CAPÍTULO 2: Donde vive Pedro.

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Nacer en un país del tercer mundo, inmerso en una situación política y económica agravante es bastante lamentable y es que Venezuela es un país latinoamericano con gente hermosa y proactiva. Que pese a las adversidades tienen siempre una sonrisa en el rostro y la mejor actitud ante las vicisitudes. Pero esta nación posee un alto nivel de delincuencia. En promedio de cada 100 mil habitantes mueren 19 personas a manos de individuos u organizaciones delictivas. Este nivel de inseguridad mantiene en zozobra a todos los habitantes sin distinción de raza, credo o clase social.

Desde hace ya varios años se encuentran instauradas en el país bandas denominadas TRENES. Que no son mas que grupos de hombres armados dispuestos a cometer extorción, robo, secuestro y asesinato bajo el mandato de un Pran. Este es el líder de un tren o banda delictiva y en Venezuela se puede ver reflejado este fenómeno en cárceles, penales, barrios, cerros o minas. Este individuo ejerce el mando o control total sobre los hombres a su cargo y bajo amenazas ellos deben de cumplir con sus órdenes a cabalidad sin oponer ningún tipo de resistencia.

Esta situación puede ser comparada con una especie de secta, que es impulsada por el deseo de obtener bienes, dinero y el mando de un territorio a costa de la muerte. Para los que están involucrados en estas organizaciones sus iguales son sus hermanos de lucha. Es algo así como un pacto de sangre en el que están dispuestos a matar para mantener la supervivencia o supremacía dentro de un grupo social.

Son agregados a estas filas jóvenes y hombres que ya tienen cierta experiencia delictiva en el malandreo (delincuencia). Que ya han tenido oportunidad de estar en una cárcel o penal por cualquier tipo de delitos. Estos pueden ir desde el robo de un teléfono celular hasta el asesinato o violación. Por eso se puede notar en barrios o sectores de bajos recursos que ya tienen este sistema establecido. Puesto que siguen órdenes de un principal (líder). Que les indica que pueden o no robar, a quien pueden o no liquidar. Es una ley a la cual se acostumbran desde muy corta edad y la que no pueden poner resistencia.

Ya que si se oponen a estas situaciones o actividades deben ser consientes de que podrán recibir una tortura. Que puede ir desde romperles un dedo, recibir golpes con botellas llenas de agua (pinpinazos), hasta recibir un disparo en alguna parte del cuerpo. Que claro, no lo dejará muerto pero si con secuelas lamentables. Por ejemplo, el tener que utilizar una muleta por el resto de su vida. Si es que acaso le dieron un disparo en una pierna y le lastimaron solo algún tendón.

En las cárceles venezolanas los Trenes tienen cierto control, que puede ir desde la venta de droga o cobro de vacunas a los otros reclusos que se le denomina Pagar la Causa. Además pueden tener cuando deseen fiestas clandestinas o hasta pueden patrocinar sin problema a cualquier equipo de fútbol local, ya que el dinero no es limitante. Estar encanao (preso) les permite tener estructurada y bien definida su organización y llegar a más sectores de la sociedad. En donde indiscutiblemente la pobreza juega en contra de jóvenes que se ven obligados a cometer delitos o a ingresar a estas filas por el hambre y la necesidad.

Y es que indiscutiblemente un Pran tiene la capacidad de operar desde la cárcel hasta llegar al barrio. Simplemente con solo una llamada tiene a hombres dispuestos a realizar sus peticiones a cabalidad sin ningún problema. Claro, hacer lo que dice el principal tendrá sus beneficios. Que podrá ser tener mayor desplace o rango dentro del barrio, recibir y poder vender droga en un sector y tomar decisiones de gran envergadura como por ejemplo matar a quien se desee.

En el barrio la vida se hace sencilla cuando se aprende el sistema. Se acostumbra a no meterse con quien no se debe y a no hacer lo que no se puede. Es fácil, para sobrevivir hay que adaptarse a ciertas situaciones o normas y se debe estar atento a lo que sucede en el alrededor. De hecho en ocasiones mantener la boca cerrada puede evitar que se pierda la vida. Pero lo que muchos no entienden y juzgan es que el hambre y la necesidad no dejan a nadie pensar bien. Se puede llegar a hacer cosas que jamás se imaginaron, dejándose llevar por el momento y caer en las tentaciones tanto de la droga, el robo, asesinato o de la prostitución.

Pedro CalleWhere stories live. Discover now