CAPÍTULO 26: El traslado.

56 16 0
                                    

Se fueron adentrando por un camino de tierra bastante angosto, con una densa vegetación, lo cual dificultó un poco el poder ir más rápido, pero Robert de igual forma estaba haciendo su mejor esfuerzo, para salir de esa selva lo más pronto posible. El peligro los acechaba y ya estaban sus armas preparadas por si tenían que comenzar a disparar.

—Mano dale rápido, no te pares, que acabo de ver una luz a lo lejos. —Señaló Pedro apuntando con su mano hacia la luz, que parecía ser de una fogata.

—Verga Pedro prepárate y esta pila pa caerle a tiro a esos mamaguevos, salga quien salga disparen. —Apuntó Luis, ya con su arma fuera de la ventana y con el dedo en el gatillo.

—Tranquilos, si prendemos plomo en vano, lo que vamos a hacer es alentarlos, así que cálmense. —Replicó Pablo, también apuntando su arma fuera de la ventana.

Continuaron el recorrido y Robert siguió la carrera contra reloj. Al estar cada vez más cerca, se dieron cuenta de que era un grupo de 4 hombres armados, que ya por el sonido del vehículo tenían sus armas apuntándoles y comenzaron a dispararles. Se fundieron entonces en un estrepitoso enfrentamiento, mientras Robert continuo conduciendo aún más veloz.

Luis le disparó a uno de los hombres, el cual cayó inmediatamente, Pedro por su parte le dio a otro y los dos que quedaban con vida se echaron a correr, Robert detuvo el vehículo y rápidamente saltaron los muchachos y les dispararon con suma precisión por la espalda. Luis revisó a los dos que estaban tendidos en el suelo, uno de ellos continuaba con vida y lo comenzó a interrogar.

—Háblame claro, mamaguevo, ¿cómo se llama tu líder?. —moviéndolo fuertemente como para que no se muriera.

—Marco, malditos, él los va a matar. —susurrando, ya agonizando y cerrando los ojos, respondió el hombre.

—Ese es él malparió del Tren contrario, bueno que se lance al lío, que aquí lo esperamos. —Exclamó Pedro con odio en su mirada.

Pablo regresó después de haberles dado disparos a los dos hombres que intentaron escapar, para no dejar ningún cabo suelto. Ahora debían de continuar más alertas, ya que por los impactos de los proyectiles pudieron haber alertado a sus más feroces enemigos. Por ello continuaron la trayectoria hasta poder encontrar la carretera de asfalto que los conduciría a la ciudad.

—Rápido Robert, que esos a lo mejor eran unos gariteros (vigilantes), mueve ese culo. —Indicó Pedro, muy exaltado por la adrenalina de ese mortal episodio.

Después de un rato pudieron avistar las luces de los postes eléctricos que dieron señal de la carretera próxima y efectivamente ya pudieron sentirse un poco más a salvo. A unos 5 minutos encontraron un puesto de control de la guardia nacional completamente vacío y continuaron ya más confiados en su recorrido.

—Bueno, panita, ya nos podemos fumar un porro. —propuso Luis, sacando cuidadosamente un tabaco de marihuana que había armado previo al viaje, por lo que todos comenzaron a reír alegremente.

—Verga Luis, tú como siempre estás en todas jajajaja —Expresó Pedro muerto de la risa por la ocurrencia de su primo.

—Coño Robert pon musiquita vale, estamos vivos, hay que celebrar. —Indicó Luis, moviendo su cuerpo como si estuviera bailando.

—Claro que si mi loco, pide por esa boca lo que quieras, que liquidaste a un care loco, con el carro en movimiento, ¡eres un arrecho!. —acotó Robert alegre por haber salido ileso al igual que los muchachos.

—Verga, si locos, la coliamos gracias a Dios. —expuso Pablo dándole una fumada al tabaco de marihuana.

¸.☆¸.♡.¸• ๑۩۞۩๑ • ¸.☆¸.♡.¸

¸

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Pedro CalleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora