|| S i e t e ||

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La oscuridad invadía la estancia donde __ estaba encerrada. No sabía ni que día era, mucho menos la hora, ni cuantos días llevaba encerrada en aquel zulo. Solo podía guiarse con las comidas que su captor le iba trayendo.

Se incorporó cansada en el colchón en el que solía estar tumbada, tratando de desaparecer del lugar. Se puso de pie de manera algo torpe y se apoyó de la pared para desplazarse por el cuarto, no era una habitación tan grande como pensaba, pero si era fría y agobiante.

En un par de ocasiones, en una de las paredes notó algo de corriente y se dejó caer por donde se filtraba el aire, respirando hondo para tratar de no agobiarse más. El frío aire que entraba a la sala era suficiente.

En el tiempo que llevaba ahí metida, había deducido que no estaba sola, que había alguien en la sala contigua a su habitáculo, de vez en cuando había escuchado vagas conversaciones entre Zeke y una voz que no llegaba a reconocer del todo, esas conversaciones solían acabar en gritos de dolor. En parte le daba miedo, tenía miedo de ser ella la siguiente en gritar así.

La puerta del cuarto se abrió y __ se acurrucó en una esquina asustada.

-- Eh eh, tranquila princesa... Soy yo...-- Por mucho que le tratase como si nada hubiese pasado, la joven muchacha seguía desconfiando de él.

Zeke colgó el farol del techo y lo encendió, deslumbrando a la joven al ver que la habitación entera se iluminaba. __ se rascó los ojos, buscando habituarse a la potente luz que aún alumbraba la sala.

— Seguro que tienes hambre. — Zeke se arrodilló delante de ella y le ofreció una lata de comida precocinada. Ella no dijo nada mientras miraba a su captor en completo silencio.

— Vamos princesa...— Zeke abrió la lata de sopa y le ofreció una cucharada, como si fuera un bebé. __ seguía sin decir absolutamente nada, sin embargo abrió la boca y dejó que Zeke le diera de comer.

La joven se sintió aliviada de ver que por lo menos podría comer algo, aunque fuese una sopa fría que podría mantenerla con energía un par de días más.

—¿Ves? No era difícil...— Zeke acarició la mejilla de la muchacha mientras seguía dándole de comer. Se notaba que ella estaba tensa, pero que con cada caricia del rubio, se iba relajando lentamente.

— Pobrecita... ¿Quieres agua?— __ asintió con la cabeza y Zeke le ofreció una botella de agua.

— Ten, puedes quedártela.— La joven tomó la botella con suavidad e intentó abrirla con sus escasas fuerzas, no pudo. El mayor, algo nervioso de ver cómo __ no podía abrir la botella, se la arrebató de las manos y acabó por abrirla él, visiblemente tenso.

—...Gracias...— Zeke le devolvió la botella y la muchacha bebió con avidez, lo necesitaba.

Miró a Zeke con los ojos cristalizados y se deslizó entre sus brazos despacio, cerrando los ojos mientras daba rienda suelta a sus lagrimas. Zeke correspondió despacio a su abrazo acariciando el pelo de la joven muchacha que había colapsado en sus brazos.

—Ya ya...Tranquila...— Por alguna extraña razón, las palabras de Zeke no funcionaban con __ como lo hacían las de Erwin.

Zeke se sentía en una nube, sus insistencias estaban dando sus frutos y __ estaba empezando a caer en sus brazos.

—Perdón... — La joven se limpió las lagrimas algo tensa mientras se separaba despacio de Zeke, quien hizo una breve mueca de asco.

—No tienes que disculparte princesa.— Acarició la mejilla de su angelito despacio, robándole un escalofrío a __. Ella no estaba a gusto y se sentía intimidada por Zeke.

||E s t o c o l m o||Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum