Kato Haru nunca creyó que alguien podía hacerlo sentir tan fuera de control, ni siquiera conocía que podía perder la cordura tan fácilmente y someterse ante su deseo mejor guardado, nunca hubo alguien que lo hiciera sentir así, nadie que no fuera Da...
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Nada era como había planeado.
El cielo nocturno cubierto de estrellas daba indicio a que las actividades ilícitas ocurrieran, ahora mismo se encontraba dentro de una limusina negra donde solo estaba el conductor y él, Kambe había abordado un avión distinto y se adelantó al hotel, no le dio ninguna explicación a Haru y tampoco era como si el inspector realmente la necesitara.
Daisuke sabía que hacer, aun cuando no hiciera las cosas de la forma adecuada.
Suspiró cansado, apoyando su cabeza contra el respaldo del asiento, sus ojos se desviaron a la barra de bebidas y se vio tentado a agarrar unas cuantas para ver si así lograba disipar esa incomodidad que lo atormentaba desde que salió de la estación en Tokio.
Esto era justo lo que no quería.
Haru se odiaba, tan solo pensar en que sus temores se hicieron realidad le deprimía, nunca debió haberse acostado con Kambe, incluso cuando no pudiera pensar en nada mas que en eso, no debió hacer, ya no era un puberto, pero entonces, ¿Por que no pudo controlarse?.
Quizás había sido la forma en la que Kambe lo sedujo, o la actitud dominante que mostró al atar sus manos con la corbata de su traje costoso, podría incluir el hecho de ver a Daisuke sobre él, con su camisa desabrochada, dejando expuesto su firme torso y ese sujetador de calcetines que subían por sobre la mitad del muslo del joven lo que lo obligó a caer.
Y lo peor de todo es que no se arrepentía de verdad, maldición, había disfrutado del cuerpo del menor como jamás lo hizo con ninguna otra persona, era su primera vez con un chico, pero Daisuke lo llevó hasta el cielo y ahora lo depositaba en el abismo del infierno.
Lo tomó mas veces de las que podía recordar y en ninguna de ellas deseó no haber hecho lo que le hizo, sin embargo, la culpa le pesaba porque era el mayor entre los dos y un policía, haberse unido a Kambe cuando este no estaba en sus cinco sentidos lo volvía un fracaso.
─ "Eres demasiado correcto y eso me molesta"
─ "Te quiero tener solo para mi, pero no te dejas comprar, ¿Que debo hacer hacer?"
─ Joven Kato ─la voz del conductor lo asustó ─ Hemos llegado a su destino
Haru sintió el rostro hervirle tenue, apenas y había divagado un poco y recordaba las palabras que lo incitaron a cometer una locura que aun no descifraba si era culpa absoluta del alcohol o fue algo mas que se activó ante la imagen lasciva de Kambe.
El chófer ya se había bajado y le abrió la puerta, siempre portando una sonrisa amable, eso le recordó a la bella azafata del avión que abordó para llegar ahí, ella también fue muy gentil y atenta, mas no empalagosa, los dos trabajadores jamás dijeron nada mas que lo estrictamente necesario y de forma completamente profesional.
─ Muchas gracias y disculpe las molestias por la hora ─dijo Haru en cuanto se bajo del auto, haciendo una reverencia hacía el empleado
El hombre de mediana edad se sorprendió, tuvo muchos clientes en su trayectoria como conductor de alquiler, pero era la primera vez que un cliente suyo le hacía una reverencia respetuosa y le hablaba en un tono educado.
