CAPÍTULO 23: El mundo de Luis.

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—Narra Luis—

Quieren saber algo?, crecer con mi primo Pedro fue lo mejor que me pudo pasar, él es como mi hermano, porque lo tengo en mi vida desde que tengo uso de razón y créanme, yo me siento sumamente afortunado de tenerlo a mi lado, en las verdes y en las maduras (en las buenas y en las malas).

Recuerdo una oportunidad, cuando estábamos en la escuela algunos niños me hicieron bullying porque yo no pronunciaba algunas palabras muy bien, gagueaba un poco y en mi memoria tengo imágenes de Pedro echándole coñazo a todos esos carajitos de mierda, luego ellos nos agarraron un miedo terrible, bueno aparte de que nos enviaron a dirección y citaron a nuestros representantes.

Mi tía Aminda fue con mi mamá a la escuela y juntas formaron un verguero (problema), alegando que cómo era posible que permitieran en esa institución educativa, que los otros niños se burlaran de mí por tener problemas del habla. Así que lo bueno de ese escándalo fue que no nos expulsaron. Pero cuando llegamos a la casa nos tuvimos que calar(escuchar) un largo sermón de mi tía Aminda, nos dijo que cómo era posible que nosotros pretendiéramos arreglar los problemas con los golpes, que esas no eran las maneras, que ellos no nos habían educado de esa forma y bla bla bla.

Nosotros, por miedo a una coñiza de mi tía, solo asentamos y bajamos la cabeza en señal de que nos sentíamos profundamente apenados por esa situación. Pero naaa, realmente estábamos muy de felices, esos mamaguevos se lo merecían, eran unas tremendas brujas.

Luego de eso mis papás y mis tíos me prestaron mucha atención con respecto a mi problema del habla, incluso mi tío Juancito me pagó un especialista y con el pasar del tiempo esa vaina se me quito. Ahora soy todo un galán jajajaj.

Al principio yo no quería asistir a las consultas médicas, por vergüenza y por mis inseguridades, pero mi tío Juancito hablo conmigo, ese día nos llevó a Pedro y a mí al parque de atracciones mecánicas en Puerto Ordaz y me dijo que tenía que ser valiente, no sentirme apenado, pues nadie era perfecto en esta vida y que los seres humanos solo lo éramos ante los ojos de Dios. Además, me confesó que él también gagueaba cuando pequeño, cosa que no le pude creer en ese momento, pero luego mi papá y mi tía Aminda me lo confirmaron. Saber eso me dio mucha confianza para afrontar mis miedos e inseguridades.

Para mí el tío Juancito es mi ídolo, él siempre estuvo conmigo al igual que Pedro y mi familia en las verdes y en las maduras. Él es un alcahueta y consentidor empedernido, siempre que le pedíamos algo, así tardará días o meses él nos los conseguía. Claro, cuando era pequeño no sabía de donde sacaba el dinero, yo siempre pensé que mi tío era rico, jajaja qué loco. Pero cuando crecí me di cuenta de que era pinga en malandro y por eso siempre tenía dinero para derrochar y darnos nuestros gustos sin importarle cuanto gastara.

En ese tiempo yo era solo un niño y me sentía muy triste, cohibido y desolado, pero mi primo Pedro también siempre estuvo a mi lado en las buenas y en las malas, apoyándome y ni siquiera le importó que en esa pelea eran más niños contra él, el igual fue pa encima, eso sí tiene ese pana; que no le tiene miedo a los tipos, es serio y hecha pingazos y patas como un loco.

Por eso al igual que a mi tío Juancito lo admiro y lo amo con todo mi corazón y si me lo preguntas, sí, yo estaría dispuesto a entregar mi vida por la de él, sin pensarlo dos veces te diría que sí, pues sé que si sé presentara alguna situación, él pondría las manos en el fuego por mí y sería capaz de igual forma de entregar su vida por la mía.

Cuando éramos carajitos hicimos un pacto de sangres, pues sí, nos puyamos los dedos pulgares con un alfiler y apretamos nuestros dedos uno contra el otro e hicimos un juramento de que siempre estaríamos el uno para el otro y que seríamos hermanos de sangre para siempre.

Así que aquí me tienen en el Callao oliéndole el culo a Juancito y a Pedro, porque yo soy pinga e salio y se me ocurrió la brillante idea de aceptar venir para esta mierda, en vez de quedarme tranquilo en mi casa viendo televisión y poniéndome gordo por comer a cada rato.

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Pedro CalleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora