Capitulo.11💙💜

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-¿Tuviste hijos?

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-¿Tuviste hijos?

-¿Por qué lo preguntas?

-Tocaste tu vientre

-Oh eso, si tuve un bebé

-¿Dónde está?

-No lo sé, desapareció junto a toda mi familia, y mi pareja

-Espera, eso... ¿Quiere decir que tuviste un bebé a los 18?

-Los jóvenes cometen errores, pero siendo sincera, ese fue el mejor error de mi vida

-¿Sabes cómo era? ¿O podría ser?

-Supongo que tendría, mis ojos o el de su padre, no lo sé.

-¿No quieres encontrarlo?

-Aunque lo o la encontrará, no sabría de mí, además mi marido murió hace tiempo

-¿Cómo estás tan segura?

-Porque yo vi su ejecución - dice con una sonrisa triste-

Chuya no sabía que decir, solo desvió la mirada, a lo que Kouyou se acercó y acaricio sus cabellos reconfortándole un poco, para después marcharse, Chuya suspiro y decidió volver a cambiar sus ropas, daría un paseo por los techos del palacio, tal vez observaría el cielo como lo hacía en su casa.

Pero algo le incomodaba, Esos nombres, aunque sean una bendición, no hacían más que obligarlos a cumplir un destino que no querían, le irritaba la idea de tener un propósito en la vida y después de cumplirlo ser desechables, eso es lo que pasó con Dazai, cumplió su propósito, después de eso, él nada más debía continúar viviendo, siendo ofendido por su nombre.

Cuando termino de vestirse, no lo dudo ni un momento y subió a los techos, se maravilló con aquel paisaje, el palacio de las maravillas resplandecía, era sumamente atrayente, siguió su paseo y su vista ahora se fijó en su lugar de nacimiento, se veía muy pobre y desolador, parecía que una tormenta de arena podía arrasar con ella en cualquier momento.

Decidió tomar un pequeño descanso, y juguetear con su daga, la lanzaba al aire y está volvía a aparecer mágicamente en su mano, tocaba el filo de esta y por más que la pasará por su mano con fuerza nunca era cortado, no importaba que, eso era una clara señal que está no le dañaría.

De la nada con el silencio de la noche se escuchó una leve canción, Chuya se sorprendió no esperaba que alguien cantará por esas horas, pero como toda buena persona la curiosidad ganó, así que se acercó a donde se escuchaba esa voz, notando que se trataba de un hombre.

Al estar lo suficientemente cerca, se dio cuenta que todo era fino y de buen gusto, se acercó un poco a la entrada y ahí pudo notar a cierto castaño recargado en un escritorio con varios papeles, mientras su mirada se fijaba a la nada, mientras cantaba algo, Chuya ahora era consientes de lo que decía

Noches en ArabiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora