🍎𝖢𝖺𝗉í𝗍𝗎𝗅𝗈 32

13.7K 815 243
                                    

ZURI

El miedo se ha vuelto un constante amigo en este gran recorrido. Ha sido un detestable aliado fiel a "mi destino", siendo aplicada a experimentar situaciones que hasta el día de hoy consiguen atormentarme.

Quizás ya no tenga pesadillas, quizás ya no sienta desconfianza al salir al mundo exterior, quizás ya no sienta un vacío en el pecho al recordar la perdida de Sebastián. Porque él ha regresado.

Quizás ya no sea una persona inestable, quizás ya pueda contener el resentimiento que siento hacia esas personas que me convirtieron en este ser deplorable que tanto aborrezco.

¿Pero qué pasa cuando todas esas precuelas que las apagué completamente de mi sistema vuelven a encenderse?

¿Qué pasa cuando las sensaciones viscosas que siento en la garganta reaparecen, cada vez que vivo una situación que me recuerda lo que soy?

Exacto, pasa esto.

Odio.

Consiguen reacciones en mí que odio.

Odio especialmente lo débil que me vuelve, lo inútil que me convierte. Lo sofocante y profundo que es, por no poder pensar como una persona "normal" y no "dañada", como yo.

Adán sigue desangrándose en mis manos temblorosas. Sigue acariciando débilmente con su pulgar mi brazo que tiene los bellos en punta por miedo a perderlo.

Miedo.

Maldito miedo.

¡Reacciona! ¡Haz algo! Me grito interiormente.

No puedo seguir viéndolo desfallecer, no puedo perderlo. Porque estoy segura, que ya no lo soportaría. Puede que no seamos novios, no seamos nada convencional, pero este maldito hombre trae emociones tan intensas a mi corazón que me enloquecen.

Saca mi jodida valentía, mis uñas y garras que poseo para que no me pisoteen. Cuando yo siempre fui un gatito en presencia de un león. Sin embargo, a su lado anhelo ser una leona, sentirme poderosa y más ante sus ojos.

Odio darme cuenta de tantas cosas en un momento como este. Por una vez mi fachada helada decae y deseo dejar de protegerme. Que digo, derrumbo los muros que albergan mi herido corazón y me acerco a su rostro.

-No te vayas Adán — sollozo, pegando mi frente a la suya — te necesito ...

Con mis manos en su herida, presiono con fuerza intentado a toda costa detener su sangrado.

¿No deberías auxiliarlo en lugar de seguir aquí como estúpida?

"No puedo."

- ¡Señorita Moretti! — exclama una voz gruesa y varios sonidos de zapatos encuerados viniendo corriendo desde atrás, eso es suficiente para que la adrenalina suba a mi cabeza.

- ¡Ayuda! ¡Necesito ayuda!

- ¡Hágase a un lado! — me dice el hombre de hace unos momentos, que reconozco como uno de los guardias de Adán, y supervisa el cuerpo ensangrentado de su jefe con desaprobación — como ha podido ser tan imprudente y dejarlo desangrarse de esta manera. ¿Acaso quería que se muera?

-No ... no es eso ... es solo que yo, yo ... lo siento ...

Sintiéndome muy mal me alejo del circulo que han creado alrededor de Adán y observo desde atrás como lo cargan entre dos personas. Manchando sus trajes con su sangre. He sido un estorbo ... otra vez.

-Maldita sea — gruñe otro de sus hombres y saca su aparato intercomunicador.— Señor, Adán Avenel está herido. ¿Lo llevamos a un hospital o usted se encargará?

SOMÉTETE A LAS TINIEBLAS✔Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora