Capítulo 3

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Dos horas más tarde, Lisa y yo estábamos de nuevo en la cabaña, inmersas en juegos de bebida con mis amigos. Tardé poco en ponerme otra vez achispada y luego pasé a estar completamente borracha. Aún recordaba mi
nombre y el del primer ministro, pero era evidente que ya había tomado una copa de más.

Eché la cabeza hacia atrás y reí como una histérica hasta que mis
abdominales empezaron a protestar. Cuando estás borracho, todo lo que apenas tiene gracia cuando estás sobrio se exagera, y cuando Jin se cayó fue desternillante. Ni siquiera cayó al suelo, fue más bien un tropezón, pero como estaba borracha daba igual. Se incorporó y miró a su alrededor, como si confiara en que no nos hubiéramos dado cuenta de nada.
No podía parar de reírme.

—Vete a la mierda —soltó, y miró a Rosé con mala cara al ver que
ella también rompía a reír.

—Qué susceptible —murmuró ella recostándose contra el pecho de Jisoo cuando ella la rodeó con el brazo.Jin se cruzó de brazos.

—¿Susceptible? ¿Lo dices en serio, Rosie?De haber sido Rosé la que hubiera tropezado, no le habría parecidotan gracioso.

—Cierra el pico, tío —ladró Jisoo.

¿Acaso ya no podíamos pasar ni una hora sin discutir? Antes de Jisoo,rara vez nos peleábamos. Refunfuñé y me llevé las manos al estómago. Lo tenía lleno de enchiladas y supongo que por eso había sido capaz de aguantar
todo el alcohol que me había metido en el cuerpo.

Lisa puso los pies en la mesita y estiró el brazo sobre el respaldo del sofá, por detrás de mí. Jungkook nos miró con recelo. Me negué a mirarlo a los ojos y me crucé de brazos. No me apetecía ser el centro de atención.Mi paseo con Lisa había provocado más de una cara de sorpresa. Era
evidente que mis amigos —con la excepción de Rosie, y excluyendo a Jisoo— no lo veían con buenos ojos, aunque probablemente fuera por su parentesco con Jisoo, puesto que ni siquiera habían tenido tiempo de hablar con ella. Si estaban dándole una segunda —o una décima— oportunidad a Jisoo, bien podían darle a Lisa una primera. Pero Jungkook era terco y protector y sabíaque sería, con diferencia, el más difícil de convencer.

—Mañana tendremos una resaca de las que hacen historia —dijo
Sana, gimoteando.

No estaba tan bebida como aparentaba, pero siempre era así. Había perfeccionado su discurso para que la gente se fijara en ella, y caminaba a trompicones. No le gustaba estar borracha ni perder el control, pero tampoco ser la rara y la distinta, así que había optado por fingir. Todo el mundo sabía que fingía. Creo que ella sabía también que los demás lo sabíamos, pero le seguíamos la corriente y nos reíamos viéndola hacerse la tonta y la borracha,
tambaleándose. Era todo un poco ridículo.

—¡Más chupitos! —anunció Jungkook señalando los vasos vacíos que había sobre la mesa.

Ya había perdido la cuenta de cuántos llevábamos. Pero por mucho que hubiéramos bebido, íbamos bastante lentos en comparación con aquella
noche.Lisa estaba sorprendentemente sobria para la cantidad que había bebido. Pensé que para tolerar el alcohol de aquella manera tenía que estar
bastante acostumbrada a beber. Cuando se levantó para ir a buscar más cerveza caminaba en línea recta.

La bebida no paraba de circular y empecé a encontrarme mal. Me daba vueltas el estómago y cada vez que bebía un trago tenía la sensación de que se me cerraba dolorosamente la garganta. Sana había traído un licor italiano
y nos hizo terminar la botella porque, según dijo, «si vuelvo a casa con esamierda, mi madre me echa». Y era comprensible. Sabía a limón y te quemaba
por dentro. Sabía a limpiador de baño. Nos pulimos también la botella de ron con especias de Jungkook. Gimoteé y estiré el cuello para destensarme. Notaba el cuerpo débil y pesado a la vez. Empezaba a llegar a esa fase de adormilarse cuando se ha
bebido demasiado. Todo flotaba y giraba a mi alrededor.

La cabaña - adaptación Jenlisa G!PWhere stories live. Discover now