🍎𝖢𝖺𝗉í𝗍𝗎𝗅𝗈 34

11.6K 717 390
                                    

ADÁN

Enterarme de que mis padres habían regresado de su viaje laboral no me entusiasmo, mucho menos salí con una sonrisa a verlos, como cualquier hijo normal haría.

En su lugar, me encontraba estallando mental y físicamente. Ocultando mi fastidio en la fría mirada que ocupaban mis ojos, sin una pisca de calidez.

Mi madre me conoce perfectamente, o aprendió a hacerlo. Ella debe ser conocedora que no estoy nada emocionado de verlos. Es buena leyendo mi mascará helada y por el débil, y fino lazo que quedaba entre nosotros, nunca me cuestionaba o me decía nada.

El señor padre, sin embargo, si me jodía las pelotas cuestionándome cada cosa a cada segundo.

-Me sorprende que aún sigas mudo, sin habernos saludado una sola vez — menciono Maximiano, bebiendo de su vaso vertido con vino.

-Hijo si no quieres hablar puedes ir a tu habitación, no hay problema — dijo mamá, achicando sus ojos grises por la amorosa sonrisa que se pintaba en su rostro.

-No te entrometas cuando estoy hablando con nuestro hijo Nicole, suficiente tuve contigo en el avión.

La mirada de mamá, que por suerte herede, se enciende en un peligroso fuego y tensa cada delicada facción de su pequeña mandíbula.

-Maldito seas Maximiano, no ves que nuestro hijo no quiere estar aquí. Deja de ostigarlo. ¿Por qué no vas a reunirte con tus amigos que te están esperando desde que llegamos aquí?

-Tú no te salvarás Nicole, irás conmigo a esa jodida reunión — mascullo mi padre empezando a enojarse — y deja de decirme que hacer y que no.

Como cada vez que las agallas de mamá son empujadas a su límite, una oleada de admiración se asienta en mi interior. Es jodidamente valiente. Enfrentarse al señor padre sabiendo las consecuencias que traerá consigo, es de admirar.

Mi madre voluntariamente se lanzaba a un principio hondo, sin usar paracaídas.

-No tengo ningún problema mamá — decido intervenir, antes de que Maximiano tenga una reacción violenta — solo estoy pensativo con todo lo que acaba de pasar.

Eso atrae la atención del señor padre.

- ¿La mocosa sigue aquí?

Un brusco suspiro brota de mis labios sin que pueda contenerlo a tiempo. Odio la manera despectiva en que se dirige a Zuri. El señor padre arruina todo lo que toca, todo lo que nombra, todo lo que ve y estaba listo para destruirlo si intentaba alejarme de Zuri.

Si intentaba arruinarnos.

¿Zuri seguía aquí? Si, seguía aquí.

Estaba en mi habitación con una de nuestras sirvientas custodiando la entrada. No confiaba en su seguridad estando mi padre aquí y tampoco quería que ella se escapara de la habitación, y se tope con una escena indeseada.

Cuando Silvia me dio la tediosa noticia de que mis padres habían llegado, me vestí rápidamente y la deje en mi cama con un ligero aturdimiento en su expresión. Le ordene que se quedará en la cama y no se moviera hasta que yo le dijera.

Dudaba que podría escuchar algo de nuestra conversación entre mis padres y yo, dado que Zuri estaba en el segundo piso y nosotros en el primero, ocupando la mesa central del comedor.

El señor padre iba en el cabecero, mi madre a su izquierda y yo a la derecha.

-Si.

-Ya decía yo — bufa Maximiano de manera jodidamente despectiva — saliste con ella en el show de Alice anunciando que es tu novia, casi mueres por ella ese día en el atentado de su casa y no solo eso, te atreviste a desafiarme aquella vez que hablamos por teléfono cuando nunca lo has hecho y todo, por ella — sonríe burlescamente dándole otro sorbo a su vino — era de esperarse que siga quedándose aquí. En mi casa. Y espero que no la embaraces, porque no pienso darte ni un solo centavo para mantenerlo.

SOMÉTETE A LAS TINIEBLAS✔Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ