Nombre de mascotas

75 5 0
                                    

Tras un par de días acomodando el resto de nuestras pertenencias en nuestro nuevo hogar, nos llevamos la sorpresa de que había un par de inquilinos inesperados.

—Spyro, mira —llamó Cynder desde la terraza derecha de la estancia.

Llegué hasta donde estaba ella y miré el lugar que me indicaba, encontrándome con una curiosa criatura con al parecer ocho patas que estaba tranquilamente sobre una red de seda.

—Es... ¿Una araña? —pregunté.

La pequeña araña me miró y en un instante se convirtió en una pequeña sombra, caminando rápidamente hasta colocarse sobre la cabeza de Cynder, volviendo a su forma real.

—Me gusta —respondió Cynder mientras yo solo miraba a la peculiar araña sobre su cabeza.

—Eh... No piensas quedarte con ella ¿Verdad?

Cynder y la pequeña araña simplemente me miraron, dejando más que clara la respuesta.

Por alguna razón sentí un escalofrío recorrer mi espalda.

Al verla desaparecer con rumbo a la entrada de nuestro hogar me encaminé hacia la habitación para seguir desempacando las cosas que habíamos traído.

Una vez con todo fuera de los costales y cajas, sentí algo fresco en mi brazo. Al mirar hacia ahí me percaté de que había algo sujeto a mi cuerpo.

—¡Ah!

Agité mi brazo un par de veces pero lo único que logré fue que el pequeño intruso corriera rápidamente hasta posarse en mi mejilla.

—¡Spyro! ¿Qué pasa?

Agradecí que Cynder hubiera venido y sin perder tiempo le comenté que había algo corriendo por mi cuerpo.

Tras un par de minutos de estar buscando a ese pequeño intruso me di cuenta de que se encontraba tranquilamente sentado a un par de pasos de nosotros.

—¿Qué es eso? —preguntó Cynder al notarlo.

—No lo sé, simplemente sentí algo frío en mi brazo y de pronto ya no lo ví —respondí un tanto alarmado.

—¿De dónde habrá venido? —cuestionó mientras se acercaba cuidadosamente a él.

—No lo sé, nunca había visto algo así. Es... una especie de ¿lagartija?

El pequeño intruso rápidamente comenzó a cargar objetos pequeños para acomodarlos en la habitación.

Cynder y yo nos quedamos pasmados por su inusual habilidad.

—Creo que quiere quedarse —comentó Cynder.

—No veo problema en que lo haga.

Al ver cómo acomodaba las cosas con ayuda de su velocidad no dude en aceptarlo.

—¿Y cómo lo llamarás? —cuestionó Cynder mientras observaba a la pequeña lagartija corriendo velozmente por la habitación.

—¿Llamarlo? ¿Ya le pusiste nombre a ella? —pregunté, viendo a la pequeña araña sobre su hombro.

—Se llama Skiá —respondió sin más.

Me sorprendió lo rápido que se había encariñado con ella.

—Eh... No sé... —las palabras golpeaban mi mente hasta que de pronto una palabra brotó de mis labios—, Grígora.

La pequeña lagartija se detuvo y al instante se posó de nuevo en mi brazo, mirándome con total atención.

—Parece que le gusta —comentó Cynder.

Y de un día para otro inesperadamente habíamos adoptado un par de mascotas peculiares.

SpyroXCynder FlufftoberWhere stories live. Discover now