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Bella se encontraba mirando por la ventana, a la espera del regreso de su mejor amiga perruna, pero llegó la noche, ya había ocurrido dos días desde lo sucedido

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Bella se encontraba mirando por la ventana, a la espera del regreso de su mejor amiga perruna, pero llegó la noche, ya había ocurrido dos días desde lo sucedido. Su padre tampoco parecía dar señales de vida de su mascota, se empezaba a sentir triste sin la compañía de su leona.

Bajo las escaleras del tercer día sin respuestas ni presencia de ella, ir a la escuela hablar con Edward no la hacía sentir mejor, no después de sentirse acosada por el cobrizo tras su aparición del momento en el callejón. Mientras que Luca, seguía a su lado, cuidándola y acechando al Cullen. No eran amigos ni nada por el estilo, solo que se hablaban cuando tenían que hacerlo en los trabajos, pero de allí a más solo se trataba de sobrevivir a la vida estudiantil, escuchar los cuchicheos de Jessica, y después los molestos cambios de humor que parecía tener Luca en esa semana, era como si estuviera inquieto y molesto todo el tiempo con toda la población femenina, menos con ella porque había descubierto que el señor Jonas miraba mal cuando parecía levantarle la voz en la calle de aquel día, justo después de clases. Se preguntaba que hacía él allí, pero después al ver que traía libros y se lo entregaba a la bibliotecaria, sus sospechas eran sin justificaciones. Era como si la cuidaran pero sin la presencia de su mascota y mejor amiga, era más doloroso, triste y melancólico.

Odiaba sentirse así, sabía que la había presionado, pero... «¿porque huir a tal grado?» pensó. «¿Porqué le había pedido perdón?» y por sobre todo. «¿porque Edward Cullen le parecía un chico demasiado insistente?». Realmente cada vez que se encontraba sola, él estaba cerca, inclusive su manzana había caído al suelo, y este ágilmente se lo había pasado, sin embargo, aquello sólo confirmó que los Cullen y principalmente el, Edward Cullen era raro. Al igual que Alice, quien en Artes la veía ida y luego la sonreía como si en algún momento fueran realmente buenas amigas.

—Luca.

—Digame.

—Ayudame a buscar a Leona.

—Pero si volverá, es una perra doméstica. Además ya pusimos carteles por tu insistencia.

—Pero no me siento cómoda. Iremos al pueblo, buscaremos por cada calle, no me siento cómoda aquí, ni en ningún lugar sin ella. —sentenció.

Sin embargo, una rubia a lo lejos rió ante aquello, la humana era cómica. Mientras que para Edward, aquello le molestó: «¿porqué ella parecía resistirse a su belleza sobrenatural?¿Porque no lo quería cerca?» pensamientos del cobrizo vampiro que tal vez no querría escuchar las respuestas. Manifestando un par de gruñidos, que enseguida pusieron alerta a Luca pero al verlo sufrido tan solo le sacó más de una sonrisa de orgullo. Su luna estaba creciendo cuerda y perfectamente para su alfa.

—Bien, bien. Ya me tienes. Iremos después de almorzar con tu padre.

—Pero...

—Sht. Iremos, tengo ganas de comer un pie de manzana. Y no me lo sacaras, aprovecha mi buen humor. —la silencia y sigue con su camino, hasta el auto, donde sube al copiloto, mientra que la contraria a regañiente va hacia el piloto.

Isabella Swan, Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora