Déjenme contarles una historia, pero no una cualquiera,si no una que se sitúa en las más calorosas y peligrosas arenas del desierto, donde en un descuido, puedes perderte, entre todo aquel lugar un reino había, donde el sultán era muy bien respetado...
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Un día a plena mañana, un chico de cabello naranja, de un tono casi rojizo se encontraba en uno de los techos observando a las personas que pasaban por ahí, ¿la razón?, simple, le robaría a alguien, era de lo que vivía, además hacía el bien por los demás, él nunca tuvo a alguien a quien llamar familia, o algo por el estilo, aunque de igual manera no tiene recuerdos de haberla tenido, puesto que sus memorias fueron borradas por un accidente.
A su lado se encontraba un albino de mirada nerviosa, pero atenta, era su acompañante de aventuras o al menos es lo que aquel chico solía decir.
-Bueno, ¿Todo listo Atsushi? -dijo aquel joven de cabellera naranja-
-Chuya, por dios si mi padre me viera en este instante, te juro que me estaría golpeando por hacer algo así -mencionó el contrario mientras daba vueltas paranoicas-
-Por ello nos cubrimos las caras
-Chuya... somos los únicos que tenemos el cabello extravagante, es un milagro que nadie nos haya reconocido aún
-No lo han hecho por qué los extranjeros son así, de cabello variado, además prácticamente somos invisibles para la guardia real del palacio o de lo contrario ya habrían venido a buscarnos
-Habla por ti, Mi padre es uno de los mejores comerciantes, todos le conocen, hasta a mí. -sacudió un poco a su acompañante quien rodó los ojos fastidiado y le dirigió una mirada-
-Es un punto a tu favor, nadie pensaría que un lindo e inocente chico sería cómplice de esto
-Sigo pensando que deberíamos parar
-No, yo no hago esto por avaricia, sino para ayudar, yo nunca me quedo con nada que no necesite, el resto se lo doy a los que lo necesitan, la prueba está en mi deteriorada casa
-Bien, pero Chuya ten cuidado en algún momento alguien del palacio aparecerá y...
-Esos estúpidos no han salido en años, ¿por qué saldrían ahora?, su gente muere cada semana a gran escala por la escasez de dinero, comida y refugio la mayoría de ellos son niños...
-Chuya, todos aquí saben que desde la muerte de la antigua sultana no es lo mismo, El príncipe aún no puede hacer nada aunque le llamen sultán prácticamente tiene nuestra edad
-Te está afectando el adentrarte en el Palacio para ver a tu novio -comenzó a reñir mientras se apartaba de su compañero-
-En primera, ni es mi novio, es solo un arrogante guardia del palacio que me hace la vida de cuadritos cada vez que nos solicitan en este, segunda se me permite el paso, yo no me meto sin permiso, quiero vivir, gracias
-Exageras -Rodó los ojos, para acto seguido observar a las personas en el bazar-
-Chuya hablo en serio, sé que quieres ayudar, pero esto te costará la vida
