|| N u e v e ||

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Para Erwin, estar encerrado al lado del amor de su vida era su mayor tortura, le dolía más que cualquier herida o golpe que Zeke pudiera hacerle. Dormía pegado a la pared, tratando de así sentirla más cerca y prefería mentirle a decirle que estaban encerrados probablemente para siempre.

El rubio de gafas entró a la sala en aquel momento y miró a Erwin con una mezcla de asco y odio.

—Veo que hoy te has levantado agradable... Zeke—

Erwin había notado que Zeke estaba de ligero mejor humor.

—Cállate—

Zeke le propinó una patada en las costillas que le quitó el aire a Erwin, llegó a marease incluso. Su situación física iba de mal a peor y era consciente de ello, estaba pálido y muy delgado había perdido mucha masa muscular, estaba en los huesos.

—Dime una cosa Smith ¿Qué color le sienta mejor a __?—

Zeke tomó una silla y se sentó frente a él, apoyando sus codos sobre sus rodillas, miraba a Erwin con el ceño levemente fruncido. Erwin trataba de no moverse demasiado, el cuerpo le dolía a otro nivel cada vez que hacia un leve movimiento.

—Quiero llevarla a cenar a un restaurante esta noche—

Zeke miraba al rubio con una leve sonrisita, imaginaba a su pequeña de mil maneras distintas, para él, todos los colores le sentaban bien. Erwin no decía nada, prefería mantener el silencio, aunque tenga ligera preferencia a cómo se ve el pequeño cuerpo de __ cuando vestía de negro.

—Vamos Erwin, di algo, o a caso no quieres que tú amada __ salga de aquí—

El rubio negó con la cabeza y le dio la espalda a Zeke con ligera repulsión. Se había hartado de la presencia del mayor en el cuarto.

— Muy bien Erwin, disfrutarás como nadie de las lagrimas de __ cuando vea que no sale esta noche—

Erwin trataba de mantener la compostura, si hablaba, Zeke tocaría demás a __ pero si no lo hacía, lo más probable es que la destrozase psicológicamente.

Optó por no decir nada y seguir dándole la espalda a Zeke, este chasqueó la lengua y salió del cuarto minutos después. Erwin suspiró cansado y apoyó su mano en la pared.

Después de salir del cuarto de Erwin, Zeke entró al de __ con las manos en los bolsillos, una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios al ver a su pequeña echa una bolita en el colchón.

—Hola __—

Zeke se sentó al lado de ella con suavidad y le acarició el cuello con las yemas de los dedos.

—¿Me he portado bien?—

La inocente voz de __ le ponía bastante caliente, podía sentir la dureza de su entrepierna, pero también sabía del disfrute que le daría la reacción de ella cuando descubriera que no puede salir.

—No vas a salir hoy princesa—

La expresión de tristeza en el rostro de la joven se hizo más que evidente a pesar de la leve luz que daba la linterna que siempre traía Zeke consigo. Necesitaba explicaciones que deducía que el rubio no iba a darle y sentía el nudo en su garganta cada vez más evidente.

—P-pero... ¿Por que?...—

Su voz rota hacía que el orgullo de Zeke subiese a las nubes sabiendo que él era el causante de su tristeza.

—Recapacita y piensa que has hecho mal, y a lo mejor te dejo salir la semana que viene—

Las lagrimas no tardaron en correr por las mejillas de la joven muchacha quien anhelaba salir a tomar el aire aunque fuese, Zeke se arrodilló ante ella y limpió sus lagrimas con suavidad para acabar besando sus labios con supuesto cariño.

||E s t o c o l m o||Where stories live. Discover now