Cambios

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Maggie Stolovan sabía que la llegada de la pubertad representaba algo importante en la vida de cada persona, sin embargo, cuando pensaba en la palabra cambio lo que venía a su mente era el crecimiento de su cuerpo, el cambio de su voz o la menstruación.

No que se encendiera en llamas.

Esa mañana se levantó y al verse al espejo encontró un granito en su mejilla que la hizo espantar, momento en el que de la nada se encendió en fuego y empezó a gritar. Cuando Kevin y Red aparecieron en el baño de su hija y la vieron en ese estado sabían que era el momento de hablar de algo importante.

—Hija... realmente nunca pensé que tendrías que pasar por esto también. —Le avisó su madre alarmando un poco a la pequeña.

—D-de que hablas mamá? —Sus padres se miraron y luego sonrieron.

—Verás, cuando tenía tu edad, hubo un problema con el agua en South Park que hizo que ciertas personas tuvieran algunas... diferencias genéticas, en mi caso fue el poder de manifestar fuego.

—¿Y papá?

—Yo no tuve ninguna modificación, son realmente pocos los niños que sufrieron el cambio.

—Hija—Red tomó a la pequeña pelirroja de la mano—sé que es difícil, pero te puedo asegurar que, si no lo usas, con el tiempo te acostumbrarás a la sensación y no manifestarás tus poderes si no deseas, no te puedo decir que se pueda controlar porque yo nunca pude hacerlo ni tampoco quise, solo ignora la sensación y verás que tendrás una vida normal.

La niña asintió, pero la realidad es que, dentro de ella, algo no estaba conforme con lo que decía su madre, ella sentía que ese poder si bien daba miedo, podía ser bastante interesante de aprender. Sin embargo, no tenía quien ni como aprender a hacer eso.

Hasta que un grupo de niños se le acercaron en su cumpleaños sin razón aparente.

—Yo...

—¿Tienes poderes? —Soltó Steve, el resto lo miró mal por la falta de tacto, pero en seguida la niña abrió los ojos.

—¿Ustedes también?

Y es así como una pequeña generación de héroes empezó.

...

Los meses pasaban volando, ya todo su grupo había cumplido los 13 años y por lo que veía realmente las cosas habían cambiado desde la perspectiva de Alex. Recuerda su cumpleaños hace tan solo un mes, sus amigos estaban de alguna manera a la expectativa de él, como si buscaran que pasara algo, pero por su expresión de aburrimiento al final de su fiesta, supo que esa expectativa no había sido saciada, poco a poco sus conocidos se alejaron de él, dejándolo herido y confundido, pero al menos le quedaban dos amigos cercanos: Sid y Henry.

Alex realmente era feliz en su desentendimiento del comportamiento del resto, así tuvo más tiempo para investigar algunas nuevas tecnologías y simularlas en su casa, poco a poco se estaba volviendo bueno y así, muy pronto terminaría aquel regalo que tanto quería mostrar a su persona especial, algo con lo que tenía planeado revelar sus sentimientos.

—Sid, hoy estrenan el documental de pasorraudo, ¿tienes listo tus muletas de plástico? —El pelirrojo llegaba con su amigo luego de terminar su última clase, pero el pelinegro parecía perdido, como si escuchara algo, luego se rio. —¿Tu abuelo te mandó hierva otra vez?

—¿Que? Ah, hola Alex—El nombrado lo miró extrañado, últimamente su amigo parecía en las nubes. —¿Sabías que Ashley juega a tocarse con su primo? Qué raro, bastante turbio la verdad, se lo está contando a su psicólogo por mensajes.

Wonder Dad and Super DaddyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora