Morning

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Ya era de mañana, la Omega abría lentamente sus ojitos ya que pequeños rayos de luz se colaban por las persianas del cuarto

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Ya era de mañana, la Omega abría lentamente sus ojitos ya que pequeños rayos de luz se colaban por las persianas del cuarto.

Se estiró un poco y luego bostezo, rascó un poco sus ojos y acaricio su vientre hinchado, amaba a ese pequeño ser que crecía en su interior.

-Buenos días bebé, ¿Tienes hambre, verdad pequeño?-Dijo Sana sintiendo las pataditas de su cachorro, además de su estómago rugir

-Hmmmm, huele delicioso, creo que Mamá ya nos está haciendo algo de comer, pequeño. -Dijo Sana acariciando su hermoso vientre hinchadito de su cachorro

Sana dejo que el aroma delicioso a la comida inundará sus fosas nasales, sabía que era lo que estaba preparando su Alfa.

Se puso sus pantuflas peluditas de un ardillita y salió de su habitación y se dejó guiar por el dulce aroma.

Sana llegó a la cocina, vió a su Alfa aún sin camisa y con un delantal rosa puesto encima. Daba ternura y gracia verla de esa forma.

Sana era conciente de que su Alfa era un mujer muy temida, sabía que la gente siempre temblaba al ver las facciones de Momo. Daba miedo técnicamente.

Pero a Sana le parecía hermosa aquella Alfa, nunca tuvo miedo de ella, y jamás lo tendrá, porque sabe que Momo es muy cariñosa y tierna con ella.

-Buenos días, momito.-Dijo la Omega acercándose a la Alfa

-Buenos días corazón, ¿Cómo ha dormido mi hermosa princesa?-Dijo Momo volteando a ver a la Omega con sus cabellos dorados revueltos

-Bien mapachito, con tú aroma, todas las noches podré dormir de maravilla.-Dijo la Omega acercándose para darle un abrazo a Momo

Momo con una sonrisa se dejó abrazar por su pequeña y adorable Omega, amaba cada centímetro de Minatozaki Sana.

-¿Estás cocinando panqueques?-Dijo Sana con una sonrisa

-Claro que si, sé que a ti te encantan los panqueques, es más, hice leche chocolatada y crema batida.-Dijo Momo mirando feliz a la Omega

Sana solo soltó una risita y abrazo con más fuerza a la Alfa. Momo se sonrojo y dejo que la Omega la abrazara todo lo que ella quisiera.

Era un poco extraño ver la personalidad de Momo afuera, que con la que tiene con su Omega y gente de confianza.

Sana fue a la nevera a buscar la leche chocolatada y la crema batida, Momo sabía cuándo Sana tenía antojos, y vaya que le atino muy bien a los que tenía en ese momento.

Después de todo, debajo de aquel cuello de la camisa blanca del pijama de Sana, estaba posada la marca de la Alfa, compartían un vínculo, ambas sabían cómo se sentía la otra, que era lo que anhelaba la otra. Ambos sabían sobre la otra sin la necesidad de las palabras.

-Hey hey, alto ahí pequeña, es para el desayuno, aún no te vayas a comer todo tú sola. Dijo Momo mientras volteaba el último panqueque

-Ouuu, está bien, quiero mi desayuno rápido.-Dijo la Omega sentándose en una de las sillas de su gran comedor

El departamento de ambas siempre fue grande y extenso, por eso ambas ya habían tomado la decisión de volverse madres. Quería que un pequeño rellenara ese vacío tan extraño que se sentía en ese departamento.

Momo solamente sonrió, sirvió tres panqueques en un plato y los cubrió con crema batida. Decoro estos con pequeñas fresas y bananos picados en forma de corazón y sirvió un vaso de leche chocolatada para su Omega.

-Su desayuno, mi señora.-Dijo Momo dejando el desayuno en el comedor y haciendo una reverencia

Tanto la Alfa como el Omega se soltaron a carcajadas, amaban las locuras e ironías que la otra inventaba para alegrar mutuamente sus días.

Sana estiró sus labios y Momo le dió un poquito, ambas amaban darse besitos.

Momo se sirvió también su desayuno, solo que con la diferencia que simplemente hecho todo aleatorio, no como el perfecto desayuno que le había hecho a su Omega.

Cualquiera que lo viera diría que Momo se contradice a si misma, pero no hay que culparla, solamente está feliz y ansioso por la llegada de su cachorro.

Aunque claro, ella siempre amaba a la Omega y su personalidad con ella era esa misma, tierna, cariñosa y muy comprensiva.

Momo amaba a su hermosa Omega, y Sana amaba a su gran Alfa, por eso ambas siempre están juntas, porque ambas se quieren y aman.

-¿Hoy no vas a ir a alguna pelea, mi amor? Dijo la Omega recostada en el pecho de la Alfa

-No mi amor, y en caso de que tuviera que ir, no quiero, hoy quiero darle muchos mimos a mi bebé grandota y a mi bebé chiquito. Dijo Momo dándole un beso en la mejilla a Sana y con sus manos, acariciando el vientre de la Omega

-Jiji, haces cosquillas Momoring.-Dijo Sana riendo bajito y sus mejillas se encendieron de rojo

La Alfa comenzó a inhalar el aroma de la Omega, había cambiado, por el embarazo los Omegas suelen cambiar su aroma a uno que le guste a su cachorro. Claro, todo esto muestras el cachorro es un bebé.

Momo estaba enamorada de ese aroma, de esos ojos, de ese cuerpo y vientre hinchadito, de esa voz angelical. Estaba enamorada de Minatozaki Sana.

-Melocotoncito, nos estamos perdiendo la película. -Dijo Sana haciendo un puchero

-Está bien, está bien, sigamos viendo la película, bebé.-Dijo Momo rodeando el cuerpo del Omega con sus fornidos brazos

No solo Momo amaba cada centímetro de Sana. sana también amaba cada centímetro del cuerpo de Momo, era la Alfa perfecta

que siempre quiso para ella.

Sana dejo su cabeza caer hacia el pecho de la Alfa, Momo con cuidado acuno la cabeza de la Omega en su pecho. Ambas se miraron fijamente y luego se dieron un beso.

Después del beso se separaron, ambas se sonrieron y nuevamente siguieron viendo la película animadamente.

Era casi costumbre que Momo rechacé alguna pelea o un buen contrato por la Omega. Pero a Momo no le importaba eso.

Lo único que quería en esos momentos era estar feliz con su Omega y su cachorro en su vientre. Porque ambas se sentían completos al estar con la otra.

Una Alfa temida y deseada, y una Omega tímida y frágil. La combinación perfecta para ambas.

 La combinación perfecta para ambas

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