Capítulo 13

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Marbella Vélez

Para cuando vuelvo a casa todo se siente confuso, es como si esa noche hubiera marcado un antes y un después en mi vida. Quizá las cosas nunca volverían a ser como antes porque la confianza, una vez que se pierde, va a costar recuperarla.

Zaid siempre decía que era de valientes levantarse aún estando cansada; vivir, aún sin saber muy bien cuál es el sentido de la vida; confiar en ti misma cuando nadie mas lo hace.

Pero nunca dijo que ser valiente fuera tan difícil.

—Me siento vacía emocionalmente —confesé al sentarme en el borde de la cama, mi hermano se quedó apoyado en la puerta mirándome durante unos segundos y después se acercó para ponerse de cuclillas frente a mi.

—Desgraciadamente es una etapa por la que pasamos todos... Ni siquiera puedo decir si es una etapa, más bien son momentos que te atormentan en equis puntos de la vida y muchas veces no sabes como enfrentarte a ellos —apoyó sus manos en mis rodillas y me miró a los ojos, destilando pura sinceridad—. Pero no estás sola, Bella, aunque te lo parezca... Somos muchos los que estamos contigo y para ti.

Tomé una profunda respiración.

Lo dudaba. Había visto a Chiara distante, aunque trató de no serlo por lo que había sucedido. Algo estaba yendo mal y yo no sabía en qué momento había traicionado su confianza para que las cosas se torcieran. ¿Había sido el beso? ¿Tanto le afectó eso?

—Eso no es verdad —dije en un hilo de voz—. Mi mejor amiga está molesta conmigo y no sé cómo arreglarlo.

Zaid me mira durante unos instantes, como si estuviera repasando lo que yo acababa de decir, buscándole una lógica más profunda de la que en realidad tenía. Finalmente sonrió.

¡Sonrió!

El traidor de mi hermano sonrió tras decirle que Chiara se había enfadado conmigo. No me lo puedo creer, ni Judas se atrevió a tanto como este cretino.

—¿Por qué sonríes, idiota? —me crucé de brazos, tentada a empujarlo, porque al estar de cuclillas sería muy fácil tirarlo al suelo. Pero me contuve, porque conociéndolo me agarraría de las piernas y caería yo también.

Spoiler: no quería caer.

Así que mejor mantenerme quieta antes que hacer alguno movimiento sospechoso que lo hiciera desconfiar. Aunque algo tenía que hacer, ese traidor no se podía ir de rositas después de sonreír con descaro tras haberle planteado mi problema.

—En primer lugar, señorita, a mi no me llames idiota —me guiñó un ojo, divertido con la situación—. En segundo, Chiara no está ni siquiera un poquito molesta contigo. Estaba más bien molesta consigo misma y con el mundo en general por lo que había sucedido en la fiesta, pero puedo asegurarte que no contigo.

—La besé —solté, dejando a mi hermano con cara de que eso no se lo esperaba para nada.

Vaaale, no debí de soltarlo sin anestesia, pero así era yo, no iba a darle muchas vueltas para acabar diciendo algo tan simple.

—La besaste —repite y luego se ríe—. ¿La besaste?

Y ahora dudaba de mis palabras, lo que me faltaba.

—Si, Zaid. Nos besamos, nos morreamos, nos liamos, nos comimos las bocas, ¡como quieras llamarle! —agité mis manos en el aire, frustrada al ver que no era capaz de entenderme.

Sus ojos marrones brillaron con diversión cuando me tomó de las muñecas para evitar que siguiera haciéndolo. Tenía ganas de reírse, claro que si, pero parece que iba más allá, como si quisiera decir muchas cosas más pero en el fondo se las guardaría.

—Ya sabes, hermanito mío, cuando dos personas juntan sus labios y los mueven como en las pelis.

—Yo ya besaba antes de que tú nacieras, no tienes que explicarme como va eso —me hizo saber, burlón.

—¡Entonces deja de mirarme así!

—¿Y por qué la besaste? —inquirió, alzando sus cejas—. ¿Por curiosidad? ¿Por impulso? ¿Para reforzar la amistad?

—Porque tiene unos labios bonitos —murmuré sin siquiera haberlo pensado—. Quiero decir, no es solo por eso... Es que bueno, es Chiara y... —aclaré mi garganta, dándome cuenta de lo ridícula que estaba sonando en esos momentos—. Quería hacerlo.

—Bueno, ahora está muy de moda eso, ¿no? El otro día escuché la canción esa de Rosalía que dice que las amigas que se besan son la mejor compañía... No va mucho conmigo, si veo al pesado de tu cuñado besándose con una "amiga" voy a dejar de pensar al instante que lo suyo es solo amistad —hizo comillas con sus dedos—. Y llámame loco, pero tú no eres de esas que va por ahí besándose con amigas.

—Pero con ella lo hice —repetí.

—¿Y por qué lo hiciste, Bella? Vuelvo y repito, no creo que sólo haya sido porque si, en el fondo tú sabes muy bien tus intenciones —se levantó, dejándome con más dudas en la cabeza—. Piénsalo, ¿solo ha sido un beso?

—No.

—Entonces creo que ya tienes la repuesta clara —volvió a guiñarme un ojo—. Descansa y mañana hablamos de todo lo que quieras.

Apenas musité un "hasta mañana" en cuanto cruzó la puerta y me dejé caer en la cama, mirando al techo como si este fuera a darme las respuestas que necesitaba.

Chiara besaba bien.

Me gustaba besar a Chiara.

Repetiría una y mil veces sus labios.

Creo que la línea de la amistad ya la había pisoteado bastante y estaba yendo hacia el otro extremo sin siquiera darme cuenta.

De vez en cuando, entre tantas dudas, necesitamos a alguien que nos haga olvidarlo todo.

Ella era esa persona que me daba las dudas cuando estaba sola, pero que me las quitaba cuando estábamos a solas.

Por primera vez siento... Y por primera vez me aterra sentir.

Es algo que siempre ha estado ahí, por supuesto, pero que mi mente me impedía darme cuenta de ello. Darme cuenta de que estoy más que enamorada de mi mejor amiga y de que estoy jodida. Porque siempre busqué su cariño, anhelaba su atención, quería hacerla sonreír y que se sintiera orgullosa de mi, que me viera... que me viera como yo a ella.

Y ahora me doy cuenta de que siempre actué así y que cambiar eso ahora, podría cambiarlo todo...

Chiarbella Where stories live. Discover now