Capítulo 5. Enojo

130 24 10
                                    

Su uniforme estaba pegado a su cuerpo, parecía ser un chico bastante popular, el sin duda era como yo, una cara bonita con varios secretos ocultos.

Las chicas parecían estar muy entusiasmadas con mi presencia, el sin duda podía ser un buen activo si lo quisiera, me acerqué a él, levantando más murmullos, juntos eramos unos chicos atractivos que sin duda eran una buena mancuerna.

Varias chicas se acercaron queriendo conocerme, el salió de las regaderas y cruzó su brazo en mi cuello, su shampoo olía delicioso, mire a otro lado, tratando de disimular mis malos pensamientos, el sin duda era un chico listo, que terminó aceptado la invitación de ir por unas bebidas gratis, con aquellas chicas.

Terminamos bailando en unos de los centros nocturnos de la ciudad, ambos con una chica del brazo, no entendía su comportamiento, solo seguí el juego, ahora pienso que quizá, aceptarse abiertamente gay, no era fácil, quizá era su forma de regresar a lo que pensaba que era normal.

La música estaba a lo alto, cuando el desapareció con aquella chica, sabía lo que estaba haciendo, y eso para mí era demasiado, lo vi darse varios besos nada inocentes, eso terminaría en un lugar, y no quería verlo, mi acompañante era agradable y linda, pero para mi la actitud del nipon estaba siendo artante, no eramos nada, quizá no tenía derecho a reclamar nada, pero supongo que me había dejado en claro que aquello que ocurrió no volvería a repetirse.

Seríamos solamente lo que JJ, llamaba compañeros de caza.

Sin embargo aquella actitud llegó a enojarme lo suficiente, dejando aquel lugar con un claro sentimiento de artasgo, caminé a una tienda de autoservicio, pedí una botella de agua y un par de cigarros, caminaba por las calles fumando y queriendo patear lo que sea que tuviera enfrente.

Mi celular vibró insistente, su nombre apareció en la pantalla, lo apagué de inmediato, pensando que sin duda, estábamos mejor siendo nada.

Los días pasaban, comencé a frecuentar los diversos bares de la ciudad, en compañía de JJ, me enseñó toda clase de tácticas, éramos demasiado jóvenes para entender, que de nada sirve amanecer con personas diferentes, si cuando se caerá tu mundo, ninguna de esas personas se queda a tu lado.

Siempre terminaba llevando a JJ, totalmente borracho a su departamento, cerraba la velada con un cigarro.

Yuuri varias veces mandó mensajes, que no contesté, creo que me sentí un poco fuera de lugar, al verlo con alguien mas, habíamos compartido una experiencia sexual, y tontamente pensé que aquello era la antesala de algo, jodido idiota.

Una noche de verano, salí de nuevo con aquel chico escandaloso, fui abandonado a los pocos minutos de entrar, miré mi reloj, apenas eran las 10, pagué la cerveza que había bebido, cuando frente a mi apareció aquel azabache, no estaba vestido de chica, se cruzó de brazos impidiendome seguir mi camino.

- Pensé que algo te había pasado, simplemente no contestaste más mis llamadas o mensajes - vi su cara y al oír su tono de voz, estaba molesto, en contestación prendí un cigarrillo, siguiendo  de largo, sus pasos se escuchaban tras de mí - Viktor... Carajo.. Te estoy hablando...

- No parecía importarte mi presencia aquel día... Porqué te importa ahora?.

- Estaba borracho, y estoy consciente que mi actitud fue demasiado contradictoria.

- Quizá no eres gay... Solo eres un chico que quería experimentar, a ver que se sentía joder a otro chico, pero es obvio que no seré tu material ilustrativo.

- A ver, a ver, para el tren...

- Para el tren tu, Katsuki.

- Solo porque casi nos acostamos una vez no te da derecho de criticarme....

- Tienes razón... Ni a ti te da derecho de enojarte, si no contesto tus mensajes.

- Eres un idiota Viktor...

- Si lo que sea... - lo deje solo, seguí mi camino, eso pareció enojarlo, corrió hacia mi, empujandome.

- He estado llamándote, mandandote mensajes como un idiota... Y solo dices esto?, idiota!!.

- No tengo la obligación de contestarte, así como tu tampoco tienes la obligación de darme cuentas si te metes o no con una chica.

- Idiota!!.

- Idiota tu Katsuki - volvió a empujarme - basta!!.

- Basta tu!! - parecíamos una de esas parejas que comienzan a discutir en medio de la calle, di la vuelta ignorandolo de nuevo - he estado pensando en ti... - su voz era pequeña, comencé a reírme.

- Oh vaya... Pensabas en mi y te vi comiéndote a esa chica... Basta ya... Deja de jugar.

- Yo de verdad pensé en ti - me detuvo, me jaló de la playera y me besó, fue un beso demasiado fuerte y lleno de desesperación, sin duda habernos conocido era un corto circuito, habíamos peleado, y terminábamos besándonos en medio de la calle.

Aquello culminó de nuevo en aquel hotel, en la habitación 43, éramos dos jóvenes temperamentales, que no queríamos admitir, que nos gustabamos demasiado.

Dos jóvenes que debieron conocerse cuando, fueran lo suficientemente maduros, con los ideales y todo asentado, pero que se conocieron cuando a penas estaban entendiendo el mundo.

Aquella noche de nuevo, no pudimos cruzar la línea, pero el simple roce de nuestra piel, el simple toque de nuestros dedos nos bastaba para sentir que tocábamos el cielo.

Comenzamos a salir, no había ninguna palabra que definiera lo que teníamos, solo éramos unos idiotas que se acompañaban, que no aceptaban que se gustaban, pero que al vernos con alguien mas, era cuando las recriminaciones salían a la luz y arreglabamos nuestra pelea, siempre en la habitación 43.

Conocí los músculos de su cuerpo y aquella cicatriz que tenía en una de sus piernas, sus sueños y anhelos, aprendí su música favorita, y me grabé su perfume en mis fosas nasales, adoraba verlo jugar seguro de sí mismo, ese chico, con el cual no tenía un nombre definido, se convirtió en algo más que una conquista de una noche.

JJ, se reía de ello, para el, Yuuri estaba en la puerta de mi vida, no entraba, tampoco se marchaba, para el, el azabache estaba estorbando, pedía derechos, aunque el no quería cumplir obligaciones, era una especie de relación complicada, lo sabía bien, pero sucedió lo que no debía, me enamoré.

El Chico Que Abrazaba Mi EspaldaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora