CAPÍTULO 10: Mujer que come no singa.

295 103 32
                                    

Pasaron las horas y las cuatro jóvenes acompañantes de Luis y Pedro se notaban un poco ebrias de tanto alcohol etílico en sus organismos. La cerveza definitivamente es un excelente relajante dentro de una reunión social, permitiendo que las personas conversen con mayor facilidad y puedan lograr tener un acercamiento más íntimo.

Valentina se comportaba más desinhibida y conversadora con Pedro, de vez en cuando tropezaba con él o lo tomaba por el brazo para tener mayor contacto, por lo que Pedro ya tenía bastante rato notando que ella ya se le había botado (se le insinuó).

Pero ya iban a ser las 12 de la noche y realmente las cuatro jóvenes estaban muy borrachas, bailan juntas cualquier canción que colocaban, cantaban y se notaba alegres. Luis les compró unas hamburguesas para que tuvieran algo de alimento en sus estómagos y no se sientan mal, por tanto alcohol en sus cabezas.

—¿Mi hermano nos vamos pa un hotel con los culos? —le pregunto a Pedro con algo de duda.

—Verga marico no sé, porque ya están como que muy borrachas. —opinó el joven indeciso.

—jajaja verga si mamahuevo, estas mujeres son un vacilón. —acotó Luis.

—Mano mejor no, vamos a dejar a estos culos para otro día. Vámonos para el bar de Petra y allí nos achantamos (quedamos) un rato antes de irnos pa la montaña. ¿Va? —comentó Pedro después de haberlo pensado mejor.

—Verga si mi loco, vamos pa esa. Que quiero fumarme un tabáquito de creepe relajao un rato. —respondió Luis después de analizar la excelente propuesta de Pedro.

—Busca a Pablo y a Robert para ver si llevamos a estas mujeres a sus casas y nos vamos pa el burdel. —señaló Pedro, quedándose a conversar con las ebrias mujeres.

—Plomo. —Respondió Luis.

Después ellos se acercaron a las chicas y les dijeron que ellos se tenían que ir, que si deseaban que las llevaran a sus casas. Ellas se pusieron tristes y les insistieron para que se quedaran, alegando que la noche estaba joven, que podían continuar tomando y bailando un rato más.

Pedro habló con ellas y les explicó que estaban muy ebrias, que era mejor que todas se fueran a dormir y que si deseaban mañana podían salir un rato a comer y a tomar algo. Ellas aceptaron, pero no de buena manera, pero todo lo que Pedro les dijo tenía mucha razón, ya que hacía un par de minutos antes, Valentina se había dirigido a una esquila al lado de una calle solitaria acompañada de Patricia a vomitar, pues no estaba para nada acostumbrada a ingerir alcohol en exceso. Pero la buena compañía y el ambiente de esa noche propició que se pasara de copas.

Pablo y Robert regresan con dos mujeres, no jóvenes, por el contrario, como de unos 40 años; a esos dos no les gustaban las carajitas, les gustaban las viejas, pero también se encontraban pasadas de copas. Así que todo el grupo se dirigió a la camioneta Fortuner 4x4. Es una escena sumamente cómica y divertida, ya que suben al vehículo, pero como son en total 10 personas tienen que sentarse algunas encima de otras, todas apretadas al igual que los hombres, como si fueran unas sardinas enlatadas.

Robert esta vez conduce más alocadamente, ya que tiene de igual manera mucho alcohol en el cerebro y emprenden el recorrido a dejar a cada una de las jóvenes y mujeres en sus hogares. Ellas consideran que esto es un gesto de hombres considerados y preocupados por el bienestar de todas, eso es lo que piensan obviamente ellas, pero lo que no sospechan es que estos hombres se van a un prostíbulo a saciar sus deseos sexuales como les dé la gana.

Después terminan de dejar a las últimas chicas, que son precisamente Valentina con su amiga Carolina, la gordita que le picaba el ojo a Luis. Ambos jóvenes se bajaron a acompañarlas a la puerta de la pequeña casita. Las chicas lo hacen alegremente y Valentina abrazo a Pedro y le intento dar un beso en la mejilla, pero él astutamente volteo unos cuantos centímetros la cara y los labios de ambos rozaron por unos segundos.

Pedro CalleWo Geschichten leben. Entdecke jetzt