Cartas de amor

142 10 1
                                    

—¿Nos vamos? —preguntó Spyro, ya en la puerta de la habitación.

—Ve tu primero, necesito hacer algo y ya te alcanzo —respondí, abriendo la ventana, fingiendo estar atareada.

Spyro dudó un poco pero finalmente aceptó y salió de la habitación, directo al patio de la ciudad de los dragones para seguir ayudando a las reconstrucciones.

Me sentí aliviada y un poco culpable al verlo partir, pero no podría dejar que viera en lo que empleaba unos pocos minutos en la mañana.

Me apresuré a rebuscar detrás de la cama, encontrando el par de papeles que con tanto ahínco ocultaba de Spyro, y sin tiempo que perder comencé a plasmar en ellos mis pensamientos, deseos y palabras de aliento que aún no me eran fáciles de decir.

—¿Alguien ha visto a Cynder? —preguntó una voz en el pasillo.

Guardé todo apresuradamente y salí de la habitación, respondiendo al llamado del pequeño topo.

.

—¡Muchas gracias, Joven Dragón! Eso debería ser suficiente por hoy —exclamó el viejo topo.

—No es nada —respondí amigable.

—Nos vemos mañana —despidió amablemente.

—Hasta mañana.

Cynder y yo nos fuimos caminando hacia el comedor, el día había sido bastante agotador y nos merecíamos una muy buena cena antes de regresar a nuestra habitación, así que nos dirigimos a la cafetería, lugar donde realmente nos dimos una especie de festín junto al resto de dragones guardianes.

Al final terminamos regresando a la habitación más tarde de lo previsto, por lo que Cynder cayó rendida en la cama, y yo le habría hecho compañía de inmediato de no ser porque algo me llamó la atención.

Eso no estaba así antes.

Mis ojos se centraron en lo que parecía ser un papel escondido bajo la cama.

Curioso, me apresuré a tomarlo, cuidando de no despertar a Cynder en el proceso. Una vez con el papel entre mis garras me dediqué a leer su contenido, no dando crédito a lo que mis ojos leían.

Sentí una calidez agradable en mi pecho y como mi corazón se encogía y bombeaba más fuerte ante las palabras que ella había escrito.

Una vez terminé de leer la carta la dejé en el mismo sitio y me acosté al lado de Cynder, abrazándola cerca de mi pecho, esperando transmitirle el mismo amor que ella me tenía a mi.

Querido Spyro:

No sé cómo más puedo expresar todas estas emociones que siento por ti. De mi boca no podrás escucharlos, por lo menos no en algún tiempo, pues me sentiría realmente avergonzada si llegaras a oir más de lo que estoy preparada para decir.

Aun tengo mucho camino que recorrer sobre mis sentimientos, el cómo convivir con ellos y sobre todo, el cómo puedo expresarlos y hacérselos saber a tu corazón de la misma manera en que tu lo haces conmigo.

Por ahora solo puedo escribirlos aqui, para que estas cartas sean una especie de mudo testigo ante todo lo que no puedo decir. Un mudo testigo que solo puede contener en palabras todo el cariño, aprecio, amistad y amor que quema en mi pecho por ti.

SpyroXCynder FlufftoberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora