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Una joven mujer cantaba una melodía al ritmo del golpeteo de sus dedos en la mesa, sus ojos estaban clavados en la pared delante de ella, la cual estaba repleta de fotografías de un hombre apunto de cumplir sus 30 años, la sonrisa que yacía plasmada en su rostro era macabra, porque se asemejaba mucho a la de una persona al borde de la obsesión enfermiza.

Unos quejidos leves se escucharon detrás de su espalda, causando que su expresión se contorneará en la de una siniestra y fría, el enojo brilló en sus orbes al ser interrumpida mientras admiraba al hombre de sus sueños, apretó sus labios en una delgada línea mientras se dirigía hacía el baño, en donde una tina casi al límite se hallaba, bajó su mirada a la persona encadenada quien gritaba de dolor, excepto que el sonido no podía ser mas que simples gemidos debido a la mordaza que estaba prensada en su boca.

La venda en sus ojos estaba mojada con sus lágrimas, su piel estaba demacrada, pálida y con severas laceraciones, sus manos estaban atadas a los extremos de la bañera, haciendo que fuera incapaz de escapar del agua gélida en la que estaba sumergida y que tenía a su cuerpo temblando en espasmos.

Estaba al borde de la hipotermia.

─ Parece que tendré que cortar tus cuerdas vocales ─la autora del crimen susurró, haciendo temblar a su presa. ─ Eres realmente molesta, pero por mas que quisiera deshacerme de ti, no puedo hacerlo ahora, no sin levantar sospechas hacía mi

La chica cerró la llave de la tina y con cautela acarició el rostro de la persona atada, la cual dio un respingo en su lugar y sollozó de miedo, algo que ella adoraba ver.

─ Shhh, tranquila, no te mataré, te dejaré con vida por una semana, ¿Que te parece? 

El sollozo solo aumentó de intensidad, causando que la irritación le ganará y le diera una buena cachetada a la joven, haciendo que de su nariz brotará sangre, luego la sostuvo de la mandíbula con fuerza.

─ Deberías de estar agradecida conmigo por dejarte con vida tanto tiempo, las otras no tuvieron la misma suerte que tú ─su voz se volvió suave de manera escalofriante. ─ Así que ahora cierra la boca y quedate callada

Con brusquedad soltó a la víctima y salió del baño, cerrando la puerta detrás de si, caminó de vuelta a su escritorio donde estaban sus amadas fotos, pero gracias a la tipa esa, su inspiración se había cortado, así que se enfocó en los diversos bocetos en su cuaderno.

¿Que hacer?

Hasta ahora sus dos víctimas habían sido piezas de arte estupendas, aun cuando todavía no se anunciará nada de la segunda, sabía que causaría revuelo por lo bello que había salido todo, la prensa y todos los medios estarían expectantes, así que debía de vivir a la expectativa, siendo de esa forma, tenía que idear algo mas para su siguiente exhibición.

Tomó asiento y empezó a trazar lo que le venía a su mente, calculó y diseño todo a la perfección, revisando una y otra vez que no tuviera error alguno, al final, terminó con 3 bocetos y una clara indecisión acerca de cual tomar, era sencillamente una difícil decisión.

Lo único que estaba decidido, era que su próxima obra maestra sería una demasiado memorable.

─ Haru, mi rey, espero que aprecies mis esfuerzos, quiero que veas que aparte de mi no hay nadie mas que pueda amarte con sinceridad, esas putas que se atrevieron a tener sentimientos por ti solo querían estar contigo por la fama, ellas te iban a abandonar ─estiro sus manos y acarició con sus dedos el rostro en la imagen con total devoción. ─ Muy pronto, seremos felices, después de todo, tú me prometiste eso y lo vas a cumplir



─ ¿Cho-san? Estoy aquí, Yamoto me dijo que querías hablar conmigo

Impact: UndetectableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora