Déjenme contarles una historia, pero no una cualquiera,si no una que se sitúa en las más calorosas y peligrosas arenas del desierto, donde en un descuido, puedes perderte, entre todo aquel lugar un reino había, donde el sultán era muy bien respetado...
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Ambos miraron a la persona, Dazai se veía sombrío, si bien no mostraba alguna emoción se podía ver un aura abrumadora detrás de él.
-No estés celoso hermano, ah, cierto no puedes tener emociones
-No te hagas el gracioso - le miró enojado- No deberías creer esos chismes, eres alguien de renombre.
-El deber de un sultán es escuchar a su pueblo y ver lo que es más conveniente para él
-No hables como si merecieras ese título
-¿Y tú si?
-Nakahara Chuya - El mencionado le miro- pensé que te había dicho que volvieras al harem, al final te fuiste con Fyodor
-No es como lo estás pensando
-¿Desde cuándo tienes el derecho de dirigirte así a mí?
Chuya apretó sus puños, estaba enojado, se separó algo brusco del peli-negro y se dirigió a los pasillos, no sin antes darle un toque en el brazo al castaño, haciendo que este le mirara con una cara de enojo y preocupación, claro que solo él de menor estatura noto.
-Deberías dejarle ser, no es un animal o un objeto
-No eres quien para hablar, después de todo tú ves todo como una ganancia
-Los dos lo vemos de esa manera
-Al menos yo soy consciente de lo que hago - sé cruzó de brazos el castaño - ¿hasta cuando seguirás con ese juego?
-No sé dé que hablas
-De quitarme lo que amo
-Ya no somos unos niños para hacer eso
-¿Por qué estabas usando tu don con él?
-Oh lo notaste, así que estabas viendo casi desde el comienzo
-Responde
-Solo quería hacer algo para él, la muerte y la vida son cosas tan hermosas, aunque odie las cosas tan banales, solo quise darle un pequeño regalo
-Sé lo que haces, no eres un simple ángel, eres un ángel de muerte, tú decides quien vive o muerte
-Solo quería probarlo, no te enojes solo por quitarle un beso, él insistió
-No fue lo que yo escuche
-Cosas más cosas menos
-Aléjate de él
-¿Qué pasa si no lo hago? No tienes un don
-Estás advertido
Sin más el castaño se retiró, por su parte Fyodor solamente sonreía en grande, tenía una forma de entretenerse.
Por su parte Chuya volvía a estar maldiciendo por los pasillos, aunque de la nada se detuvo mirando hacia atrás y alzando una ceja, negó para seguir su camino, más volvió a detenerse, suspiro y se cruzó de brazos.
