Capítulo 1

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Marbella Vélez

Dejo escapar el aire por mi nariz una vez más, mis ojos vuelven a mirar el reloj que está colgado en la pared del aula; no habían pasado ni cinco minutos desde la ultima vez que lo miré. Me frustro. Matemáticas es mi asignatura menos favorita y llevaba lamentándome de entrar al bachiller de ciencias sociales desde el dieciséis de septiembre del curso pasado. Tenía que pensar en positivo: en cuatro meses tendría terminado bachiller y me olvidaría de las matemáticas por una larga temporada.

Aunque no tenía ni idea de qué hacer al terminar. La gente espera de mí que vaya a la universidad al igual que mi hermano y que termine en el mundo público de los negocios como mi familia.

Pero no soy como mi familia.

Envidio a mi madre por ser rubia, por eso este verano me teñí el pelo de su mismo tono.

Envidio a mi hermano por su piercing de la nariz, por eso llevo suplicándole a mi padre para que me deje perforar dicha parte de mi cuerpo.

¿Y de mi padre? ¿Qué puedo envidiar de él si casi todo lo tenemos igual?

¡Ah! La forma de ser, desde luego. Envidio su seriedad; a mi si me gritan, lloro. Si me mandan actuar con frialdad, me río. Supongo que mi hermano mayor se llevó todo y no repartió ni siquiera un poquito para las nuevas generaciones.

Si alguien busca en significado de fracasada en Google seguro que le aparece una foto mía. Una sacada de Instagram, porque lo más probable es que no sean nada originales.

Marbella Vélez Ross.

Así, en negrita y en cursiva.

A mis diecisiete años ya estaba harta de oír eso de "tú vida debe de ser perfecta". Pues no, siento decepcionar una vez más, pero mi vida no es ni un poquito de eso. No por mis padres, que son lo mejor que tengo en esta vida, ni tampoco por mi hermano que es estupendo. Es por la sociedad en general, por la gente, por su forma de ser y actuar. Si en mi no veían más que una niña con cara bonita y mucho dinero. Yo era más que eso, al menos quería pensar que lo era.

—Señorita Vélez —la voz del profesor me devuelve a la realidad, está frente a mi con el examen de la semana pasada en sus manos.

Ay, no.

Se viene suspenso.

—¿Me hace media? —pregunté esperanzadora.

—No —respondió con seriedad mientras lo dejaba sobre mi pupitre—. Así que nos veremos en la recuperación.

—No, no, no... ¿No hay algo que pueda hacer para subir la nota?

—¿Está insinuando lo que creo que está insinuando?

¿Está acaso él insinuando que...? Genial, lo que me faltaba.

—¿Hacer algún trabajo para que me suba la nota...? —alcé mis cejas en señal de "¿que más iba a ser?", pero sus intenciones estaban claras y sabía que podría costarme la materia.

—Quédese un momento en cuanto suene el timbre y lo hablamos.

Ah, no. De eso nada. Yo estaba rezando para que se pasase la hora y poder irme, no para que venga este señor a decirme que me tengo que quedar más tiempo. Que puta tortura... Aunque tengo que pensar en positivo, todo sea por el aprobado en matemáticas que no tengo.

Eso si, no iba a hacer nada fuera de contexto. No era una desubicada. Además, el profesor pasaba de cuarenta años y a mi no me gustaban tan mayores.

Jugué con mis uñas en el pupitre mientras él indicaba los deberes para el próximo día, claro que en cuanto sonó el timbre dejaron todos de hacerle caso para ponerse a guardar sus cosas con rapidez y después irse. Yo me lo tomé con calma, de todos modos ya tenía que quedarme a hablar con él así que de nada me serviría ir con prisas.

—Bien, señorita Vélez, hablemos de sus notas —recarga su peso en el escritorio y me mira con los brazos cruzados sobre su pecho—. Mi asignatura no es su favorita, como podemos apreciar. ¿Que hacemos para que se interese?

—Soy de letras, no de números. Dudo que pueda hacer algo para que me guste la materia —admití—. Solo... Quiero aprobar. Necesito aprobar o quedaré como la tonta de la familia, ¿sabe usted lo que es eso? Mi madre fue la mejor estudiante de su curso, mi padre más de lo mismo, mi hermano es otro prodigio... ¿Y yo? Una idiota que suspende matemáticas.

El fin del mundo.

—Con esa actitud no va a aprobar —señaló.

—¿Y qué actitud quiere?

—Una que demuestre que quiere aprobar la materia de verdad, porque no veo que esté haciendo nada para que eso pase. ¿Quiere un aprobado? Demuéstrelo.

No me jodas.

No me puto jodas.

Su mirada baja al suelo unos segundos y después me mira de nuevo a la cara. Ah, no. No iba a arrodillarme, ya estaba viendo sus intenciones y no iba a hacer tal cosa. ¿Por quien me tomaba ese hijo de puta?

—Juro que voy a aprobar ese examen aunque me cueste la vida, pero lo haré por mis propios méritos.

—No tiene la capacidad mental para ello, llevamos cinco meses de curso, se acerca el final del segundo trimestre, en el primero aprobó por los pelos y ahora vas arrastro, ¿cree que con un tres la voy a aprobar? Está muy equivocada, aquí o hay cinco o entonces es un suspenso como una catedral. Póngase las pilas, pero ya le digo desde ahora que está asignatura la tendrá suspensa de aquí a final de curso.

—¿Qué? ¡No puede decir eso! Se supone que tiene que animarme a esforzarme o algo así, eso hacen los profesores.

—Le di una oportunidad que no todas las alumnas tienen, ¿pensaba que tener carita de ángel no le ayudaría? —su voz me causa escalofríos y en cuanto se pone de pie siento unas ganas inmensas de querer salir corriendo—. ¿O es que acaso prefiere pedirle a papá y a mamá que compren el aprobado?

—He dicho que aprobaré por mis propios méritos.

—Entonces buena suerte en la recuperación porque la va a necesitar —me acaricia el labio inferior con su dedo pulgar.

Yo por mi parte cuelgo la mochila en mi hombro derecho y salgo con rapidez del aula, sintiéndome asqueada incluso conmigo misma. Corro. Aún sabiendo que por los pasillos no se debe de correr. Me faltaba el aire allí dentro y necesitaba salir cuanto antes.

En la puerta de la salida estaba Chiara hablando con la profesora de biología, yo como no tenía esa materia pues tampoco tenía clases con ella, pero Chiara era todo lo opuesto a mi. Era inteligente, demasiado inteligente. Y también era una friki de las ciencias.

—¡Chiara! —exclamé corriendo hasta ella, no pude evitar abrazarla, quizá por todo lo que me estaba pasando solo necesitaba un poco de cariño en esos momentos—. Necesito hablar contigo, es urgente...

Me miró confusa pero finalmente asintió, se despidió de la profesora de la manera más amable posible y me llevó consigo fuera del recinto escolar. Suspiré aliviada cuando ya nada tenía que ver con el instituto.

Ahora sólo necesitaba emplear mi supuesto rostro angelical para convencer a mi amiga de que me ayudase con un pequeño temita.

¡Bienvenidas a la nueva historia! Zallian cumplió un añito y que mejor regalo que hacer la historia de nuestras chicas favoritas ✨.

¿Qué tal? ¿Qué os ha parecido el capítulo introductor?  Estoy súper emocionada, las que me seguís por Instagram ya sois conscientes de la noticia y no os toma por sorpresa, así que me gustaría leer la primera impresión que tenéis 👀❤️‍🔥.

Nos leemos 🌊✨.

Chiarbella حيث تعيش القصص. اكتشف الآن