Capítulo 21

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El coche se perdió de vista y mi corazón se hizo añicos. Aquello no estaba bien. ¡Ser acusada de asesinato por tu propia madre!
«Pero hay pruebas», me dije.

En la habitación de Lisa había cosas de Rosé y de Jisoo, cosas que
cualquiera podía haber puesto allí. Lisa nunca se ponía irascible ni nerviosa cuando yo estaba en su cuarto, jamás, y ni siquiera consideraba el espacio que tenía en casa de su madre como su verdadera habitación. ¿Por qué iba a esconder allí aquella cadena si era de Jisoo?
«Le han tendido una trampa», pensé.
Entré corriendo en la casa.

—¡Eloise! —grité. Tuve que agarrarme al marco de la puerta para sujetarme y poder parar antes de caer al suelo.

Eloise estaba acurrucada en su sillón, con las manos enlazándose las
rodillas, llorando. Apreté los dientes para contener la rabia que me hervía en el estómago. Lloraba porque su hija era culpable. ¿Por qué era incapaz de creer en ellq?
«Mantén la calma», me dije.
Me acerqué lentamente y me senté en el brazo del sofá, al lado de su
sillón.

—¿Qué ha pasado?

—Encontraron esas cosas en su habitación. —Intentó secarse las
lágrimas. Tenía la cara sucia y congestionada—. No puedo creerlo. No quiero creerlo.

—Pues no lo crea. Yo no lo creo. Lisa no lo hizo y lo sabe. La policía ya registró la casa en su momento y no encontró nada. No tiene sentido que
pusiera ahora esas cosas ahí.

—Sí lo tiene. Ella pensó que los registros ya habían terminado, que ya
estaba segura.— Negué con la cabeza.

—No. Alguien tiene que haber dejado esas cosas ahí para hacerla parecer culpable. A Lisa le han tendido una trampa, Eloise. ¿Quién más ha
estado en la casa? Pensé que tenía que haber dejado entrar a alguien.

—No..., no estoy segura. Ha venido mucha gente a verme.— Su voz se quebró y rompió de nuevo a llorar. Se secó las lágrimas con la manga.
Respiré hondo para tranquilizarme y le pregunté:

—¿Han pasado por aquí Jungkook, Sana o Jin?

—Estuvieron aquí después del funeral de Jisoo.

—¿Solo esa vez?— Eloise asintió.

—Sí, solo esa vez.— Cerré los ojos e intenté rememorar aquel día. La policía había registrado nuestras casas enseguida, mucho antes del funeral. Pasamos la mayor parte
del tiempo todos juntos, aunque yo estuve alternando entre ellos y Lisa.

¿Quién de ellos había desaparecido solo? Ninguno se había movido del lugar donde los dejé, o eso creía, y en ningún momento estuve ausente mucho tiempo, aunque podría haber sido suficiente para subir a la habitación y volver a bajar. ¿Quién de ellos habría tenido el atrevimiento de acudir al velatorio con los trofeos de sus amigas muertas con la intención de dejarlos en la habitación de Lisa? No me imaginaba a ninguno de ellos con la valentía —o la estupidez— suficiente como para hacer eso.

—¿Por qué Lisa querría hacer daño a su propia hermana y a su tío? —
preguntó Eloise, y me despertó de aquel bucle de preguntas.

—No lo hizo. No fue ellq. Tiene que creerme. Piénselo bien. Alguien ha
dado el chivatazo a la policía y han encontrado como por arte de magia esos objetos de Jisoo y de Rosé en la habitación de Lisa. No tiene sentido que Lisa los pusiera ahí después del primer registro. Los habría tirado. No
renuncie a ella, por favor. Lisa la necesita.— Eloise hundió la cabeza entre las rodillas y se tiró del pelo.

—No me queda nada que darle.—Apreté la mandíbula y noté que me temblaban las manos.

—¡Es su hija! Tiene que encontrar compasión en su interior, la misma
que sentiría por Jisoo. Se lo digo en serio, Eloise. Lisa la necesita. No puede pensar de verdad que fue ella.— Eloise frunció el ceño, dubitativa.

La cabaña - adaptación Jenlisa G!PWhere stories live. Discover now