría mala podría ser el fin. Más aún cuando frente a ti tienes a un sujeto musculoso, con un rostro desagradable y que sostiene un arma tan grande como su brazo apuntando hacia ti todo el tiempo. Bastante jodido.
Sana, por su parte, mantenía la calma todo lo que podía. No era la primera vez que está se encontraba en una situación similar, de hecho, cuando era más joven la japonesa solía ser intimidada en su época de escuela preparatoria, al no contar con el amor de sus padres desde una edad temprana -básicamente por qué ella y su hermana eran huérfanas desde niñas- había causado que fueran el objetivo principal de los acosadores; algunas veces solo eran a puño limpio, otras veces con objetos más peligrosos y solo una vez fue retenida durante veinte minutos contra su voluntad por una chica que usaba un arma traumática. Así que de una manera extraña Sana ya estaba acostumbrada a eso.
La japonesa miró a su chica con pesar, y recordando con añoranza los ya lejanos recuerdos de sus cortos pero hermosos momentos juntas en el palacio. Sana nunca esperó llegar a enamorarse de otra mujer, menos de una extranjera, pero T/n había llegado a su vida, con su linda sonrisa y aquella actitud noble pero narcisista habían cautivado su corazón. En el poco tiempo que ambas compartieron (casi un mes completo) la japonesa no pudo evitar caer rendida ante los encantos de la linda secretaria de la emperatriz. Aunque recordandolo bien, aquella mujer ya no era una simple secretaria, T/n era la princesa que fue secuestrada siendo una bebé, la hija mayor de la emperatriz Haseul. Sana frunció el ceño y sacudió su cabeza, ese no era el momento para pensar esas cosas, esta como pudo se acercó hasta T/n y recostó su cabeza junto a la de ella, dándole ese apoyo que tanto necesitaba y reconfortandola.
T/n agradeció internamente el gesto de su chica.
—Mijaíl dice que pronto estaremos aterrizando en Copenhague -musitó uno de los hombres que estaba allí hacia Yuri, que apenas estaba saliendo de uno de los cuartos del avión- En unos veinte minutos aproximadamente.
Yuri asintió, luego dirigió su vista hacia T/n y Sana. —¿Hay noticias de Vladimir? -este pregunto.
