Capítulo 34

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Chiara Pimentel

Es raro pretender que no pasa nada porque si pasa. Mar y yo no somos las amigas del año pasado que quedaban a dormir juntas después de hablar toda la noche de cosas irrelevantes. Ahora éramos dos chicas que a la mínima buscaban la oportunidad de besarse y decirse cosas bonitas como filosofía de vida.

La vida son solo instantes.

Y yo los quiero con ella.

Aprendí a quererla sin necesidad de besarla todo el tiempo, sin acariciar su suave piel, teniendo solo el contacto de nuestros ojos y el sonido de nuestras voces. Así la quería. Pero maldición, ahora la amo.

Por eso cuando estamos en su habitación y me abraza mientras me cuenta sus preocupaciones no puedo evitar sentir el estómago vacío, o quizá lleno del todo, por algo que yo no puedo controlar. Estábamos a poco de terminar segundo de bachiller, a tan solo días de su último examen de matemáticas, dos semanas para la recuperación de la misma materia... A un mes de selectividad, un mes y una semana para la graduación, a un mes y dos semanas para el viaje de fin de curso.

El tiempo se pasaba rápido.

Rápido de verdad.

Casi apenas sin haberlo visto habían pasado volando tres meses, supongo que al principio no tuvimos en cuenta el tiempo porque salíamos, estudiábamos poco y los deberes ya ni los mirábamos; ahora, por la contra, porque los días no dan para algo que no sea estudiar. Hay exámenes día si y día también, ¿a qué costo? Alumnos estresados, preguntándose qué han hecho durante todo el curso, notas bajas y mucha ansiedad por levantarlas, gente agobiada, profesores más pesados que nunca, padres insistiendo en las notas, adolescentes buscando la paz sin éxito, noches sin dormir, horas de clases ausentes, ansiedad... Poco tiempo.

—¿Y si no apruebo? —cuestionó, levantando la mirada con timidez. Estábamos a oscuras, supuestamente íbamos a dormir, supuestamente.

—Aprobarás —aseguré.

—No puedes estar segura —reprochó—, tú eres lista pero a mi estas cosas me cuestan y si estoy nerviosa es aún peor.

—No estés nerviosa entonces.

Gran consejo, el mundo debería de tomar nota porque es de lo más útil.

—No me digas —respondió con la voz cargada de sarcasmo—. Es lo mejor que me han dicho nunca, muchas gracias, con eso ya apruebo seguro.

—No, tonta —reí, pasándole los dedos por el cabello una vez más. Era tan suave, sedoso y desenredado que me pasaría la vida así—. Lo que quiero decir es que no tienes motivos para estar nerviosa, todo esfuerzo tiene su recompensa, el tuyo será un aprobado después de aguantarme a mí explicándote temas que ya te había explicado el gilipollas de tu profesor. Es cansino escuchar las cosas varias veces, lo es más tener que estudiarlas. Tú lo has hecho, aunque no te lo parezca has avanzado mucho.

—No he avanzado nada.

—Claro que lo has hecho.

—Chiara, por Dios, hago sumas de primaria en la calculadora porque dudo de mi capacidad matemática... ¡Sumas de primaria!

¿Eso no lo hace todo el mundo?

Quiero decir, yo estaba en ciencias y también hacía ridículas sumas en la calculadora. Era mejor asegurarme que llevar un ejercicio mal por no haber hecho bien una tonta suma.

—¿Te digo un secreto? Eso lo hace todo el mundo —admití—. Así que deja de poner morritos, queda muy poco, tenemos que ser positivas. Si te dejas llevar por los malos pensamientos va a ser peor.

—No puedo tener pensamientos positivos cuando se trata de estudiar.

—Entonces piensa en lo que viene después, en las vacaciones, en la excursión de fin de curso... En que dentro de poco cumpliremos los dieciocho.

—¡Madre mía! ¿En qué momento pasó tan rápido el tiempo? No me puedo creer que ya vayamos a cumplir la mayoría de edad... Yo todavía me siento una niña recién entrada en la secundaria.

—La mayor parte del tiempo te comportas como una, así que no me extraña —me mofé.

La escuché reír y me bastó para tomarme eso como un "tienes razón, no te lo voy a discutir", lo que es raro, porque Marbella siempre hace berrinche por todo. En cualquiera otra ocasión me habría mirado mal y montaría un drama por haberla llamado niña. Pero en esta se limitó a abrazarme y desearme las buenas noches.

—Buenas noches también para ti, Mar —besé su frente y sonreí como una tonta en medio de la oscuridad.

No sé en qué momento me dormí, solo sé que ella lo hizo primero, la consecuencia de su lenta respiración fue que la mía también se acompasó, así que caí poco después.

Cuando me desperté sentí que ella también estaba despierta, pero no dije nada, me limité a mantenerme allí en silencio, disfrutando de esos primeros minutos de mañana con ella en mis brazos. No había mejor despertar que ese, estaba segura.

—Quiero hacer pis —gruñó por lo bajo.

Si, lo dicho, no había mejor despertar.

—Literalmente tienes el baño a cinco metros —me carcajeé—. Levántate, Vélez.

—Es que... Seguro que estoy despeinada.

Mis risas no hicieron más que aumentar.

Claro, es Marbella, su cabello es lo más importante siempre, incluso recién levantada.

—¡No te rías! —exclamó, removiéndose en la cama de manera escandalosa, como una niña pequeña.

—Presumida —me burlé.

—Cállate, listilla —pidió, pasándose una mano por el cabello—. ¡Y no me mires!

Su chillido fue tan agudo que tuve que cerrar los ojos, ella aprovechó esos escasos segundos para levantarse y correr al baño.

Yo también me levanté, tenía que vestirme, para mi buena suerte ya tenía ropa mía en casa de Mar. Esta vez olía a ella, como si le perteneciera.

Salió del baño muy sonriente, ¿Mar sonriendo por las mañanas? Algo nuevo.

—Esta tarde tenemos que estudiar mates, el aprobado no se conseguirá solo.

—A esa actitud es a la que me refería.

—Lo sé, ahora ven aquí y dame un besito de buenos días —demandó, estirando sus brazos.

Me acerqué para tomar su rostro con mis manos y besarla, sus brazos me envolvieron el cuerpo y la sentí sonreír sobre mi boca.

Chiarbella Where stories live. Discover now