Capítulo 4

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Chiara Pimentel

Desvío mi mirada hacia la izquierda para observar a Mar. Nuestras aulas estaban una en frente de la otra y ambas nos sentábamos cerca de la puerta así que desde nuestra posición podíamos vernos. Estaba entretenida dibujando en su cuaderno, porque era obvio que no estaba escribiendo, los trazos que hacía la delataban.

—Ey, Chi, ¿vas a venir este finde a Syderk? —me pregunta en un susurro Carlos, el chico que se sienta a mi lado derecho en clase de biología.

Syderk era una de las discotecas más populares entre nosotros los adolescentes, aunque había muchos en clase que ya tenían los 18, los demás aún seguíamos con los 17, y en ese local no te pedían el DNI así que entrábamos todos. A ellos les beneficiaba económicamente, no había nada que dejase más dinero que adolescentes con muchas ganas de beber. Así iba el mundo.

—No, tengo cosas más interesantes en las que perder el tiempo.

—¡Oh, vamos! Ya sé que es competencia para tu hermano, pero no seas aburrida por esta vez...

Por favor, una discoteca tan cutre no podía llamarse competencia para Zallian. Había niveles y estaban muy desigualados, sin duda.

No era por menospreciar, solo por dejar un punto claro.

—Al club de mi hermano no le afecta en lo más mínimo Syderk, así que no me voy a ofender —señalo, dándole una rápida mirada al reloj que está colgando en la pared, quedan pocos minutos para que tocara el timbre. Tener biología a última hora era una tortura.

—Dile a tu hermano que nos deje hacer una fiesta allí, somos amigos.

Que facilidad tienen la personas de decir que somos amigos cuando solo nos conocíamos los nombres y poco más.

Éramos conocidos.

Amigos le quedaba muy grande.

—No le voy a decir nada, no me interesa hacer una fiesta allí.

—No seas egoísta, Chi, hazlo también por tus amigos.

Menudo hipócrita. Paso de responderle, porque si lo hago se me olvidará la educación que me han dado mis padres a lo largo de mi vida.

Finjo que presto atención en los últimos minutos de clase, lo que estábamos dando era el repaso para el examen, que sería el martes, pero yo ya tenía la mayor parte del tema estudiado. No tenía dificultades.

El timbre suena y todos se levantan con rapidez, ignorando las peticiones de la profesora de que se sienten y esperen un momento. No los culpo, era viernes y las ganas de fin de semana se notaban en el ambiente.

—Si quieres venir ya sabes, empezaremos a las siete de la tarde con el botellón y a las once entraremos a la discoteca. Espero que te lo pienses al menos, Chi —me guiña un ojo mientras se cuelga la mochila en el hombro.

¿Y cuál era la necesidad de hacer botellón desde las siete de la tarde? Si a ese punto a las once ya estarán cayéndose al suelo de lo borrachos que irán. No entiendo la lógica de los jóvenes de hoy en día, la verdad.

Cuando salgo, sumergida en mis pensamientos, no veo a Marbella y me la llevo por delante. Eso me pasa por despistada. Ella retrocede unos pasos cuando mi cuerpo choca con el suyo y yo por acto reflejo avanzo con ella, hasta que apoyo uno de mis brazos en la pared y busco su cintura con el otro para evitar que choque contra esta. Iba de espaldas y no la vería, así que lo más probable es que terminaría contra esta.

—¡Oye! —se queja entre risas, poniendo sus manos sobre mis pechos—. Así que quieres matarme, ¿eh?

—Me has pillado —le sigo la broma para que sus risas no se detengan.

—Hay muchas formas de matarme y tú justo vas a elegir la que menos se pasaba por mi mente.

—Ni te imaginas —susurré, doblándole el sentido a nuestra conversación.

Lo notó de inmediato porque me sonrió con malicia y sus manos hicieron más presión en mi cuerpo.

Joder. Que me estaba tocando las tetas y estaba tan tranquila...

Creo que no era consciente de lo que estaba haciendo, la Marbella que yo conocía no haría tal cosa en una situación normal y corriente. Pero a ver, esta tampoco era una situación normal y corriente.

—Tu hermano nos está esperando fuera —me susurra.

—¿Mi hermano?

—Si, es que le dije que hoy iría a tu casa para estudiar matemáticas, ya sabes que mañana hay fiesta y...

—Tú no vas a ir a esa fiesta.

—Claro que voy a ir y te voy a llevar conmigo, guapetona —ríe mientras me agarra la mano que tenía en su cintura para deshacer nuestra comprometida posición—. Oh, no me pongas esa carita porque ya le dije a todos mis compañeros que iríamos juntas.

—No puedes hacer cosas sin consultarme, queda feo.

—Feo va a quedar si no vamos —insiste.

Suelto un suspiro mientras caminamos juntas hacia la salida del instituto. No me agradaba la idea de ver a Marbella en una fiesta con sus compañeros, pero a decir verdad, me gustaba que contara conmigo para hacerlo, así podría responsabilizarme de ella si es que decidía tomar la mala decisión de beber alcohol como todos.

Killian nos esperaba con una sonrisa en los labios, lo primero que vio fue nuestras manos entrelazadas. Ahora se haría ideas equívocas en su mente, pero tampoco me molestaba que fuera así. Que ellos fueran novios no significaba que nosotros también tuviéramos que serlo.

—Aquí están mis chicas —nos saludó a ambas para después hacernos subir al coche—. ¿Qué tal el día? Se os ve con cara de querer empezar ya el fin de semana.

—Pues si, mañana vamos a ir a una fiesta, si estás disponible puedes acercarnos allí.

—Para mi cuñada favorita siempre estoy disponible, Bella —le guiñó un ojo por el espejo retrovisor.

—¡Soy tu única cuñada! —chilla con indignación, era la broma de todas las veces que se veían y aún así me seguía causando gracia como el primer día.

No había mejor combinación que mis dos personas favoritas en el mundo estando juntas.

Chiarbella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora