CAPÍTULO 25: Falta poco.

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Para la cena la joven Blanca preparó una comida espectacular, a pesar de no contar con instrumentos, condimentos o alguno que otro ingrediente, fue una rica cena que complació gratamente a todos los comensales de la base. Pero ya solo quedaban pocas horas para descansar y salir a llevar la mercancía de Juancito, por eso tenían planificado salir a las 12 de la medianoche. Tenían un trecho largo por recorrer, lleno de montes, árboles que podían estar caídos, senderos empinados o llenos de piedras.

Sin contar los animales salvajes que podrían observar por la ruta, ya que en ese camino se pueden encontrar tigres, pero a pesar de ese panorama, lo que realmente tenía a la expectativa a este grupo de hombres, era el ser emboscados por Trenes contrarios y tener que enfrentarse con las mejores armas de asalto, pero el as sobre la manga que tenían, era que Robert iría al volante, solo tendrían que colocarse bien el cinturón de seguridad y sujetarse con mucha fuerza.

Pedro se despidió por un momento de todos, ya que desea dormir aunque fueran una hora antes de salir y se dirigió a paso lento hacia su rancho para descansar. Mientras tanto, Luis indicó que no tenía sueño, pero ya a los 5 minutos se pudo ver durmiendo plácidamente en la hamaca, casi babeándose. Por otro lado, Robert y Pablo también se acostaron cada uno en una hamaca para descansar mientras esperaban que fuera la hora de la salida.

Pedro por su parte estaba en su rancho ya acostado en la cama, se puso revisar fotos y mensajes viejos en su teléfono, ya que no tenía internet en esa ubicación hasta que se le cerraron los ojos. De pronto escuchó que tocaron a su puerta

—¿Qué raro podría ser? —señaló levantándose de la cama con algo de pereza, se asomó por un orificio y noto que se trataba de Blanca con una taza de café y pensó 《esta chama es burda(muy) de insistente》Así, que decidió abrir la puerta.

—Hola Pedro, le llevé un poco de café a los muchachos y me dijeron que estabas aquí, así que te traje un poco de café. —finalizó con una linda sonrisa y con la taza de café extendida.

—Muchas gracias Blanca, en verdad no tenías que molestarte, ya estaba acostado. —susurró Pedro, mordiéndose los labios.

—¡Ui! Te pido disculpas por levantarte, pensé que aún continuabas despierto. —Se lamentó con las mejillas sonrojadas y con los ojos un poco rojos por la vergüenza.

—Tranquila mami, muchas gracias. —Tomando la tasa y rozando un poco su mano, dio unos cuantos pasos hacia atrás hasta sentarse en la cama despacio, para comenzar a darle un sorbo al café y comenzar a observar de arriba a abajo a la joven.

—¿Qué quieres comer para cenar Pedro? —Agregó para romper el hielo entre ella y el apuesto moreno.

—Lo que tú quieras mami, tú cocinas muy rico, así que lo que hagas sé que te va a quedar divino. —Recalcó dándole otro sorbo al café y mojando un poco sus labios.

—¡Hay, Pedro, muchas gracias por tus lindas palabras! Trato de esforzarme para que ninguno de los muchachos se queje de la comida que preparo. —Afirmó Blanca bajando un poco la cabeza y moviendo los brazos.

—Blanca, cocinas divino, siempre recibes halagos de muchos de los muchachos aquí en la base, por eso. —Acotó Pedro entregándole la tasa y recostándose nuevamente en la cama.

—Sí, claro, pero tú nunca me lo habías dicho, hasta ahora. Muchas gracias. —Sonriendo aún más sonrojada y nerviosa al ver a Pedro ya recostado en el catre, con una pierna algo doblada, lo cual hizo notar el enorme bulto que tenía entre las piernas.

—Blanca, cuando regresemos podemos seguir hablando un poco más. Ahora tengo que descansar —la interrumpió Pedro, antes de que la joven continuará hablando.

—Si claro, entiendo, descansa, te veo más tarde. —Exclamó Blanca sumamente nerviosa por lo cortante que fue Pedro con ella.

—Por favor dile a los muchachos que me levanten dentro de una o dos horas y por favor cierra la puerta. —acotó ya completamente serio para no darle más largas a Blanca.

La joven se marchó y Pedro sonrío un poco, sabía perfectamente que ella gustaba de él. Pero él por quien suspiraba y quisiera estar en ese momento era con su amor bonito, Valentina. Se acostó completamente pensando en ella hasta terminar de conciliar el sueño.

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Ya era la hora de comenzar a alistarse para salir

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Ya era la hora de comenzar a alistarse para salir. Pablo tenía un reloj que comenzó a sonar pi- pi - pi e inmediatamente Luis y Robert abrieron los ojos y ya sabían que tenían que hacer.

—Párate mi rey, mi bello durmiente. —Pedro escuchó entre dormido y despierto la rechinante voz de Luis y al abrir los ojos efectivamente era su primo.

—Levántate que ya son las 9 pm. —Moviendo un poco a Pedro para que terminara de levantarse.

—¡Verga! Es tarde. ¿Por qué no me levantaste antes? —Replicó Pedro pasándose las manos por el rostro.

—Yo también me acabo de levantar mano. Estaba cansado y sé que tú también, estos días han estado ajetreados. —Argumentó Luis, ya en la puerta, esperándolo para ir a cenar.

—Ya me levanto mi loco. —Acomodando nuevamente su cabeza en la almohada.

Blanca efectivamente les preparó una cena de otro nivel. Todos se dispusieron a comer como si fuera la última comida, pues no sabían que les podía deparar el destino. Pedro de igual forma dejó al Pure encargado de vigilar a Blanca, ya que igual no le tenía aún del todo confianza y no le habían dado respuesta del encargo que mandó a hacer para averiguar sobre su procedencia. Por eso prefirió mientras ellos no estuviesen tenerla siempre vigilada y custodiada por alguien las 24 horas del día.

Al finalizar alistaron todas sus mejores armas, le colocan gasolina a la camioneta, que fue previamente revisada por el Pure para que no presentara ninguna falla en el camino. Buscaron la mercancía, la acomodaron en el maletero, se subieron al vehículo, se persignaron y emprendieron el viaje.

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Pedro CalleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora